OPINIÓN
Roy y Petro: llévense a Garavito a casa
¿Es justo para el centenar de niños que violó y asesinó que semejante criminal vuelva a ser hombre libre?
¿Qué problema tienen en mandar a la cárcel de por vida a una bestia que tortura niños? ¿Por qué se obstinan en evitarles la pena más dura que pueda existir? Escucho a Roy Barreras, Petro y a otros senadores afines, y no entiendo de dónde les nace el fervor por defender a seres que solo tienen de humanos la apariencia. No alcanzo a entender el afán por descalificarnos a quienes consideramos que en los casos más espantosos y atroces, en los que las víctimas son criaturas indefensas, deberían condenar a los asesinos a pasar el resto de sus deplorables existencias en una prisión.
¿No lo merece, por ejemplo, la bestia que mató a Julieth Xiomara? Cuando conocí los pormenores de su tragedia, agradecí a Dios que se acordara de una niñita de 21 meses de edad que debió creer que vivir es sufrir un martirio. Si botaba la comida, le daba una paliza. Otra, si se orinaba. Tanto le dolía la colita que se sentaba de medio lado. Y peor si se paraba. El salvaje le punzaba la planta de los pies, y cada vez que se le antojaba, la molía a puños, patadas, palazos. Hasta que la mató.
“Muerte debida a sepsis de origen abdominal secundaria, a peritonitis por ruptura de colon por trauma abdominal contundente”, rezaba la autopsia. Dejaron constancia, asimismo, de traumas contundentes en cara y cuero cabelludo, en extremidades inferiores; múltiples hematomas y excoriaciones; marca de dientes de adulto en la mejilla derecha; frente con herida abierta, hematoma en la región genital, desnutrición en grado máximo, laceraciones en los glúteos.
Desconozco los argumentos jurídicos para fundamentar mi petición de cadena perpetua para el monstruo que la masacró. O para quien secuestró, violó, ahorcó e incineró a Génesis Rúa. O al que raptó, violó y estranguló a Jenny Katherine, ambas de 9 años.
Solo esgrimo tres razones para llevar una década respaldando la iniciativa que impulsó la inolvidable Gilma Jiménez y ahora promueve su hija Johana.
Miedo a que un día esos asesinos puedan pisar de nuevo la calle, así tengan 80 años, y reincidan. No creo en la posibilidad de que semejantes mentes depravadas y crueles puedan recomponerse nunca. De pronto no evita que otros cometan idéntica barbarie, pero no ellos.
Mensaje nítido, incontestable, de que las vidas de los niños son sagradas, más importantes que las de los adultos, de ahí que la Justicia establezca una diferenciación aún mayor que la que existe. Por último, castigo duro porque la sociedad no debería tener ni un ápice de piedad ni compasión con sujetos capaces de torturar a una menor de edad hasta el extremo de segarle la vida.
Si opinar de ese modo lo bautizan como populismo punitivo, según señalan Iván Cepeda y otras voces parecidas, perfecto. Si consideran que es un criterio de retrógrados e ignorantes, estupendo. Dan igual los adjetivos con los que nos pretendan descalificar, o la manipulación grosera de Roy Barreras al alegar la falacia de que con esa ley los adolescentes que abusen de menores pasarían el resto de sus vidas tras las rejas. Conoce de sobra que los jueces las aplican de manera gradual conforme a la gravedad del crimen, y una cadena perpetua la dictarían para autores de atrocidades como las mencionadas.
Una pregunta a los que nos critican con aire de superioridad moral, dando a entender que ellos son compasivos y magnánimos, y nosotros, vengativos. En el año 2024 saldrá libre Luis Alfredo Garavito, preso desde 2001 por violar y asesinar a más de un centenar de niños. Señores Roy, Cepeda, Petro y magistrados de la Corte Constitucional que rechazarán la ley (si la aprueban) en cuanto llegue a sus manos: ¿por qué no se llevan de vecino a Garavito?
No lo digo en broma, es en serio. ¿Cómo le seguiremos la pista? ¿Quién querrá vivir a su lado? ¿Es justo para los niños que semejante criminal vuelva a ser hombre libre? Recuerden que tumbaron el muro de la infamia de Gilma Jiménez, otro elemento crucial para proteger a los niños de violadores.
Hace poco, la noticia de que Rafael Uribe estaba descontando días de su condena a medio siglo generó un revuelo tremendo. Si se aplicara la perpetua, no habría problema. Jamás saldría.
NOTA. Infame, deleznable, que la bodeguilla de la rancia extrema izquierda con Gustavo Petro a la cabeza exija la dimisión de Marta Lucía Ramírez por un delito de narcotráfico que cometió uno de sus hermanos hace 23 años. A diferencia del senador y de los narcos de las Farc que ocupan curules, estuvo casi cinco años preso en Estados Unidos. Pagar una fianza es algo normal, cotidiano, en el sistema judicial gringo y europeo, como Petro, para el que todo vale, bien conoce. Es una garantía para que el acusado siga su proceso en libertad y acuda al juicio.