OPINIÓN

Saludos

Iván Duque no entiende qué es ser presidente de la república. Cree que consiste en servir de correveidile entre gente importante, trayendo y llevando razones.

Antonio Caballero, Antonio Caballero
14 de julio de 2018

Al margen de la chacota (tan merecida como superficial, semejante a aquella con que fue recibido hace quince años el ridículo frac tetillero que se puso Álvaro Uribe, en ese tiempo presidente de Colombia, para saludar al entonces rey de España, Juan Carlos I), al margen de la chacota con que se toma el saludo del hoy presidente electo de Colombia, Iván Duque, al hoy rey de España, Felipe VI, es inevitable el comentario:

Iván Duque no entiende qué es ser presidente de la república. Cree que consiste en servir de correveidile entre gente importante, trayendo y llevando razones. Lo pudimos ver en los videos de YouTube: Duque tiene alma de secretario. Lo cual no es bueno para un gobernante, sea de derecha o de izquierda.
Tras darle al rey un apretón de manos con las dos suyas, a la manera ostentosamente viril de Donald Trump, le dijo Duque, como para entrar en confianza: “A usted lo recuerdan mucho allá, jajajá”. Y ante el silencio del otro, cruzando las manos sobre la barriguita, lanzó su baza de triunfo: “Le mandó muchos saludos su gran amigo el presidente Uribe”. El monarca español pareció quedarse pensativo, como diciendo para sí: “¿Mi gran amigo? ¿ese señor bajito que me presentaron una vez?”. Y calló, como callan los Borbones. (Un tío abuelo de este Felipe VI se hizo famoso por ser sordomudo). “Lo quiere mucho”, insistió Duque, dicharachero. El Borbón calló de nuevo, protocolariamente. Solo el general panameño Omar Torrijos, hace cuarenta años, había roto el rígido protocolo de las fotos oficiales de la corte española diciéndole a la entonces todavía joven reina Sofía: “Venga p’acá, mi reinita…”. Duque le siguió dando al rey pistas para que se orientara, por si no se había dado cuenta de con quién estaba hablando: “¿Y sabe quién también le mandó muchas saludes? El presidente Pastrana”. Y ante el borboneo silencioso del rey, le aclaró ufano: “Esta mañana hablé con él”. Felipe VI lo condujo a la puerta mientras rumiaba la información: “Pastrana, Pastrana… A ver, Pastrana… A ver…”.

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“Ah, hombre…”, murmuró al cabo, sin comprometerse, mientras Duque saludaba de paso a un edecán y trataba de pasar la puerta de primero.

Es que, la verdad, se queda uno rumiando: ¿saludes del presidente Pastrana? Porque las de Uribe, bueno, vaya y venga: al fin y al cabo es el jefe que puso a Duque ahí, y a lo mejor lo tiene convencido de que es verdad que es “gran amigo” de gente muy influyente: del rey de España, vaya uno a saber por cuenta de qué negocio de su padre, del presidente de los Estados Unidos, que lo invitó a su club de golf de Mar-a-Lago sabe Dios a cambio de quién sabe qué promesa, del papa, que le quedó agradecido por el obsequio de un carriel antioqueño, del difunto Pablo Escobar, que le debía licencias de vuelo y aterrizaje. Pero ¿saludes de Pastrana? Salvo los jueces que condenaron a los presuntos secuestradores y asesinos de su suegro por presuntamente haber puesto conejo en un negocio de lavado de dólares, no veo yo qué personas influyentes puede tener el insignificante expresidente Andrés Pastrana a su servicio, ni qué negocios pueda ofrecerles a las empresas españolas ahora que ya no tiene control sobre los puestos y los contratos públicos.

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Porque tal vez la cosa venga por ahí. Y tal vez tenga que ver con el siguiente video con que nos regaló el presidente electo, Iván Duque: uno en el que aparece dándole cabezazos a un balón de fútbol en la cancha del Real Madrid para impresionar al antiguo futbolista Emilio Butragueño y al presidente del club, el empresario Florentino Pérez. Sale Duque de corbata, cabeceando y cabeceando un balón, y comenta Butragueño que él usa la cabeza para pensar, y no para pegar cabezazos. Pero el que preside la escena es Florentino Pérez: un poderoso empresario de la construcción que ha tenido grandes y discutidos y a veces escandalosos contratos de puentes y carreteras en Colombia con todos los gobiernos de los últimos veinticinco años: el de Santos, el de Uribe, el de Pastrana, el de Samper. ¿De cuál de todos ellos le llevó recuerdos Iván Duque a Florentino Pérez para que este le abriera las sagradas puertas del estadio Bernabéu?

Iván duque no entiende qué es ser presidente de la República, cree que consiste en servir de correveidile entre gente importante, trayendo y llevando razones.



Pero que no se preocupe Iván Duque: aunque no tenga todavía cara de presidente en ejercicio, también él será, llegado su momento, expresidente de Colombia. Y podrá mandar saludos.

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