Samper y el crimen de Álvaro Gómez

¿Hay en los testimonios de ‘Rasguño’ o de Botero evidencia suficiente para probar que Samper mandó matar a Gómez?

Semana
4 de agosto de 2007

Como codirectora del entonces noticiero QAP, que dedicó buena parte de sus últimos años de vida -y por eso le decretaron la muerte- a analizar y escudriñar los secretos del proceso 8.000 y su podredumbre, no me queda duda de que Ernesto Samper sabía que el dinero de los narcos había entrado a su campaña, por la sencilla razón de que nadie le mete a un candidato presidencial seis millones de dólares sin asegurarse de que el beneficiario se entere.

Eso me da la autoridad para decir que, en cambio, no creo que Samper haya tenido nada que ver con el asesinato de Álvaro Gómez.

De buenas a primeras volvió a abrirse el debate sobre la posibilidad de que este magnicidio hubiera sido un crimen de Estado, en el que pudo haber tenido una injerencia directa o indirecta el entonces presidente Ernesto Samper Pizano, en medio de la hoguera del proceso 8.000.

Lo sorprendente es que ello haya sucedido por cuenta de unas declaraciones del ex ministro Fernando Botero y del narcotraficante alias 'Rasguño', en las que ninguno de los dos afirma en forma concreta lo que muchos están entendiendo que sí dicen.

'Rasguño', en una breve entrevista que acaba de ser publicada bajo la pluma del periodista Juan Carlos Giraldo, asegura que el crimen lo cometieron unos amigos suyos miembros del cartel del norte del Valle, para "tapar a Mogollón, que era el escudero de Samper (…). Una locura de quienes se creían políticos. (…) Se pensaba crear una cortina de humo, y eso lo hizo solo el narcotráfico. Un favor del narcotráfico a políticos para ayudar".

Según Giraldo, 'Rasguño' asegura que el plan criminal no contó con el aval del gobierno de turno, pero sí se ejecutó para ayudar al régimen del Presidente, que estaba seriamente cuestionado por su narcofinanciación.

Me molesta mucho que esta versión de 'Rasguño' sobre el magnicidio de uno de los hombres más importantes del país, consista en que lo planearon y ejecutaron los del norte del Valle para "proteger" a Heyne Mogollón, un tipito de quinta que utilizaron para liderar el proceso jurídico que terminó absolviendo a Samper en la Cámara, con la complicidad de la mayoría de los congresistas. Eso sí que es una falta de respeto con la vida y la memoria de Álvaro Gómez.

Por su lado, las declaraciones de Botero, tanto a la Fiscalía como a Álvaro García en RCN, parecen más deducciones personales que basadas en información privilegiada. Revela que el DAS le hacía seguimientos a Álvaro Gómez, obviamente por orden de Samper, pero a la hora de concretar sus acusaciones, sólo recuerda que Samper hablaba de bajarle la temperatura al proceso 8.000 a través de un escándalo mayor. Y asegura que cuando habló con el Presidente dos días después del asesinato de Gómez, la reacción de aquél lo llevó a pensar que se trataba de un crimen de Estado. Ignoro qué más sabe Botero. Resulta raro, sí, que lleve 12 años callado, y que ahora pretenda con esta denuncia obtener de la Fiscalía una rebaja de su pena por enriquecimiento ilícito. A no ser que tenga una carta muy importante guardada, tampoco parece que nos irá a resolver algún día el magnicidio de Álvaro Gómez.

Ninguno de los dos testimonios, ni el de 'Rasguño' ni el de Botero, es suficientemente concreto para concluir que Samper mandó matar a Álvaro Gómez. Pero ambos utilizan el concepto de "crimen de Estado", sin mencionar con nombre propio a Ernesto Samper, y aunque ninguno de los dos explica qué entiende por este concepto, sí logran untarlo.

Siempre he creído en la teoría de que un crimen de Estado acabó con la vida de Álvaro Gómez, entendiendo por ello la posibilidad de que miembros de las Fuerzas Armadas, aliados muy probablemente con el narcotráfico del Valle, y sin conocimiento de Samper, hubieran planeado y efectuado el magnicidio.

¿Por qué? Porque se había hecho público el documento de un posible complot para tumbar a Samper con una especie de nueva Constitución, cuyo capítulo primero describía con detalles los planes de extraditar a los cabecillas de los narcos del Valle al amanecer del día siguiente del golpe.

Según ese texto, los golpistas querían a Álvaro Gómez como jefe de Estado durante un gobierno de transición. Por lo tanto, tal vez la motivación de matarlo no fue tanto la de hacerle el favor a Samper de obligar al país a cambiar de tema, como la de evitar que la fantasía de ese supuesto golpe se hiciera realidad y los narcos fueran extraditados.

Pero si la motivación fue en realidad la primera, la de producir un escándalo mayor que el de la financiación de la campaña de Samper, el resultado es irónico: Álvaro Gómez está muerto y los colombianos seguimos hablando del proceso 8.000.

Entretanto…¿No es detestable la cantidad de folletos de propaganda inservible que le cae a uno encima de la cama cuando abre los periódicos?

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