Opinión
Santos, Petro, Márquez y Timochenko: ustedes son los culpables
Demasiadas aristas como para creer que este Gobierno logrará la paz total.
Derraman lágrimas de cocodrilo. El cuarteto sabía que tarde o temprano ocurriría y no hicieron nada para evitarlo.
En estos días escuchamos lamentaciones por el desplazamiento definitivo del puñado de exguerrilleros que seguía residiendo en el ETCR de Miravalle, aunque a nadie que conozca el Caquetá le habrá sorprendido. Estaba cantado desde hace un par de años que tendrían que evaporarse, tarde o temprano, ante la fuerte arremetida de las renovadas Farc-EP.
Si Timochenko e Iván Márquez hubiesen sido honestos desde el inicio, si hubiesen honrado sus compromisos, y si Santos, en lugar de encubrirlos, se lo hubiese exigido, esas 84 personas seguirían tranquilas en los hogares que les regalaron sus antiguas víctimas con la plata de los impuestos.
Pero ambos matones prefirieron ocultar la verdad de los territorios que habían estado bajo su yugo. De ahí que siguiera operando una facción de las Farc y, más adelante, Márquez creara la suya, y ahora lo pagan los que permanecieron en el ETCR que dirigió el fallecido Oscar Montero, alias el Paisa.
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Hay que reconocer que el cabecilla de la sanguinaria Teófilo Forero era tan matón como buen gestor. Por esa razón sacaron adelante proyectos empresariales y los presentaron al mundo como ejemplo de reinserción social, tipo el “Remando para la paz”, que se hizo muy popular.
Pero la realidad no era tan bonita. El problema radicaba en el alma podrida de alias el Paisa, que la cúpula guerrillera conocía. No estaba arrepentido de nada, no sentía el menor remordimiento por sus crímenes atroces y nunca creyó en la paz. Con una mano diseñaba una iniciativa turística o agrícola, rentable y atractiva, y con otra mantenía control sobre la caqueteña región del Pato por medio de presidentes de JAC que le continuaban copiando por temor o por complicidad, sin dejar de lado la planeación del retorno a las armas.
En una ocasión en que recorrí una parte del Caquetá, los campesinos comentaban que comandantes farianos recuperaban las fincas que habían dejado en manos de testaferros durante varios lustros. Pagaban, con las platas robadas, cantidades ridículas que no reconocían las mejoras realizadas ni los ganados comprados.
También relataban la afanosa búsqueda de las guacas repletas de plata. Unas aparecieron con millones en buen estado, mientras hallaban otras con fajos de billetes carcomidos por la humedad. Dineros de secuestros y vacunas que no quisieron entregar a tiempo. Igual ocurrió con las armas. Dieron unas y conservaron una parte sustancial para cuando quisieran volver a usarlas. Era su famosa retaguardia.
¿Por qué Timochenko callaba? ¿Por qué encubrió a los que advertía que retornarían a la vida del monte? Iván Márquez emitió suficientes señales como para adivinar el camino que tomaría, igual que el Paisa.
Cuando crearon la Segunda Marquetalia porque ni Gentil Duarte ni Mordisco aceptaron su liderazgo, creyeron que podrían conservar el poder de antaño en El Pato, su reino por excelencia. Pero habían tomado control las primeras disidencias y no les iban a ceder el mando.
Los de Miravalle, por tanto, quedaron en una posición que al principio parecía que solo era incómoda y, más adelante, se reveló de alto riesgo. Aunque el Paisa ya no era su jefe y repudiaban empuñar de nuevo las armas, difícil quitarse el estigma de aliados de tamaño criminal, máxime cuando seguía extorsionando y dando órdenes a sus milicianos y aliados desde su guarida de Venezuela.
¿Por qué Timochenko y Comunes no denunciaron que el Paisa e Iván Márquez obligaban a los campesinos a desplazarse hasta los campamentos de la Segunda Marquetalia en el país vecino para negociar vacunas y tierras?
Si se sabía que un tal Balbuena (plenamente identificado) era el enlace con el Paisa y se movía a sus anchas por Neiva, ¿ellos lo desconocían? ¿Por qué permitían que siguiera tan campante? ¿Por qué nunca destaparon las finanzas de los comandantes, otro foco de ajustes de cuentas?
El Paisa intentó matar a Timochenko enviando dos sicarios al Quindío y ni aun así la vieja cúpula dio un paso al frente para revelar verdades que habrían evitado decenas de exguerrilleros asesinados.
Después de la muerte del Paisa, sus alfiles difundieron la mentira, incluso este mismo año, de que había sobrevivido al ataque. Les ayudaba que nunca se pudo mostrar su cadáver, puesto que le estalló un explosivo en la cara.
Con ese cuento han estado reuniendo a los campesinos para advertirles que no colaboren con sus enemigos de las otras Farc-EP o se atendrán a las consecuencias. Los de Mordisco/Calarcá han estado haciendo lo mismo, y la gente queda en la mitad, temiendo sufrir represalias.
Ante ese panorama, ¿a quién puede extrañar que los exFarc del Paisa tengan que salir corriendo? Lo raro es que los lleven al vecino Doncello, salvo que el Gobierno Petro, que ha ayudado a Iván Márquez, sepa que ahora allá manda la Segunda Marquetalia.
Demasiadas aristas como para creer que este Gobierno logrará la paz total.