OpiNión
Se busca alcalde para Bogotá
En manos de los bogotanos, una ciudad que nos ha dado todo, pero cuya calidad de vida se deteriora cada segundo, está que digamos “basta”. Y cambiemos el futuro de la ciudad. Tenemos nueve meses.
Ser alcalde es un oficio con unos resultados claros. ¿Se recogió la basura? ¿La ciudad está más aseada? ¿La ciudad es más insegura? ¿Los servicios públicos funcionan bien? ¿Qué tanto wifi gratis tiene la ciudad? ¿Están los andenes y los separadores bien mantenidos? ¿Qué tan buena es la salud y la educación en la ciudad? ¿Ejecuta bien las obras? ¿Y cuánto se gasta un trabajador en llegar a su lugar de trabajo y volver a su casa en un medio de transporte decente?
Pues bien, los pasados cinco alcaldes de Bogotá, incluyendo la actual, incumplieron de manera clara estas funciones que son propias de un alcalde. Desde el desastre y el robo en los temas de salud y de basuras de Gustavo Petro, a la planeación eterna sin ejecución de Peñalosa o el vacío de liderazgo, ideas, ejecución y planeación de Claudia López, la ciudad capital, Bogotá, lleva 20 años al garete.
Ni hablar de los dos alcaldes anteriores a los mencionados. Uno llegó a llenarse los bolsillos, celebrado y elegido por los otros dos que siguieron, Petro y López, y el otro que no sabía dónde estaba parado. Por eso ni se mencionan. Pero la verdad lo inevitable es que este año de nuevo vamos a las urnas para elegir alcalde y Concejo de Bogotá. ¿Nos vamos a volver a equivocar?
Las condiciones para ser alcalde de Bogotá, que todo elector debe tener en cuenta, son varias. Y acá las enumeramos, así eso sea un ejercicio inútil, pues los bogotanos nos pegamos un tiro cada vez más letal cada cuatro años.
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La primera es que NO QUIERA ser presidente. El desastre de Petro, de López y del mismo Peñalosa es que sienten que ese cargo es un trampolín para la presidencia. Entonces recoger las basuras o arreglar el desastre de la Empresa de Acueducto de Bogotá es poca cosa. Hoy vemos cómo la alcaldesa se ufana de tener 1.000 obras al mismo tiempo. ¿Será por eso que ninguna se termina? O que la lógica expansión de la ciudad al norte y que la Avenida Longitudinal se haga, quedaron en el limbo. El debate se volvió presidencial, ideológico y no de soluciones realistas para la ciudad. Ninguno, con la excepción de Peñalosa, hay que reconocerlo, pensó en una ciudad a 20 años. Por eso, NO MÁS CANDIDATOS A LA PRESIDENCIA DE ALCALDES, POR FAVOR.
Una segunda característica que debe tener el próximo alcalde es que recoja a toda la ciudad. Ya estamos mamados de que nos dividan, así se eligen y después dejan caer la ciudad a pedazos. Como será de grave la situación, que hasta el metro, una obra necesaria que toda la ciudad debería empujar, nos tiene divididos. Y lo peor es que las líneas 1 y 2, hoy planeadas, no empatan. Una vergüenza monumental. Necesitamos un alcalde que una la ciudad, que nos ponga propósitos para los próximos 20 años y cree una hoja de ruta con resultados medibles y con el total compromiso de los ciudadanos.
Y la tercera característica es que sea ejecutor. Que ejecute los miles de ideas que están ahí plasmadas en planes de desarrollo. Que mire cómo funcionaron las dos mejores alcaldías que ha tenido Colombia en los últimos 50 años: las primeras de Antanas Mockus y de Peñalosa. Alcaldías de tres años que dejaron a la ciudad volando en cultura ciudadana y en infraestructura. Transformaron el sistema de basuras, el sistema de mantenimiento de la red vial, la educación contratada (que, medida por resultados, hoy es la mejor educación pública de la ciudad), construyeron TransMilenio, crearon más espacio público que nunca y nos enseñaron a respetar al otro. Nada más y nada menos. En seis años.
Bogotá merece mejor suerte. Y como vemos con el seudolanzamiento de Gustavo Bolívar, el petrismo quiere seguir por esta senda que tanto daño le ha hecho a la ciudad. Y ya suenan los mismos con las mismas del otro lado. El Galán que le abrió la puerta a Petro como alcalde hace unos años. Diego Molano, que viene con el lastre del Ministerio de Defensa de Duque. Rodrigo Lara, quien, es obvio, quiere este puesto para llegar más allá. Cómo no añorar a ese genio que fue Mockus, antes de que lo manosearan y lo utilizaran, o ese gran alcalde que fue Peñalosa versión 1.
Será posible que la ciudadanía de Bogotá despierte. Que entre todos busquemos y encontremos una nueva versión de ese profesor que se bajó los pantalones, pero que siempre pensó en cómo servir al otro y no a sí mismo. O un gerente de primera que ejecutó lo que Mockus dejó. Ya que vivimos lo mejor de la gerencia pública, ¿tenemos que resignarnos a esa mediocridad de hoy o a esa corrupción y destrucción de lo público que la izquierda deja como legado en Bogotá?
¿Será un empresario nacido de la nada como Mario Hernández? ¿O una intelectual honesta como Alicia Eugenia Silva? ¿O un hombre honesto, con valores firmes, que así no comparta, como Robledo? ¿Un rector de universidad, con principios, eso sí, o un intelectual? Debe estar por ahí. Ya lo vivimos con Antanas, que es irremplazable, y en una ciudad de 8 millones de habitantes debe haber quien. Solo es abrir otro tipo de compuertas políticas para encontrarlo.
A Bogotá ya nadie llega si no es por necesidad. No atrae. Sucede lo mismo con Cali y Medellín, van por ese camino. En Colombia, solo Barranquilla tiene un proyecto de ciudad que se ha mantenido y que hoy atrae a muchos colombianos, que la ven como opción de trabajo o de retiro. Pero las otras tres dejan mucho que desear y la verdad, después de esa época de oro de los noventa, Bogotá es la que ha llevado la peor parte.
En manos de los bogotanos, una ciudad que nos ha dado todo, pero cuya calidad de vida se deteriora cada segundo, está que digamos “basta”. Y cambiemos el futuro de la ciudad. Tenemos nueve meses.