Opinión
¿Se darán dos malos ejemplos?
Las elecciones en Venezuela y en Estados Unidos serán importantes precedentes.
Dos hechos fundamentales que están en curso pueden tener efectos en la vida de los colombianos. Las elecciones presidenciales del 28 de julio en Venezuela y las de los Estados Unidos, el 3 de noviembre.
En Venezuela, aunque hay cerca de diez candidatos, la competencia se reduce al duelo entre Maduro, que con su séquito quiere perpetuarse en el poder, y Edmundo González, el candidato de la oposición, que por primera vez parece estar unida, al menos alrededor de María Corina Machado, que, aunque está inhabilitada, alcanza en algunos sectores la condición de heroína nacional.
La oposición ha afirmado categóricamente que su candidato será el ganador por un amplio margen, que algunas encuestadoras lo colocan con una ventaja entre 21 y 40 puntos sobre Maduro. Agregan los opositores que es imposible que el gobierno incurra en un fraude que pase desapercibido para ellos.
Al mismo tiempo, circulan rumores que –ante esa situación– Maduro estaría preparando un llamamiento a “los colectivos” para que lo apoyen, organizando también un escenario de violencia ante las elecciones, para generar temor de ejercer el derecho al voto. Al tiempo que avanzan actividades de violencia e intimidación contra María Corina Machado y sus partidarios.
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Hay muy pocas posibilidades de que Maduro y sus esbirros reconozcan un eventual triunfo de González, pero en el caso de que lo hicieran, se presentaría algo parecido al lema en la Argentina en los setenta: “Cámpora a la presidencia, Perón al poder”. En Venezuela sería: ¡González a la presidencia, Corina al poder!
La actitud de Maduro de apoyarse en los colectivos y en unas fuerzas armadas politizadas para mantenerse en el poder es un mal ejemplo para nuestro país. Sin embargo, en Colombia las Fuerzas Militares y la Policía Nacional, no obstante que entre sus jefes y efectivos haya simpatizantes de Petro, lo que no tiene nada, jamás permitirían ser utilizados para mantener al presidente o al régimen en el poder, fuera de los marcos del ordenamiento legal vigente.
Pero otro pésimo ejemplo sería que un personaje como Trump fuera nuevamente presidente de Estados Unidos. El aspirante republicano a la reelección, al estilo de Maduro, llamó a sus seguidores de “la primera línea” norteamericana, para tratar de desconocer la voluntad de la mayoría y mantenerse en el poder, siendo además mentiroso, carente de principios y sindicado de fraude fiscal.
Con esos ejemplos, muchos pensarán que se puede prolongar un régimen, aduciendo que grupos de colectivos, de primera línea o como se llamen, son los verdaderos voceros de la voluntad popular.
Cuál será la conclusión en aquellos países en los que algunos creen “que todo vale” o que “ser falso paga”.