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Le está cogiendo la tarde presidente

Los tiempos largos de las sociedades pasan casi inadvertidamente. Los de la política y los gobiernos suelen ser más atropellados, y los de este gobierno en particular son notoriamente desacompasados.

Gonzalo Sánchez, Gonzalo Sánchez
14 de mayo de 2019

Para comenzar, nuestra política exterior actual se mueve y se decide con el calendario y el reloj de Washington. La Cancillería le apostó ingenua y arriesgadamente a una precipitada caída de Maduro, encabezando una cruzada latinoamericana, subordinada a los movimientos de la estrella polar: que intervención si, que intervención no, que vamos a ver. No le puso años o meses, sino días al régimen de Maduro. No obstante, la persistencia de este en el poder es ahora una cuenta de cobro diaria para Colombia, tanto si cae, como si se sostiene. Todo por haber abandonado nuestra  tradicional capacidad y vocacíón negociadora en la arena internacional.

 Para distanciarse del proceso de paz y resolver afanes de gobernabilidad interna, Colombia  jugó a congraciarse con Trump en política de drogas, con costos políticos, ambientales  y de autonomía de largo alcance, incalculables para el país. La respuesta imperial fue ponerle metas al gobierno imposibles de cumplir, y con ello garantizar un gobierno hipotecado por cuatro años a la bolsa de necesidades y conveniencias americanas. En contraste con el trato de aliado que Estados Unidos nos da en el juego de poderes del Consejo de Seguridad de Naciones Unidas, trato de siervo aquí en materia de drogas, justicia y paz.

Y más allá de lo dicho, mientras los tiempos de las incertidumbres u oprobiosas realidades internacionales se le alargan al gobierno, los tiempos de las urgencias nacionales se le acortan. Se le hunden las objeciones a la paz. Naufragan tempranamente la reforma política y la reforma a la justicia. Y el Plan de Desarrollo pasa, inesperadamente, solo porque, más que plan nacional  de desarrollo, es un mosaico de transacciones clientelistas con las regiones.

 Nadie está interesado presidente en que el país y la paz se deshagan en sus manos. Pero para evitarlo, necesitamos una política que nos congregue nacional e internacionalmente como nación soberana. Porque, hablando de tiempos largos y tiempos cortos de la política, hay otros que son vertiginosos: los tiempos de la violencia, especialmente contra líderes sociales y desmovilizados, por toda la geografía nacional. El tiempo de la inacción de horas y días, se paga con muertos aquí y allá.

Dése prisa, señor presidente, que la muerte le está sacando demasiada ventaja a la vida.

 

@GSanchez2019

 

 

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