JUAN MANUEL CHARRY

OPINIÓN

Tamaño del Estado y Reforma Tributaria

Nada hacemos viviendo por encima de nuestras capacidades y dejando una inmensa deuda a las generaciones futuras, eso equivale a condenarlas a la pobreza y el atraso.

25 de febrero de 2021

La pandemia de covid-19 ha generado un profundo y negativo impacto en la economía nacional: Una contracción del 6,8 % del PIB en 2020 y un desempleo que en su peor momento, mayo del mismo año, superó el 21 %. Las noticias más recientes dan cuenta de situaciones extremas, por ejemplo, solo el 2 % de los hogares vulnerables cubren todas sus necesidades, se perdieron 509.370 micronegocios entre enero y octubre pasados, se tuvo uno de los peores desempeños en exportaciones, el 2020 fue el peor año para la hotelería con una tasa de ocupación del 31,7 %, más de 22.000 restaurantes y bares tuvieron que cerrar, lo que representó una contracción del 44 % del sector, sin mencionar la reducción del transporte aéreo y los vuelos internacionales.

Es cierto, el Gobierno nacional estimó unos gastos adicionales para contener la pandemia de más de $117 billones y un impacto en el endeudamiento superior al 60 % del PIB. Se adoptaron medidas mediante la declaratoria de dos emergencias económicas, sociales y ecológicas, con la expedición de 193 decretos, además de normas de orden público y salud a nivel nacional y territorial.

El Gobierno nacional y las calificadoras internacionales de riesgo insisten en la necesidad de una reforma tributaria, que según el primero mitigaría el efecto social de la pandemia, que tendría como propósito eliminar la pobreza extrema, atender a las familias más necesitadas y resolver el horizonte fiscal para mantener la confianza inversionista. Se eliminarían exenciones del IVA, se gravarían las pensiones más altas y las personas naturales pagarían un mayor impuesto de renta.

El presupuesto general de la nación para este año asciende a $313,9 billones, de los cuales $58,6 billones corresponderían a inversiones. Los gastos de las entidades territoriales estarían rondando los $100 billones. Así las cosas, con un PIB de $1.000 billones, la organización estatal estaría costando más del 41%.

En ocasión anterior, en este mismo espacio, criticamos la forma como se abordan las reformas tributarias, a partir de necesidades sociales o cuentas nacionales, señalando sectores beneficiados con exenciones o altos ingresos, pero poco o nada se dice del tamaño del Estado, de su eficiencia y de sus características.

Ahora bien, con la pandemia casi todos los sectores de la economía pusieron su cuota de sacrificio, se redujeron salarios, empleos, costos y desaparecieron empresas de distintos tamaños ¿Cuál ha sido la cuota de sacrificio asumida por la burocracia estatal? Más allá, ¿qué organización estatal debemos tener para estos tiempos de crisis y su recuperación?

En lugar de hablar de impuestos, deberíamos discutir el Estado que queremos y que podemos pagar. Las sociedades son como las familias que deben vivir en una casa de acuerdo con sus posibilidades, nada hacemos viviendo por encima de nuestras capacidades y dejando una inmensa deuda a las generaciones futuras, eso equivale a condenarlas a la pobreza y el atraso.

En síntesis, no se trata de conseguir los recursos para los gastos que consideramos, sino de establecer el tamaño del Estado y sus funciones, en estos tiempos de crisis, así como la posibilidad de aumentar o reducir su organización de acuerdo a la eficiencia y ausencia de corrupción.

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