OPINIÓN

Todo desaparecido tiene alguien que lo busca

Una persona a la que se le desaparece alguien nunca vuelve a ser la misma; nunca vuelve a tener paz

Paula Catherin Doria Guevara
18 de mayo de 2019

Soy Gladys Ávila. Tengo 56 años. Crecí en Bogotá en una familia de siete hermanos. Uno de ellos fue víctima de desaparición forzada. La noche del 20 de abril de 1993 mi hermano Eduardo desapareció. Yo en ese momento tenía 29 años y él, 26. Siempre me he dicho que si yo hubiera hecho algo distinto, quizás las cosas serían de otra manera.

En su búsqueda descubrí que eran muchos los casos como el mío y mi vida cambió. Aprendí que cada desaparecido tiene una persona que lo ama, que lo necesita y que lo busca. Y que era necesario que alguien hiciera el puente entre las entidades del Estado y las familias para estas no fuesen burladas, amenazadas y perseguidas. Por eso decidí dedicar mis días a la búsqueda de las personas desaparecidas en Colombia y a acompañar a las familias, como una exoneración a tanto dolor.

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En el 98 pasé al grupo de coordinación nacional de la Asociación de Familiares de Detenidos Desaparecidos (Asfaddes). Allí empecé a ser delegada en el ámbito internacional al Grupo de Trabajo sobre Desapariciones Forzadas, donde llevábamos los casos. Las familias detrás de esas historias se convirtieron en mi familia. Doña Josefita, una viejita que todas las noches guardaba un plato en el horno con la esperanza de que su hijo apareciera para servirle la comida. Don Campitos, quien le hablaba todos los días a la foto de su hijo. María Helena, que nunca dejó de buscar a su esposo.

Nos contábamos los testimonios una y otra vez. Para muchos era repetitivo, pero para nosotros era sanador. Yo contaba que mi hermano Eduardo era parte del M-19. Que siempre me hablaba de su preocupación por la desigualdad. Que como familia lo apoyábamos. Que en el 91 se desmovilizó porque quería la paz.

Una persona a la que se le desaparece alguien nunca vuelve a ser la misma; nunca vuelve a tener paz

Una persona a la que se le desaparece alguien nunca vuelve a ser la misma; nunca vuelve a tener paz

Encontré a mi hermano a la semana de desaparecido, con señales de tortura. Pero como me dediqué a acompañar a otras familias, abandoné un poco a mis dos hijos, y eso la vida te lo cobra. Me divorcié y más adelante me dio cáncer. Sin embargo, era necesaria esa compañía a las víctimas. Es que una persona a la que se le desaparece alguien nunca vuelve a ser la misma; nunca vuelve a tener paz. Siempre está esperando una señal. Siempre guarda la esperanza de que aparezca.

Al convertirme en una de las líderes de esta causa, también me convertí en blanco de amenazas. Asfaddes sufrió un atentado en la seccional Medellín. En Bogotá sufrimos allanamientos y en el año 2000 desaparecieron dos miembros de nuestra asociación: Ángel José Quintero y Claudia Monsalve. Para entonces yo salí en medios a dar las declaraciones.

Nos enteramos de que estábamos chuzados por orden del general Mauricio Santoyo, quien fue jefe de seguridad de Álvaro Uribe. Después de que sacamos estas denuncias comenzamos a ser objetivo militar y nos empezaron a decir que nos teníamos que ir. Para 2006 la situación era bastante complicada; estaba en juego la vida de mis hijos. Los tres tuvimos que salir del país.

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Entré en crisis durante los primeros dos años y descubrí que tenía cáncer. Pero no sentía ganas de vivir. Afortunadamente, me contactaron compañeros de Francia y empezamos a tener diálogo entre las víctimas que habíamos sido exiliadas. En ese momento supe que si no volvía a luchar por los desaparecidos, me iba a morir. Empezamos a trabajar.

Luchamos para participar en el proceso de paz, aunque no fue posible. Sin embargo, ahora trabajamos con la Unidad de Víctimas. Pero también queremos participar en la Comisión de la Verdad. En este momento estamos diseñando una hoja de ruta para ver cómo trabajar por las personas en el exilio que tienen familiares desaparecidos. Asimismo pedimos que se nos reconozca como desplazados transfronterizos, porque pensamos que es una victimización más que no se ha reconocido.

Desde el exilio le digo a Colombia que siga luchando por el proceso de paz, que retome las negociaciones con el ELN. Yo quiero que haya paz en el país para poder volver.

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