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¿Tropezaremos de nuevo con la misma piedra?

La lección de que el lenguaje ofensivo y pugnaz contagia a la opinión pública es importante.

Julio Londoño Paredes
19 de julio de 2024

Muchos siguen coincidiendo en que un segundo mandato de Trump sería funesto para los Estados Unidos y para el mundo, todas las encuestas indican que podría ser el próximo presidente. El atentado que casi le cuesta la vida y que ha traumatizado al mundo, ha fortalecido su candidatura.

Su decisión de escoger como compañero de fórmula presidencial al senador Vance, ha reforzado igualmente esa posibilidad. Tiene 39 años, lo que constituye una respuesta a los que censuran las edades de Biden y de Trump para ser presidentes y desde ya se proyecta como candidato a la presidencia en el 2028.

De extracción rural; fue infante de marina —que en los Estados Unidos es un punto a su favor—; adalid de la antinmigración y partidario de limitar la ayuda militar a Ucrania y Taiwan. Además, escribió una exitosa autobiografía “Hillbilly Elegy” (Elegía campesina). De ser enemigo de Trump, se convirtió en su más ferviente partidario.

En la campaña norteamericana, el leguaje y los ataques personales utilizados por los candidatos ha contribuido a generar un ambiente enrarecido en el ambiente electoral norteamericano, que conduce a hechos como el oprobioso atentado.

Es una importante lección en nuestro país donde cotidianamente el jefe del Estado y otros funcionarios hablan con inocultable resentimiento y pugnacidad.

De ahí se deriva la bochornosa conducta de algunos hinchas colombianos, en la Copa América en los Estados Unidos. Pueden haber sido unos pocos, pero el efecto negativo en el mundo será desafortunado para todos. Sucede lo mismo con el narcotráfico que, aunque es una enorme minoría la que se dedica a él, genera recelo y prevención generalizada contra los colombianos en los cuatro puntos cardinales.

Además, hay gente que se acostumbra al espectáculo de que la policía y el ejército en nuestro país con frecuencia son ofendidos y atacados impunemente por gente armada, generando la creencia de que esa conducta se puede seguir en cualquier parte del mundo sin mayor problema. Pero no es así, en algunos países los actores van a la cárcel o incluso los condenan a muerte.

Entre tanto Maduro y su combo —generadores de una corrupción sin parámetros que arruinó al país— en este momento están arrestando, atropellando inicuamente a los opositores. Amenazando, además con un baño de sangre y la guerra civil, si no gana las elecciones.

Hace algún tiempo en Colombia alguien dijo algo similar, no para las elecciones que aún estaban muy lejos, sino para la lograr la aprobación de proyectos de origen gubernamental, para lo cual, al parecer “todo vale”. Lo que se está comprobado con las denuncias sobre aberrantes hechos de corrupción que alcanzan a altos funcionarios del gobierno y a parlamentarios de diferentes agrupaciones políticas.

La pregunta es: ¿Tropezaremos de nuevo con la misma piedra, como dice la canción que canta Julio Iglesias?

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