Camilo Prieto Columna Semana

Opinión

Trump y el futuro de la geopolítica de la energía

¿Un acercamiento a Rusia y precios de gas licuado en descenso, un nuevo giro hacia los combustibles fósiles?

Camilo Prieto Valderrama
14 de noviembre de 2024

La llegada de Donald Trump a la Casa Blanca plantea importantes interrogantes sobre el rumbo de la política energética de Estados Unidos y sus efectos globales. Trump, conocido promotor de la industria de combustibles fósiles, representa una postura que ha favorecido históricamente a las grandes petroleras y ha fortalecido los lazos del Partido Republicano con este sector. Es altamente probable que Estados Unidos vea una expansión de la producción de petróleo y gas natural, mientras se desatienden los compromisos ambientales y se profundiza la relación ambigua con Rusia, uno de los principales productores de energía fósil.

Durante su mandato anterior, Trump impulsó una independencia energética que, en la práctica, promovía una producción masiva de petróleo y gas natural dentro de Estados Unidos. Al facilitar permisos de extracción y reducir las regulaciones ambientales, el país alcanzó niveles históricos de producción, posicionándose como un importante exportador de gas natural licuado. Esta expansión en el suministro afectó los precios internacionales, beneficiando a países importadores que dependen de gas más barato para cubrir su demanda interna. Si Trump regresa a la presidencia, podríamos ver un nuevo auge en la producción de gas licuado estadounidense, lo cual podría ejercer una presión a la baja en los precios internacionales.

En este contexto, países importadores de gas como Colombia podrían verse beneficiados. Con un mercado mundial de gas natural licuado más abastecido y precios menores, los costos de importación se reducirían, ayudando a cubrir la creciente demanda energética en el país. Todo lo anterior, a expensas de mayores emisiones de gases de efecto invernadero, debido a que la intensidad de emisiones del gas nacional es menor al compararla con la de los Estados Unidos; una paradoja evidente. Desafortunadamente, el gobierno nacional renunció a las exploraciones nacionales nuevas y el déficit acumulado deberá ser cubierto con gas importado. Algunos, ingenuamente, creen que dejar de producir gas nacional es una medida exitosa, pero, como Colombia jamás se preparó para reducir la demanda, nos convertiremos en un país altamente dependiente del fracking de los Estados Unidos. La mayor disponibilidad de gas natural licuado podría también contribuir a reducir el déficit que Colombia tiene proyectado para 2025 y 2026.

Además, la relación de Trump con Rusia y su postura hacia el liderazgo de Vladímir Putin pueden ser factores clave en esta ecuación: en lugar de reforzar las sanciones, podría suavizarlas o eliminarlas. Esto podría permitir a Rusia recuperar parte del mercado de exportación de gas que ha perdido en Europa debido a las restricciones.

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