Opinión
Un fracaso llamado Ministerio de la Igualdad
El Ministerio de la Igualdad es, hasta este momento, una entidad fallida, una burocracia inútil, enredada en descifrarse a sí misma.
Fue una promesa de campaña de Gustavo Petro. Desde que arrancó su carrera a la Casa de Nariño, Petro dijo que crearía un Ministerio de la Igualdad. Según su programa de gobierno, este ministerio se crearía para lograr igualdad salarial entre hombres y mujeres, erradicar la violencia contra las mujeres, la población LGBTIQ, la infancia, la juventud y los adultos mayores. Además, pretendía reconocer el trabajo en el hogar para la pensión y generar un ingreso para las madres cabeza de familia.
La promesa se hizo más fuerte cuando Petro nombró a Francia Márquez su vicepresidenta. Ella sería la encargada de convertir esta promesa en realidad.
Así fue. Ya como presidente y vicepresidenta, Gustavo Petro y Francia Márquez impulsaron la iniciativa legislativa para crear ese Ministerio de la Igualdad que tanto se pregonó en campaña. El 4 de enero de 2023 se hizo realidad.
Desde el principio la polémica acompañó la creación de este ministerio. En el marco de un Gobierno que predicaba la reducción del gasto público y la reducción de las entidades, la estructura misma del ministerio era contraria a estos objetivos: cinco viceministerios la convertían en la entidad pública con el mayor número de estos cargos en la estructura del Estado colombiano. A esto se le sumaron 20 directores, cada uno con su grupo de asesores y funcionarios, para un total de 774 cargos nuevos para echar a andar este ministerio, algo así como 42.000 millones de pesos anuales solo para pagar la nómina. Y sin sumar un solo peso de infraestructura y gastos de funcionamiento.
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Han pasado 15 meses de la creación del Ministerio de la Igualdad y esta entidad nada que arranca.
El nombramiento de los cinco viceministros ha sido una tarea casi imposible. El primer nombrado fue Gareth Sella, viceministro de la Juventud. Un cineasta de 26 años que estuvo involucrado en las protestas del paro nacional de 2021 y que perdió un ojo por un disparo del Esmad.
Las segundas nombradas fueron Luz María Múnera, como vice de las Poblaciones y Territorios Excluidos, y Diana Marcela Gómez, como viceministra de las Mujeres, que tomaron posesión de su cargo en septiembre de 2023. La primera de ellas, administradora, lideresa social, que había sido representante a la Cámara del Pacto Histórico por Antioquia. La segunda, antropóloga con doctorado en historia y feminista.
Un mes después, se anunció la llegada al viceministerio de la Diversidad de Juan Carlos Florián Silva, líder del movimiento social LGBTIQ, con experiencia en temas de salud y comunidad. Pero luego vino el escándalo al conocerse que había sido actor porno en Francia. Desde entonces, Florián espera la oficialización de su posesión como viceministro, la cual no ha ocurrido.
La semana anterior se conoció que las dos viceministras Múnera y Gómez renunciaron a sus cargos, sin que se hayan hecho públicas sus razones. Así que con estas renuncias y la no oficialización del nombramiento de Florián, el ministerio se quedaba con un viceministro de los cinco que necesita.
El martes de esta semana, se llevó a cabo la posesión del viceministro de Pueblos Éticos y Campesinos, encargo hecho a Nelson Lemus Cruz, un indígena nasa del resguardo de San Francisco, norte de Cauca, licenciado en Ciencias Sociales y Antropología, y exconsejero del Consejo Regional Indígena, Cric. Es ahora el encargado de trabajar por los derechos de las comunidades negras, palenqueras, afrodescendientes, raizales, indígenas, rom y campesinas.
Así que hoy, de cinco viceministerios, solo hay dos viceministros, uno de ellos recién nombrado. Sin embargo, todos los días se publica en la página de aspirantes de la Presidencia algún cargo para al MinIgualdad.
Pero además de llenar poco a poco las más de 700 vacantes, y de, por supuesto, tener que pagar sus sueldos, no se conoce una gestión coordinada o una gran acción de este ministerio.
Según ha trascendido, el ministerio de Francia Márquez solo ha ejecutado el 0,14 por ciento del presupuesto vigente, que es de 1,8 billones de pesos. Y lo ejecutado solo corresponde al pago de salarios.
Para no caer en la réplica de artículos de prensa que dan cuenta de la no ejecución de este ministerio, le pedí a la oficina de prensa de la entidad documentos o cifras que pudiera mostrar sus ejecuciones. La respuesta fue contundente: no hay.
Si se mira la página de MinIgualdad y sus redes sociales, lo que se encontrará es una gran promoción de conversatorios, participación en eventos regionales de mujeres, de jóvenes, de campesinos, y muchas mesas de trabajo que prometen impulsar sus causas. Pero son eso, promesas, no hechos.
El Ministerio de la Igualdad es, hasta este momento, una entidad fallida, una burocracia inútil, enredada en descifrarse a sí misma. A veces es un lugar de promoción de Francia, la vicepresidenta, y de su fascinación con extender lazos con África; a veces el espacio del activismo de Gareth Sella, que pide insistentemente liberar a los jóvenes detenidos en las protestas. Otras veces es el marco de muchos encuentros regionales de muchas cosas. Pero nada hasta ahora que haya tenido una acción concreta por la reducción de la brecha salarial entre hombres y mujeres, o por bajar los índices de violencia de género, o por reducir la pobreza de la población indígena, o por la exigencia del respeto de los derechos plenos de la población LGBTIQ.
Lo que sí muestra es el despilfarro y la improvisación de una entidad que, por lo visto, nunca había salido de la mente de sus creadores de una bella idea de campaña. Y de la que queda claro que su cabeza sigue siendo la mayor decepción electoral de este Gobierno.