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Fernando Ruiz Gómez  Columna Semana

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Un paso adelante por las mujeres de Colombia

Hoy no existe una sola evidencia sólida que sustente los efectos negativos atribuidos a la vacuna.

Fernando Ruiz
2 de septiembre de 2024

Anualmente, alrededor de 4.700 mujeres colombianas son diagnosticadas con cáncer de cérvix. Posiblemente, cerca de 2.300 cada año morirán como consecuencia de esta penosa enfermedad y más de 15.000 muertes podrían evitarse —cada 20 años— cuando el riesgo no protegido se manifieste como casos de cáncer de cuello uterino. Escenario que se obviaría si se lograran coberturas efectivas en el programa de vacunación contra el VPH.

El programa de vacunación contra el virus del papiloma, que se inició en 2012 y alcanzó, durante su primer año, coberturas por encima del 90 %, convirtiendo a Colombia en referente a nivel global en protección de las mujeres contra este virus causante directo del cáncer de cuello uterino.

Se cumplen ya diez años de los episodios de Carmen de Bolívar, donde —aparentemente— decenas de niñas fueron afectadas por la vacuna. Diferentes videos demostraron con posterioridad los episodios de manipulación a que fueron sometidas las adolescentes, bajo intereses oscuros de compensaciones e indemnizaciones que nunca se obtuvieron, pero el daño estaba hecho.

Hoy no existe una sola evidencia sólida que sustente los efectos negativos atribuidos a la vacuna. Sin embargo, las coberturas de vacunación del país cayeron a un mínimo del 14 % en 2016 y, de allí en adelante, la recuperación ha sido muy limitada a pesar de todos los esfuerzos por levantar los porcentajes del esquema de vacunación.

La vacuna contra el VPH quedó estigmatizada. Su aplicación salió del sistema escolar, donde la captación de niñas era mucho más factible y a través de vacunaciones masivas se lograban altas coberturas. La afectación ha sido mayor en los sectores populares, en que la falta de información adecuada ha sido un grave problema, y en que desafortunadamente las mujeres de mayor vulnerabilidad tienen mayor riesgo de ser afectadas por este cáncer.

No obstante, en medio de todo el desbarajuste, esta semana tuvimos una noticia alentadora: la Secretaría de Salud de Bogotá reportó un esperanzador incremento en la cobertura contra el VPH. A partir de un 11,1 % de niñas vacunadas en 2020 logró alcanzar el 32,3 % en lo que va corrido de este año. Es un esfuerzo muy importante para recuperar la credibilidad de los padres de familia y sus hijas en la importancia de esa protección.

La Corte Constitucional bien haría en revisar su fallo de 2014, en el que determinó la exigencia de consentimiento informado para la aplicación de la vacuna, frente al consentimiento implícito que se venía utilizando desde la autoridad sanitaria. Realmente es un fallo basado en la protección y sustentado en una ausencia de evidencia sobre los riesgos que hoy, luego de más de 12 años de aplicación de los millones de vacunas a nivel global, parece absolutamente innecesaria.

Es cierto que el Estado tiene la obligación de proteger a la población frente a los riesgos de todas las intervenciones que se hagan para prevenir o curar las enfermedades. Sin embargo, siempre existirán riesgos y habrá diferentes niveles de este. Pero el riesgo mayor lo están encarando cerca de 2.000 mujeres que anualmente enfrentan la muerte y lo harán durante los próximos 100 años si no se apoya su protección contra una enfermedad que es mortal y que la vacuna contra el VPH previene con una eficacia del 98,2 %.

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