Opinión
Un presidente asustado
La credibilidad de Petro está por el suelo. Según la última encuesta del Instituto de Ciencia Política Hernán Echavarría, en asocio con la firma YanHaas, el 72 por ciento de los colombianos confían menos en el presidente. ¿Por qué será?
Nadie está por encima de la ley en Colombia, ni siquiera Gustavo Petro, que fue elegido como el primer mandatario de extrema izquierda en la historia republicana del país. Sin embargo, el presidente cree que sí, y ante las investigaciones que adelanta el Consejo Nacional Electoral sobre la financiación de su campaña y la posible violación de los topes financieros, ha perdido la compostura de “demócrata” que dice tener, para afirmar que alguien (nunca dice quién, ¿serán los que gritan “fuera Petro” en los estadios?) le quiere hacer un golpe de Estado y tumbarlo del poder.
Muy asustado se le ve al presidente con el fallo del Consejo de Estado que reafirmó la competencia del Consejo Nacional Electoral para investigar su campaña de 2022, así como los hechos que ocurrieron cuando Petro era senador y no presidente. Según el mandatario, ese fallo es el tal “golpe blando”.
Esta claridad es fundamental porque el CNE no tiene competencia para investigar a Petro como presidente, pero sí para revisar los posibles delitos cometidos durante la campaña, de la que el señor Ricardo Roa fue gerente.
¿Si todo lo hicieron bien y están las pruebas de las transparentes transferencias y recursos que entraron y salieron de la campaña, por qué tanto miedo? Pues porque todo indica que se habrían violado los topes establecidos por la ley, en 5.355 millones de pesos en primera y segunda vuelta presidencial, entre mayo y junio de 2022.
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Según la ley, Petro y su campaña podían gastar, en primera vuelta, hasta 28.536.520.492 pesos y en la segunda hasta 13.347.457.427 pesos. Según el proyecto de pliego de cargos elaborado por los magistrados Benjamín Ortiz y Álvaro Hernán Prada, la campaña de Petro se habría pasado en la primera vuelta en 3.709.361.344 pesos y en la segunda en 1.646.386.773 pesos.
En este punto vale la pena recordar lo que se ha dicho en este espacio en repetidas oportunidades, y es que el entonces senador Gustavo Petro inició su campaña presidencial por fuera del calendario electoral, pasándose la ley por la faja. El primer evento masivo se realizó el 10 de septiembre de 2021 en la plaza de la Paz en Barranquilla, con la famosa tarima en forma de P.
Luego, siguieron 13 eventos más: el 16/9/2021 en la plaza Alfonso López, en Valledupar; el 24/9/2021 en la plaza San Francisco, en Popayán; el 25/9/2021 en Pasto; el 2/10/2021 en la plaza de Lourdes, en Bogotá; el 9/10/2021 en el parque Olaya Herrera, en Pereira; el 21/10/2021 en la Boquilla, en Cartagena (reconocido ahora por Nicolás); el 11/11/2021 en Cúcuta; el 18/11/2021 en Pitalito; el 14/1/2022 en Bello; el 15/1/2022 en La Estrella; el 16/1/2022 en el parque Los Libertadores, en Villavicencio, y el 23/1/2022 en Caldono, Cauca.
¿Quién financió esos eventos? ¿Las “platas” que confesó recibió Nicolás Petro del narcotráfico? ¿Por qué Petro empezó a hacer campaña presidencial cuando no estaba permitido hacerlo? ¿Por qué quieren hacer creer que eran reuniones espontáneas, cuando hay fotos de multitudinarios eventos? ¿Euclides Torres los financió?
Pero aunque nos quedamos con la duda de los eventos de “no campaña”, lo cierto es que la posible violación de topes estaría determinada por la plata donada por Fecode, la donación del Polo Democrático, los 30.256 pagos a testigos electorales para la primera vuelta y los 5.328 para la segunda vuelta que no se reportaron, la capacitación a los testigos electorales no reportada, los pagos del servicio aéreo, el aporte económico de la USO, el pago de Ricardo Roa al Movistar Arena que no se reportó, pero cuya factura electrónica existe, los informes del revisor fiscal sobre los pagos de transporte, alimentación y logística de los testigos electorales y la factura a Caracol Televisión por concepto de publicidad que no reportó la campaña.
Y a estos hechos es a lo que Petro le llama golpe de Estado, cuando en un país serio se conoce como material probatorio.
¿Qué sigue haciendo Ricardo Roa como presidente de Ecopetrol?
¿Es la primera vez que se investiga una campaña presidencial? ¡No! De hecho, recordemos que Santiago Medina, de la campaña de Ernesto Samper, terminó en la cárcel y que Roberto Prieto, el gerente de la campaña de Juan Manuel Santos, también. Entonces, ¿cuál golpe de Estado?
La credibilidad de Petro está por el suelo. Según la última encuesta del Instituto de Ciencia Política Hernán Echavarría, en asocio con la firma YanHaas, el 72 por ciento de los colombianos confían menos en el presidente. ¿Por qué será?
Pues porque prometió que no caería en las prácticas corruptas que tanto criticó. Pero una vez elegido, ha sido un Gobierno desastroso porque el proyecto político del Pacto Histórico no estaba preparado para gobernar, y, por ende, la incompetencia de los funcionarios ha sido protagonista en los dos años tortuosos del “cambio”.
Y mientras el país naufraga en el mar de improvisaciones, egos y delirios de “café de leche” que caracterizan las intervenciones y los mensajes de Petro en X o en plaza pública, los ciudadanos contemplan con estupor cómo las promesas de “cambio”, “transparencia” y “ética” caen a las profundas cloacas de un Gobierno que le vendió el alma al diablo para ganar, y que en el poder ha demostrado perversidad, codicia y, sobre todo, incapacidad. Presidente Petro, señor Roa, ¿sí valió la pena?