OPINIÓN
Un pueblo inquebrantable
Es pertinente que exista un rechazo generalizado de parte de los países democráticos del mundo y se tomen medidas para presionar a la dictadura para que entregue el poder.
El pasado 28 de julio, la esperanza por conseguir la libertad del pueblo venezolano se vio frustrada por un nuevo fraude electoral realizado por el régimen del dictador Nicolas Maduro. Ante tal injusticia, el pueblo venezolano se rebeló y tomó la decisión de realizar protestas por todo el país, rechazando de forma contundente al chavismo, lo cual también trajo violencia y muerte a nuestro hermano país. Por otra parte, el mundo se encuentra perplejo ante tal situación y a pesar de que no se hayan tomado medidas sancionatorias fuertes en contra de la dictadura, el planeta entero está conociendo la verdad. Por lo cual, al ver un panorama tan caótico como este, es menester preguntarse: ¿cuál es la situación actual que enfrentan la oposición y el pueblo venezolano? ¿Qué acciones debe tomar la comunidad internacional frente al fraude del régimen de Maduro?
Lo primero que se debe destacar es el ímpetu y la gallardía del pueblo venezolano a la hora de protestar en contra de la dictadura. Ahora bien, es importante destacar que dichas manifestaciones difundidas por todo el mundo son una oportunidad de oro para presionar a los peones y alfiles burocráticos a entregar el poder o cambiarse de bando y así desmoronar al régimen desde abajo, haciendo caer a la cúpula y dejando solo al dictador para que este entregue el poder.
Ahora bien, también existe la posibilidad de incurrir en la desobediencia civil, violencia y el rechazo a la institucionalidad para generar mayor presión; sin embargo, los altos mandos de la oposición llaman a la protesta netamente pacífica sin desconocer instituciones o incurrir en actos de violencia extrema, por lo cual, este proceso podría tomar mucho más tiempo, aunque se esté realizando de la manera moralmente correcta. Lamentablemente dichas acciones de valentía han sido contrarrestadas con violencia proveniente de las fuerzas del gobierno nacional, quienes disparan y golpean a población marchante, sin tener el mínimo respeto de sus derechos humanos, por lo cual hasta el día hoy se han tenido 16 muertos, 11 desapariciones forzadas y 177 detenidos arbitrariamente.
En segundo lugar, se tiene el proceso penal que enfrenta María Corina Machado, por presuntamente interferir en las elecciones fabricadas por Maduro y entrenar a un grupo de soldados extranjeros para realizar disturbios, según indicó el dictador. Claramente, al ser María Corina el personaje político más influyente de la oposición venezolana, resulta ser obvio que el régimen quiere eliminarla a toda costa, para así desarticular la protesta que se está llevando a cabo. En caso de que esta sea capturada, la posibilidad de que inicie una sangrienta guerra civil por la libertad se volvería una realidad, por lo cual Maduro debe reconsiderar si seguir manipulando este proceso penal es el camino correcto, porque sus consecuencias podrían ser catastróficas para el país.
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Por último, se tiene el escrutinio realizado por la oposición, los cuales han confirmado la victoria de Edmundo González tras recuperar el 81 % de las actas de votación digitalizadas que le dan la victoria a este con un 67 % de los votos, comparado con el 30% del dictador. Esto significa que sin duda el legítimo presidente de la República de Venezuela es Edmundo González, por lo tanto, este tiene que ser reconocido tanto por el gobierno venezolano como por las demás naciones que clamaban por la verificación de los resultados.
Teniendo en cuenta la difícil decisión del pueblo venezolano y la investigación electoral realizada por los miembros de la oposición y los resultados que han brindado, es pertinente que exista un rechazo generalizado de los países democráticos del mundo y se tomen medidas para presionar a la dictadura para que entregue el poder. Por ese motivo es realmente importante que naciones como Brasil, México y, en especial, Colombia se sumen a la ola de rechazos contundentes realizados por países como Argentina o El Salvador, sin incurrir en tibieza o actuar como consejero del dictador, como lo ha hecho el presidente Petro. Por otra parte, la violación de derechos humanos por parte de las fuerzas armadas debe ser condenada internacionalmente con sanciones mucho más severas hacia los líderes del chavismo o aprobar la resolución que le exigía a la dictadura transparencia en elecciones, tramitada en el consejo permanente de la OEA. Ahora bien, en el caso más extremo, se debería realizar una intervención militar de los cascos azules de la ONU, para proteger los derechos humanos de los civiles y evitar la escalada de una protesta a un potencial conflicto armado.
El futuro del pueblo venezolano es incierto, sin embargo, el espíritu inquebrantable de su gente aún mantiene una llama de esperanza para conseguir la libertad de nuestro vecino país. Ahora bien, su situación es un llamado de alerta para que el pueblo colombiano no se deje endulzar los oídos por las mentiras del socialismo y rechace totalmente a vehículos electorales como el Pacto Histórico y la constituyente del aspirante a dictador que tenemos como presidente, o si no perderemos nuestra libertad.