OPINIÓN
Una contradicción llamada Hassan
Es evidente que Hassan Nassar tiene dos vidas: antes como periodista y ahora como funcionario. Lo preocupante es la falta de cordura, genera mucha desconfianza.
Jaime Bermúdez fue quizás el consejero de comunicaciones más efectivo de los últimos 20 años en Colombia. Como asesor dirigió los primeros cuatro años del presidente Álvaro Uribe Vélez. Con una regla: no aparecer. Era consciente de que Uribe era la estrella y su posición era detrás de bambalinas.
Hassan Nassar no ha tenido la misma destreza. Ya son dos los escándalos de su consejería en cuatro meses. La primera fue sobre el paseo a Panaca de la familia presidencial y un grupo de amigos. Se alargó más, por el desacierto del consejero de pelear en vez de reconocer el error, que era evidente. Bajo ningún escenario tenía presentación. Pero Hassan no tuvo la madurez para aceptar la metida de pata.
La segunda ocurrió el lunes pasado al conocerse el contrato de 3.350 millones de pesos con la empresa Du Brands para manejar los contenidos y la estrategia digital del presidente. Llamó la atención el día de la firma del contrato –30 de abril de 2020–, en plena pandemia y emergencia de salud y de la economía. A los ojos de la opinión pública no parece coherente contratar servicios de redes sociales en medio de la crisis del siglo. Aunque Hassan Nassar defendió el contrato dejó un mal sabor, en particular porque los fondos provenían de la paz.
Es evidente que Hassan Nassar tiene dos vidas: antes como periodista y ahora como funcionario. Lo preocupante es la falta de cordura, genera mucha desconfianza.
También causó malestar que la firma había participado en la campaña del No, en octubre de 2016. Era otra señal de la falta de sensibilidad del Gobierno. Hassan Nassar no pudo explicar el porqué la plata salía de la paz. Lo curioso, sin embargo, es que no aceptó que fuera un error. Trató de convencer al público de que los recursos no eran para la reinserción de los exmiembros de grupos armados; aunque, literalmente, la ley asigna estos recursos para ese fin.
En realidad todo el episodio refleja la testarudez del consejero que afecta su credibilidad. Una credibilidad que diariamente es golpeada por la publicación de sus críticos, que reproducen los tuits viejos de su época de periodista y que reflejan la posición controversial frente al Gobierno anterior (Juan Manuel Santos).
Cuando Hassan Nassar defendía el contrato de redes se publicó un tuit suyo del 29 de septiembre de 2014: “Esa bella costumbre de hablar de austeridad cuando se gastaron la plata en otras cosas, por ejemplo: Publicidad”. En los mismos días, “pagando impuestos para gastarlo en publicidad”.
Tampoco le llamaban la atención esos fondos de paz. “Esos contratos de la paz son un ‘boccato di cardinale’ del que comen varios, y porciones gigantescas”, opinó en febrero de 2016.
Como consejero presidencial, reconoció el valor para Colombia de formar parte de la Ocde (quedamos formalmente aceptados el mes pasado). No opinaba lo mismo en 2013: “Humor colombiano: ‘Colombia entra a la modernidad al ser invitada como miembro de la OCDE’: Minhacienda”.
Hassan Nassar era un periodista independiente. Abogaba por la diferenciación entre la Presidencia y la Fiscalía General. Ya no. Cuando la Fiscalía anunció una investigación a la alcaldesa de Bogotá por incumplir la cuarentena, retumbó el silencio de Hassan Nassar. En otras épocas fue implacable: “Señor Fiscal, disimule”, dijo en 2013. “Fiscal General de Casa de Nariño”, lo calificó en septiembre de 2014. Y en marzo de 2016, ironizó: “Y después dicen que la fiscalía no está haciendo política”.
Con las encuestas también cambió de parecer. Sacó un tuit el mes pasado elogiando el aumento en la favorabilidad del presidente Iván Duque. Curioso, no reaccionó igual en octubre de 2013. “Humor: la imagen positiva del presidente repunta”, dijo en ese entonces. En marzo de 2014 se burló de quienes ocupaban el cargo que hoy ostenta: “Quien le maneja hoy la imagen al presidente? Un contradictor (sic)”.
Es evidente que Hassan Nassar tiene dos vidas: antes como periodista y ahora como funcionario. Lo preocupante es la falta de cordura, genera mucha desconfianza.
En diciembre de 2019, días antes de asumir el cargo, escribió el tuit: “Premio desprestigiado ese. Otro se lo ganó mientras su administración mentía en la guerra en Afganistán y bombardeaba Oriente Medio. Mejor dicho, para qué seguimos dando ejemplos”.
La pregunta es si una persona tan controvertida le suma o más bien le resta a la difícil gestión del presidente.