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Una nueva masacre en Tacueyó

Nuevamente, el corregimiento de Tacueyó, perteneciente al municipio de Toribio en el Cauca, es víctima de una masacre.

Ariel Ávila, Ariel Ávila
30 de octubre de 2019

Este territorio ha visto pasar diferentes olas de violencia y la presencia de guerrillas, paramilitares y en general grupos armados ilegales. Allí, en la parte rural de Toribio se creó por parte de la entonces guerrilla del M-19 el Batallón América, también allí, en 1985, se dio la famosa masacre de Tacueyó. Fue uno de los acontecimientos más terribles y dramáticos que se dieron durante el conflicto armado colombiano. 

Un sector de las Farc, aquellos que querían llevar “la guerra a las ciudades” y crear un gran ejército revolucionario formaron una disidencia. Ante la negativa de extender la guerra a las ciudades, Javier Delgado y Hernando Pizarro, decidieron formar un grupo aparte de las Farc, básicamente se desertaron. Crearon el Frente Ricardo Franco, en honor a un excomandante de las Farc del Magdalena Medio. En un proceso de descomposición, los mandos del Ricardo Franco comenzaron a asesinar a sus militantes, decenas eran torturados y luego ajusticiados, la acusación era que supuestamente todos eran infiltrados del ejército y la CIA. Ante el horror, las comunidades de la zona acudieron al M-19 y las Farc, la petición era que “intervinieran”. Al final, el escándalo saltó a medios nacionales y el país conoció la pesadilla que se vivió en Tacueyó.

Cuando el M-19 hizo el proceso de paz, hubo unos días de tranquilidad, pero en cuestión de semanas la zona fue copada por las Farc, allí se instalaría el poderoso frente 6 y las fuerzas élites de esta guerrilla con la Columna Móvil Jacobo Arenas. Durante la violenta expansión paramilitar, diferentes estructuras llegaron a Santander de Quilichao y Guachené, en el norte del Cauca. Los municipios de la región volvían a incendiarse. Más tarde vinieron la arremetida de las Fuerzas Militares y las venganzas de las Farc. En la historia de Toribio hubo más de 600 tomas y hostigamientos a su cabecera urbana. Fue brutal la guerra.

Con la dejación de armas de las Farc, nuevamente hubo varios meses de tranquilidad, pero el Estado nunca llegó. Luego de más de un año de la dejación de armas llegaron las disidencias, el ELN comenzó a subir desde el municipio de El Tambo, y llegó un grupo que se hacía llamar EPL, la guerra comenzaba de nuevo. 

La explicación de la última masacre, ocurrida hace algunas horas tiene tres aristas, la historia es la siguiente: 

  1. El movimiento indígena del Cauca está en búsqueda de consolidar el control territorial, una de sus metas es erradicar los cultivos de marihuana. Este objetivo los colocó en la mira de los grupos de narcotraficantes de la zona. La mayoría de los jefes narcos viven en Cali, y desde allí contrataron las disidencias para evitar que la Guardia Indígena incautara la droga. 

El martes en horas de la tarde la disidencia de las Farc conocida como la Dagoberto Ramos, al parecer al servicio y contratada por grupos narcotraficantes, perpetró la masacre contra los Kiwe Thegnas de la guardia, resultando cinco indígenas asesinados, entre ellos la Autoridad Neehwesx Cristina Bautista, quien además era trabajadora social graduada de la Universidad del Valle. Este hecho se suma a una serie de ataques indiscriminados que la guardia indígena ha tenido que soportar en los últimos meses de parte de los grupos disidentes y que dejan un saldo de muerte que no para.

  1. Se suma a este complejo panorama que el domingo pasado en las elecciones locales, por un estrecho margen de cien votos, resultó elegido Silvio Valencia Lemus y que fue avalado por el Partido de la U. En esa elección perdió el representante más cercano al movimiento indígena Diego Fernando Yatacué del partido Mais. Ambos ya fueron notificados mediante un panfleto por el grupo que firma como el Cartel de Sinaloa –CDS-, al alcalde para que no se meta en su camino y al candidato perdedor para declararlo objetivo militar por lo expresado durante la campaña en el sentido de expulsar estos grupos narcotraficantes del territorio.  

Se debe aclarar que en esa región no existe el Cartel de Sinaloa, todo indica, que es una marca que utiliza la disidencia para ocultar sus crímenes. El triunfo de Silvio es una señal de las divisiones internas y al parecer es una reacción de sectores más mestizos de Tacueyó, de donde es originario el candidato ganador, e indígenas vinculados al cultivo de la marihuana, por los controles extremos que han tenido que establecer los indígenas en su intento de evitar los cultivos ilícitos.

  1. A todo esto, se le suma otro factor desestabilizador. El lunes ocurrió en zona rural de Corinto el asesinato de Flower Trompeta, quien era líder juvenil y campesino del proceso que busca constituir una Zona de Reserva Campesina en Caloto. Las comunidades denuncian que fue asesinado a manos de miembros del ejército, que presentaba signos de tortura y que se estaba fraguando un falso positivo. Ese mismo día, se presentó un atentado en el parque principal de Toribio contra el reconocido rapero indígena de nombre Jhon Jota, quien resultó gravemente herido. Las Fuerzas Militares dicen que Trompeta era miembro de la disidencia y que murió en combate. 

Los procesos de estigmatización continúan contra las comunidades y las Fuerzas Militares los ven como enemigos o al menos con desconfianza. Mientras tanto, la guardia indígena no se quita el bastón y el movimiento indígena no quiere que el dolor se les torne costumbre. La lucha por la defensa de la vida ante este etnocidio nos corresponde a todos los colombianos si queremos avanzar hacia la paz.



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