OPINIÓN

Uribe versus Duque

A muchos de nosotros nos aterra el castigo: 17 años de prisión. Es muy abusivo. Y también nos parece absurdo que no tenga otra instancia judicial.

Alfonso Cuéllar, Alfonso Cuéllar
13 de julio de 2019

Andrés Felipe Arias iba ser el presidente más joven. Lo único que le faltaba era derrotar en la consulta conservadora a la exministra y exembajadora Noemí Sanín. Era la tercera candidata presidencial y para ser honestos, nadie daba un peso por ella. Arias no quiso evitar la candidatura conservadora. Dicen que con ella sería más fácil para Arias recibir la bendición del hombre que tenía los votos. Ganándole a Noemí estaría a un paso del solio de Bolívar en 2010. 

No le alcanzó. Noemí lo derrotó por pocos votos. Y Juan Manuel Santos se ganó el derecho de representar a Álvaro Uribe Vélez. Recuerdo esta anécdota aunque en los últimos años ha cambiado la versión y se dice que a Arias le robaron la candidatura. No fue así. Simplemente, Noemí tuvo más votos. 

No es la única falacia, pero es la más divulgada, especialmente por periodistas. Nueve años después, ya no se habla de Arias presidente sino, posiblemente, como el primer extraditado de Estados Unidos. Literalmente, del cielo al infierno.

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Nunca he estado de acuerdo con las pruebas con las que condenaron a Arias. Para empezar, no fue el primer ministro en la historia que utilizaba un convenio para distribuir recursos. Es injusto que pague por una práctica tradicional. Tampoco me parece serio que ataquen a los beneficiarios. El problema de Agro Ingreso Seguro no era ese. No era prohibido que agricultores ricos recibieran subsidios. La ley impulsaría nuevos productos afectados por el TLC. Que no pasara no es culpa de ellos.  El error es la política de Agro Ingreso Seguro.

Se le ha dado demasiada importancia a Agro Ingreso Seguro en la campaña de Arias. Se especula la coincidencia de beneficiarios con aportes a su candidatura. Lo uno no significa lo otro, necesariamente. Era evidente que iban a apoyar a Arias, con o sin subsidios.

También se ha escrito un río de tinta acerca de que esa venganza es contra Uribe. Al fin y al cabo, su apodo es Uribito. Y hay elementos de soporte. La prueba más seria parecía ser la presunta grabación de la plenaria de la Corte Suprema. Allí  se alega la situación y  la necesidad de la condena de Arias, y que tiene un tinte político. Pero todo eso es superfluo ante la realidad: Arias es culpable. Es un hecho irrefutable. 

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A muchos de nosotros nos aterra el castigo: 17 años de prisión. Es muy abusivo. Y también nos parece absurdo que no tenga otra instancia judicial. Que no haya la oportunidad para apelar, por las incongruencias del caso.  

Pero la fuga de Arias no habla bien de él. Demuestra una actitud de culpabilidad. A lo Santrich. Su captura por las fuerzas federales de Estados Unidos, tampoco. 

La defensa de Arias se la jugó por dos alternativas. La primera insiste en que a Arias le violaron los derechos humanos al no permitirle una segunda instancia. La ganó; hasta la misma Naciones Unidas le reclamó al Gobierno colombiano la falta de garantías. El problema es que no hay una solución inmediata. Hay que hacer una reforma por el Congreso y eso está en pañales. Se teme que al abrirle a Arias una segunda oportunidad podrían colarse otras con investigaciones  (i.e. parapolíticos). 

A muchos de nosotros nos aterra el castigo: 17 años de prisión. Es muy abusivo. Y también nos parece absurdo que no tenga otra instancia judicial.

La otra medida era más audaz. Alegar que el tratado de extradición entre Estados Unidos y Colombia no existe. Audaz, porque es de público conocimiento que hay miles de colombianos extraditados al coloso del Norte. Audaz, porque en realidad tiene razón: no está vigente el tratado. Audaz, porque la cabeza del movimiento fue Uribe Vélez, el presidente que extraditó a más colombianos en la historia.

Sin embargo, no tuvieron éxito. Declarar no vigente el tratado por parte de Estados Unidos era muy peligroso. La extradición tiene muchos enemigos y una decisión en contra podría acabarla.  No era un riesgo aceptable. Ni la posición de Uribe. 

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Es extraña esa postura. Dicen que Uribe se arrepiente de haberle recomendado a Arias irse.  Era mejor dar la batalla aquí. 

No deja de ser irónico que a Arias finalmente lo extradite el Gobierno de Iván Duque. Se esperaba que sería resuelto favorablemente por la nueva administración porque el problema era Santos. Ahora, el chicharrón le queda a Duque, el uribista de 2019. 

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