OPINIÓN

El pantano de Vargas

¿Vargas Lleras tiene las maquinarias? o ¿las maquinarias tienen a Vargas Lleras? Con la elaboración de su lista, logró la curiosa hazaña de estar simultáneamente solo y mal acompañado.

Daniel Coronell, Daniel Coronell
27 de enero de 2018

Germán Vargas Lleras es el primer perdedor de la consulta de marzo entre Iván Duque, Marta Lucía Ramírez y Alejandro Ordóñez. En primer lugar, porque el espacio de opinión que aspiraba a ocupar ya quedó lleno. Segundo, porque la consulta de la derecha va a lograr en marzo un número considerable de votantes –de todas las tendencias– que será un impulso definitivo para poner en segunda vuelta a quien gane. Y tercero, porque ese resultado, sumado a la ausencia de diferenciación, provocará que buena parte de los votantes de derecha que corteja prefieran irse en primera vuelta con la opción probada.

Lo raro es que hace apenas unos meses Vargas Lleras era tenido como el seguro presidente o cuando menos como uno de los finalistas que disputarían la segunda vuelta. Hoy ninguna encuesta le da el primero o el segundo lugar. Está en el lote de los quedados con números muy parecidos a los de Humberto de la Calle y Clara López.

¿Cuáles fueron los errores que llevaron a Germán Vargas Lleras a este estado de postración? Tal vez todo pueda resumirse en una palabra: oportunismo.
Vargas Lleras ha querido cobrar políticamente las obras de vivienda e infraestructura del gobierno Santos y al mismo tiempo deslindarse de sus errores evidentes en las mismas áreas. Reivindica el pedazo de carretera que salió bien, pero subraya que la obra del puente caído se contrató antes de que él llegara: “A quienes me asignan responsabilidades, les recuerdo que esa obra fue contratada el 22 de enero de 2010, cuatro años antes de que yo asumiera responsabilidades en el sector de la infraestructura”.

Eso sí, no dice que la obra en cuestión se ejecutó en gran medida cuando él estaba a cargo del sector. Y se cuida de mencionar quién era el presidente cuando se suscribió el contrato.

Decide inscribirse por firmas para tratar de limpiarse de las sombras que cobijan a Cambio Radical. Sin embargo, esa campaña de recolección de firmas en todo el país se hizo bajo la tutela embozada de ese partido, y en algunos sitios en medio de señalamientos de participación de empleados públicos y exigencias de cuotas de firmas a contratistas.

Los 5 millones de firmas conseguidos por Vargas Lleras estuvieron a punto de desbordar el censo electoral. Para citar dos ejemplos, el Canal Caracol informó que en Guainía, donde hay 26.639 ciudadanos habilitados para votar, firmaron por Vargas Lleras 25.372. Más del 95 por ciento del censo.
En Vaupés el resultado fue aún más dramático. De acuerdo con el registro de Caracol, el 99 por ciento de los votantes firmó por Vargas Lleras. Hay 21.631 votantes potenciales y 21.584 respaldan su aspiración. Asombroso.

En su incesante estrategia para volverse presidente, Vargas se ha dedicado a cultivar caciques cuestionados. En su lista de Senado está, por ejemplo, Richard Aguilar, el hijo del enriquecido coronel Hugo Heliodoro Aguilar, un acaudalado empresario de la política, quien confesó haberse robado la pistola de Pablo Escobar.

Cambio Radical también engalana su tarjetón con Juliana Escalante García, la sobrina y heredera política de Álvaro ‘el Gordo’ García, amo electoral de Sucre y parapolítico condenado a 40 años de prisión como autor intelectual de la masacre de 12 campesinos en Macayepo, que fueron asesinados a garrotazos por los paramilitares.

La lista podría seguir con cuestionados representantes de las más corruptas castas políticas del país con los que Vargas Lleras se ha asociado para aumentar su bancada en el Congreso y quizás volverse viable por cuenta de los resultados de las elecciones parlamentarias.

¿Vargas Lleras tiene las maquinarias? o ¿las maquinarias tienen a Vargas Lleras? Con la elaboración de su lista, logró la curiosa hazaña de estar simultáneamente solo y mal acompañado.

Nada garantiza que los caciques que se elegirán en marzo se partan el brazo por él en la primera vuelta. Quizás para ese momento ya sea un intermediario innecesario.

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