Opinión
Vergüenza diplomática en México
En la actualidad, para inscribirse en la carrera diplomática para ser el representante de la nación en el exterior, se debe tener como mínimo una carrera profesional, dominar una segunda lengua y tener algo de experiencia relacionada.
Una de las críticas más comunes que se les han realizado a los últimos gobiernos del país es el nombramiento de personas sin idoneidad en cargos diplomáticos. Las embajadas y consulados se convirtieron en un botín electoral con el cual se pagan favores políticos, se pensionan amigos y se envían a gozar de altos cargos a muchos que no están preparados para asumir esas funciones.
Durante la campaña electoral el presidente Gustavo Petro prometió la profesionalización del servicio diplomático. En ese momento afirmaba que dichos cargos no iban quedar en manos de amigos políticos y cuotas burocráticas. Por el contrario, su gobierno los entregaría a quienes pertenecen a la carrera diplomática. Dicha promesa fue reiterada por el canciller Álvaro Leyva en los primeros días del inicio de su periodo como Ministro.
Sin embargo, a medida que fueron pasando los meses llegaron varios nombramientos que iban en contra de todo lo dicho en campaña. Armando Benedetti en Venezuela; León Fredy Muñoz, en Nicaragua; Camilo Romero, en Argentina; Jorge Rojas, en Bélgica; Ligia Margarita Quessep -mejor amiga de la primera dama-, en Italia; el anuncio de Sebastián Guanumen como cónsul en Chile, entre otros.
A pesar de los llamados de las organizaciones sindicales, líderes políticos, periodistas y académicos para que el presidente respetara su promesa, este hizo caso omiso y siguió nombrando personas sin ningún tipo de conocimiento o preparación en estos cargos. La semana pasada el desastre diplomático tocó fondo con la posesión de Álvaro Moisés Ninco como embajador en México y la de Andrés Hernández como cónsul en el mismo país.
En la actualidad, para inscribirse en la carrera diplomática para ser el representante de la nación en el exterior, se debe tener como mínimo una carrera profesional, dominar una segunda lengua y tener algo de experiencia relacionada.
El nivel de descaro con el nuevo embajador en México toca el límite de estos mínimos. Según registra su hoja de vida, apenas culminó nueve semestres de política y relaciones internacionales. Su experiencia laboral es pobre, tan solo certificó dos años y medio de trabajo, de los cuales fue asistente del exsenador Gustavo Bolívar por doce meses y enlace de gestión política de la Colombia Humana durante otro periodo igual.
Lo peor es que la motivación del decreto 190 del 10 de febrero de 2023 -por el cual se nombra a Ninco- dice que se tuvo en cuenta “su participación como estudiante de la Universidad Sergio Arboleda en el tercer simposio de estudiantes de Política y Relaciones Internacionales y su intervención en el modelo de las Naciones Unidas de la Universidad de la Sabana” para designarlo como embajador.
No sé si el presidente no se da cuenta de la burla para miles de personas que por años se han formado y capacitado al interior de la carrera diplomática que representa estos nombramientos. ¿Cómo explicarles a tantas personas que han sacrificado sus finanzas, familias y vidas dentro de la carrera que un amigo de Gustavo Bolívar, sin profesión y experiencia, acaba de ser nombrado embajador por encima de ellos?
El caso del cónsul en México Andrés Hernández es todavía más burdo y sobre todo ilegal. El 22 de noviembre del año pasado el canciller Álvaro Leyva le solicitó al Departamento Administrativo de la Función Pública que estudiara los documentos de Hernández y emitiera un concepto sobre el cumplimiento de los requisitos para ser designado en ese cargo. El 26 de diciembre la Función Pública respondió diciendo que:
“Finalmente, revisando la documentación aportada en su comunicación, el señor Andrés Camilo Hernández Ramírez, no cumpliría con los requisitos exigidos para los cargos de Ministro Plenipotenciario, Ministro Consejero o Consejero del Ministerio de Relaciones Exteriores, en el Manual Específico de Funciones y de competencias Laborales, toda vez que debe acreditar como mínimo 8, 6 o 5 años de experiencia profesional respectivamente, contada a partir de la terminación y aprobación de todas las materias que conforman el pénsum académico de la respectiva formación profesional”
El señor no cumplía con los parámetros establecidos por las normas vigentes y, aun así, no le importó al canciller expedir el decreto nombrándolo en dicho consulado un mes después. Lo que hizo Álvaro Leyva es, a todas luces, una infracción al régimen disciplinario. Nombrar funcionarios, sin el lleno de requisitos legales; y aceptar dicho cargo es una infracción que puede acarrear fuertes sanciones.
Quienes se indignaban en el pasado con algunos nombramientos diplomáticos hoy guardan silencio. Se les olvida que nombrar en cargos a personas que no cumplan con los requisitos de ley también es corrupción. El doble rasero que hoy preside la Cámara de Representantes parece haber olvidado tantos años de denuncias que él mismo realizó sobre estos temas. Mucho más ahora que son sus propios copartidarios quienes cometen dichas violaciones a la ley. Si ahora él no quiere denunciarlos, entonces lo haré yo. Como ciudadano pondré este caso en conocimiento de la Procuraduría General de la Nación porque me parece completamente indignante que el Ministerio actúe de esta manera sin ninguna consecuencia y subestimando a la ciudadanía.