OPINIÓN

Viviane y Sofía, y el olvido de los liberales

Jesús Pérez González-Rubio
27 de octubre de 2017

El “manifiesto” de las jerarquías del Partido Liberal establece en su numeral primero que sus militantes se comprometen “A hacer respetar y a conseguir en todas las decisiones y políticas públicas el respeto al máximo grado de libertad de todas las personas”. Cómo compaginar esta declaración en favor de la libertad con la siguiente iniciativa que cursa en el Congreso en medio del silencio cómplice de la Dirección Liberal: “El ejercicio del derecho al voto en las elecciones anteriores constituirá un requisito obligatorio para acceder al empleo público”…

El Partido Liberal ha perdido su norte ideológico. La prueba es que el “manifiesto” no ha sido expedido para hacer respetar la “libertad”. Lo prueba el proyecto citado que ya aprobaron en la Comisión Primera de la Cámara y que establece como sanción a los abstencionistas la privación de su derecho al desempeño de funciones públicas. El que sea una medida esencialmente igual a la primera expedida por Hitler en contra de los Judíos, no le dice nada a nuestra flamante Dirección Liberal. Es que el “manifiesto” no es realmente para defender la libertad y los demás derechos como el de acceso a la función pública, sino para cerrarles el paso a dos senadoras que piensan distinto sobre ciertos temas.

Dice Hans Kelsen en su libro “¿Qué es justicia?”: “Si la democracia es una forma justa de gobierno, lo es porque supone libertad (libertad del elector entre otras libertades), y la libertad significa tolerancia. Cuando la democracia deja de ser tolerante, deja de ser democracia. Pero ¿puede la democracia ser tolerante en su defensa, frente a las tendencias antidemocráticas? Sí, puede en la medida en que no debe reprimir la expresión pacifica de las ideas antidemocráticas. Esta tolerancia distingue la democracia de la autocracia. Mientras mantengamos esta diferencia, podremos rechazar la autocracia y sentirnos orgullosos de nuestra forma de gobierno democrática. La democracia no puede defenderse así misma si se rinde” (Ariel, 1992, p.62), si se niega.

Las Directivas Liberales le están negando a Viviane Morales y a Sofía Gaviria la libertad de pensamiento y para ello han cometido un acto de intolerancia antidemocrático: Excluirlas de la consulta popular. Lo democrático y lo liberal es comportarse de acuerdo con las enseñanzas de Kelsen que coinciden con el siguiente principio de Voltaire: “Estoy en desacuerdo con lo que dices, pero defenderé hasta la muerte tu derecho a decirlo".

Es la conducta que no aplica en la actualidad el Partido Liberal Colombiano.

La primera de las senadoras mencionadas propicia un referéndum con el cual estoy en desacuerdo porque en mi opinión implica una discriminación contra solteros y parejas gais. Ella, sin embargo, lo ve como una protección a la infancia más pobre y desamparada.

A su turno la senadora Sofía Gaviria es una crítica del proceso de paz. Tampoco estoy de acuerdo con sus puntos de vista porque para mí el pacto de paz es la paz misma que yo apoyo hasta el punto de que si sustraemos o prescindimos del Acuerdo o lo eliminamos, desaparece la paz como cesación de hostilidades armadas.

Pero en un partido democrático no se puede desde las altas jerarquías impedir que se expresen las ideas que están en desacuerdo con las propias. Yo no coincido en materia de paz con la senadora Gaviria porque participo del siguiente criterio también expuesto por Kelsen: “Sólo puedo estar de acuerdo en que existe una Justicia relativa y puedo afirmar qué es la Justicia para mí. Dado que la Ciencia es mi profesión y, por tanto, lo más importante en mi vida, la Justicia, para mí, se da en aquel orden social bajo cuya protección puede progresar la búsqueda de la verdad. Mi Justicia, en definitiva, es la de la libertad, la de la paz; la Justicia de la democracia, la de la de tolerancia” (ob.cit. p. 63). Hay en él una relación entre Justicia y verdad, y entre Justicia, libertad y paz que en el fondo es lo fundamental de la justicia transicional.

Pero las senadoras tienen derecho a sus opiniones y no es legítimo desde el punto de vista de las ideas expuestas, inventarse un truco para excluirlas del partido o sacarlas de la contienda por la candidatura Liberal. Es que como decía el ex presidente López Michelsen el Liberalismo es una coalición de minorías. Esta característica lo hacía el más votado entre todas las agrupaciones políticas colombianas.

El partido, por lo demás, siempre ha tenido un ala que podríamos caracterizar como más próxima a las ideas conservadoras y otra con inspiración más social. Sucede en todos los partidos. No es lo mismo la concepción conservadora de Belisario Betancourt que la de Álvaro Gómez o el liberalismo de Alfonso López Pumarejo y el de Juan Lozano y Lozano. Tampoco en los Estados Unidos el republicanismo de Abraham Lincoln y el de Donald Trump.

Quisiera pedirle, si me fuera permitido, a las vetustas Directivas del Liberalismo que se apeguen más a los principios liberales y democráticos y a la tolerancia que ellos implican y que López Michelsen exponía de la siguiente manera:

“Toda mi labor de estos años se ha encaminado a adelantar la defensa de las minorías, de los disidentes, de los inconformes, con el criterio estrictamente liberal, de que, ya que es imposible incorporar a la vida nacional todas las opiniones, mediante un proceso de asimilación, homologación, o lavado de cerebro, hagamos de la tolerancia con las opiniones ajenas un terreno común en donde todos podamos darnos cita. He escrito a favor de los protestantes, no porque comparta sus creencias sino porque creo que tienen un legítimo derecho a profesarlas y que al hacerlo públicamente desempeñan una importante función en el camino de educar a las gentes a convivir con personas de distintos credos. He defendido a los comunistas o más exactamente el derecho de los comunistas a expresar sus ideas, no porque sean las mías, sino porque considero que, a más de ser un principio de nuestra colectividad garantizar la libertad de ideas, nosotros podremos salir siempre victoriosos en una competencia abierta con el partido comunista de Colombia”… (Colombia en la Hora Cero, Ediciones Tercer Mundo, p. 190)
De la Calle, a su turno, ha dicho “que cree fervientemente en la visión liberal de la sociedad, en el pluralismo, que tiene fe en el dialogo, en la no discriminación, en la reconstrucción del tejido social y la reconciliación” (El Tiempo, 22 octubre 2017).

Es la visión liberal y pluralista que no ha tenido la Dirección del “Gran Partido” respecto de Viviane Morales y Sofía Gaviria quienes han terminado discriminadas y excluidas en razón de sus ideas. A sus eventuales electores se les ha privado del derecho a sufragar por ellas, y a ellas se les ha privado del derecho a ser elegidas. Esto definitivamente no es muy liberal. Tampoco democrático.

Constituyente 91*

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