Rafael Guarín Columna Semana

Opinión

Votos o plomo

Durante el paro nacional, el discurso de Petro, en la práctica, legitimó toda la violencia urbana, incluida la de células del ELN y de las Farc disidencias, además de exaltar los delitos de la primera línea.

16 de junio de 2022

El recién dado de baja alias Mayimbú era un entusiasta de la elección de Gustavo Petro. Dicho criminal reemplazó hace unos meses a alias Jhonier en la dirección del Comando Coordinador de Occidente de las Farc disidencias, que articula estructuras armadas en Cauca, Valle del Cauca, Tolima, Huila y Nariño. Se trata del suroccidente de Colombia, precisamente la región donde el Pacto Histórico obtuvo una enorme votación y donde se concentra el narcotráfico y la extracción ilícita de oro.

En la primera vuelta de la elección presidencial, las autoridades registraron 13 departamentos con constreñimiento de grupos armados organizados. En 87 municipios se afectó la libertad de elegir: 9 estructuras de las Farc disidencias, 6 del ELN, 4 del Clan del Golfo y hasta el grupo de delincuencia organizada Los Pachenca, presionaron el voto.

Respecto a la segunda vuelta, las autoridades conocen que 14 estructuras armadas despliegan terror, con el fin de elegir al señor Petro; con certeza son muchas más. Algunas, a título de ejemplo: el ELN coacciona en Ábrego, Norte de Santander, con la Compañía Comandante Diego. En Samaniego, Nariño, la tarea la hace el Frente Comuneros del Sur, y en Arauca, el Frente de Guerra Oriental.

Las Farc disidencias, con la estructura Jaime Martínez, hacen proselitismo armado en Jamundí, Valle del Cauca. Y en El Tambo, Argelia y Patía, en Cauca, lo hace el Frente Carlos Patiño. Igual sucede en Puerto Lleras, Vista Hermosa y Puerto Rico, en el Meta, área de la estructura Jorge Briceño.

El Clan del Golfo no se queda atrás. También pondrá unos voticos y una platica. En Carmen del Darién, Riosucio, Juradó y Bojayá, en el Chocó, la consigna es “Todos, son todos, a votar por Petro”.

En el sur de Tumaco, en Alto Mira y Frontera, los grupos que controlan los cultivos ilícitos, el procesamiento y el tráfico de cocaína están presionando a las comunidades para elegir al mismo personaje.

Formalmente, esa campaña rechaza tales apoyos y “a la gente hay que creerle”. Pero lo cierto es que a punta de amenazas, desplazamientos, asesinatos y despojo, esos grupos están en campaña por Petro. El deplorable asesinato del líder indígena Jesús Antonio Montano, que denunció la presión contra las comunidades en el Cauca para que votaran por ese candidato, comprueba que hay una campaña paralela a punta de plomo.

¿Por qué el apoyo de esas organizaciones ilegales?

En ese candidato convergen intereses de diversa índole que han sido cultivados, auspiciados y propiciados por los mensajes de su campaña y su propia trayectoria. Veamos:

En el Senado defendió a Santrich y a Iván Márquez, los traidores del proceso de paz de La Habana y que continuaban delinquiendo.

Durante el paro nacional, el discurso de Petro, en la práctica, legitimó toda la violencia urbana, incluida la de células del ELN y de las Farc disidencias, además de exaltar los delitos de la primera línea.

También ha anunciado que reconocerá el régimen de Nicolás Maduro, sin ninguna condición. ¡Magnífica noticia reciben Iván Márquez y Antonio García! Un gobierno del Pacto Histórico admitirá que el territorio de Venezuela siga siendo santuario de protección para ellos y cientos de sus hombres, además de plataforma para el tráfico de estupefacientes.

El candidato plantea reformar la extradición y condicionarla al cumplimiento de penas en Colombia. Y miembros de su partido prometieron a extraditables en cárceles, no extraditarlos. Adicionalmente, es perseguidor de quienes desde el gobierno y la fuerza pública más han combatido a esas mafias. Es más duro con los soldados y policías que con los Mayimbú.

La promesa de ¿perdón social’ y la apertura de nuevos procesos de paz colmados de impunidad, privilegios económicos y beneficios políticos, debe generar fervor en narcotraficantes y terroristas activos y presos. Al fin y al cabo, cree que los diálogos con el ELN los dinamitó el gobierno de Iván Duque, no el carro bomba que dejó 22 jóvenes muertos en la Escuela General Santander. Señores del ELN, pueden seguir poniendo bombas, no habrá consecuencias.

Y si bien para Petro esos respaldos son no deseados (me imagino), sí resultan calculadamente convenientes. Todo votico es necesario, pero, sobre todo, porque le dará la excusa perfecta para tratar de empujar al país, con la bandera de la paz completa, a una Asamblea Constituyente; el mecanismo adecuado para imponer el “cambio”, el cambio de orden, con todo lo que eso significa. Los elenos lo saben muy bien.

Twitter @rafaguarin