Opinión
Y nadie habla de los emprendimientos
A lo largo de la campaña presidencial, mucho se ha hablado de los debates sobre la financiación estatal, el déficit y las respectivas reformas tributarias, pero sin duda la discusión sobre el alcance de los emprendimientos y la necesidad de regulación de muchos, ha brillado por su absoluta ausencia. Sería importante oír a los candidatos sobre las propuestas aplicables a los nuevos motores de la economía colombiana, la revolución digital no da espera.
A pocos días de llevarse a cabo las elecciones presidenciales, el evento democrático más importante de nuestro sistema, hemos extrañado por completo, en casi todas las propuestas, y al interior de los programas de gobierno de los diferentes candidatos, ideas concretas e innovadoras en materia de formulación de políticas públicas para el estímulo de los diferentes emprendimientos, los cuales cada vez más, se muestran como verdaderos motores de nuestra economía, configurándose estas instancias creativas como la nueva cuna empresarial colombiana.
Una nueva elite de ejecutivos, que a diferencia de los importantes industriales del siglo XX, son expresiones de la visión juvenil y moderna del mundo, está lejos de corbatas y trajes, en cabeza de jóvenes menores de 40 años que, descomplicados, han labrado un nuevo horizonte dentro de nuestra realidad empresarial, desde su forma de vestir, hasta en el planteamiento de sus innovadoras y revolucionarias ideas de negocio.
Si hay algo que debemos aplaudir de pie y reconocerle al Gobierno actual del presidente, Iván Duque, es precisamente su apuesta estatal en materia del fomento a las nuevas iniciativas y emprendimientos. Poco es lo que se habla de las subvenciones de la ley de la economía naranja, que básicamente otorga el enorme beneficio de la exención tributaria del impuesto a la renta a las empresas, cuyo objeto social gira en torno al desarrollo de actividades creativas y culturales, configurándose como una verdadera y real opción para los diversos empresarios que normalmente deben lidiar con titánicos esfuerzos en aras de emprender.
Está demostrado, y las cifras son claras en reiterar, que en el período presidencial de Duque (que está por terminar en próximos meses), se priorizó, de manera efectiva, el impulso de la economía naranja, pero faltó el establecimiento de una política agresiva con estímulos financieros y laborales para consolidar una real iniciativa pública de emprendimiento. De ahí, la creación no de una consejería, sino de un Ministerio del Emprendimiento, es una realidad inaplazable que no admite más dudas.
Cada vez son más recurrentes los titulares de prensa de diversos emprendimientos colombianos que logran multimillonarias inversiones extranjeras, haciendo que se conviertan en empresas foráneas con poca vocación de permanencia con su lugar de origen, pues para nadie es un secreto, que iniciar empresa en el país es un desafió gigante. El sector financiero no tiende la mano a los nuevos empresarios a y su turno. La carga impositiva, por lo general, termina convirtiendo muchas ambiciosas iniciativas, en trágicas pesadillas que se traducen en embargos, secuestros, reportes a boletines de deudores morosos, en fin, toda una gama de complejas dificultades que hacen que muchos importantes emprendimientos queden ahí, en el plano de la ideación y no de la materialización
El sector de emprendimientos hoy por hoy es como una nueva visión de la economía, que encuentra en los negocios jóvenes, actividades antes relacionadas con sectores que nunca se atrevieron a pensar en temas que, por ejemplo, siempre la banca mencionó, pero nunca materializó. Todo un catálogo de ideas que siempre han estado en el imaginario estatal, pero que nunca han logrado consolidarse, como la inclusión financiera de todos los colombianos.
Hoy por hoy son más del 70 % de nuestros ciudadanos, los que se encuentran totalmente excluidos o marginados del sistema a financiero, y que no les queda otra opción que acudir a la informalidad, a los préstamos “gota a gota”, que más que una ayuda financiera, son agencias de constreñimiento y coacción ilegal, o por el otro lado acuden a los truculentos y fraudulentos esquemas piramidales, que tarde o temprano, les quita lo poco que logran invertir.
Sin embargo, la infinidad de oportunidades en los sectores Fintech, involucran instrumentos con mecanismos dignos de mitigar la informalidad y sobre todo la segregación del mundo financiero. Pero qué hablar de una persona que se encuentre reportada en una central de riesgo a la hora de conseguir una póliza para un arrendamiento, una especie de instancia de prejuzgamiento a toda luz ilegal que se nutre del fenómeno de la desbancarización como problemática social y económica al interior de nuestro sistema.
Ahora, no solo las nuevas tendencias en emprendimiento tienen que ver con la insurrección Fintech, son todos los sectores de la economía los que han logrado permearse del estado de la técnica y de sus incuestionables beneficios y en especial sus inconmensurables aportes a la calidad de vida de todos los ciudadanos.
No es novedad que una labor como la mensajería en materia de activación económica ha sido contundente, ejemplos como Rappi o como los mensajeros urbanos, nos indican que la informalidad regularizada será un frente de negocios importante, ya que tendremos jóvenes inventando como organizar las ventas ambulantes u organizando, a través de plataformas, la venta de los tiquetes de transporte urbano y regional. Emprendimientos que van desde la gestión documental, hasta la estructuración de operaciones aduaneras, capaces de recoger los zapatos del pequeño fabricante en el barrio el Restrepo de Bogotá, para lograr exportarlos en contenedores a Europa.
Es que el emprendimiento puede llegar a todo lo que no hemos podido organizar adecuadamente y es por ello, la importancia de recordarle a los candidatos presidenciales, la necesidad de un capítulo especial en sus ideas sobre la política pública de emprendimientos.
Es más, curiosamente en el debate de candidatos de ayer, adelantado por SEMANA y el Diario El Tiempo, se hizo viral la pauta sobre cripto monedas, que anunciaba la posibilidad de ahorrar en dólares; sin embargo, en la conversación, nadie habló del tema, algo que en Colombia está en mora de regular. De poco han servido los denominados “Sandboxes”, de la Superintendencia Financiera, si la actividad de cripto activos sigue siendo un tabú y un sinónimo de prohibición o de bloqueo financiero, cuando la realidad internacional ha logrado unanimidad en disposiciones regulatorias para hacer viable el tránsito de cripto activos, por diversas plataformas y que al final le permitan al usuario realizar el natural ejercicio de retirarlos en la correspondiente moneda local después de la respectiva conversión.
Tenemos que dejar el miedo a un lado e implementar políticas estatales eficientes en materia de monitoreo y conocimiento de cliente que logren estructurar un sistema de autogestión del riesgo de lavado de activos que logren mitigar el impacto de estas prácticas, tal y como actualmente se viene ejecutando con los respectivos movimientos de dinero en efectivo, que por su naturaleza intangible lo hacen casi que irrastreable y constituyen siempre una latente amenaza LAFT.