Opinión
Yopal, corazón llanero
Quizá lo más destacado de nuestro recorrido fue el diálogo con la comunidad, que nos hizo comprender por qué Yopal es considerado como el corazón llanero.
Recientemente, tuvimos el privilegio de visitar Yopal junto con los miembros de la junta directiva de la Universidad del Rosario. Fuimos recibidos con una calurosa bienvenida y expresiones de cariño por parte de la Cámara de Comercio de Casanare y líderes de la ciudad y el departamento. Fue un encuentro extraordinario para comprender más a fondo sus apuestas estratégicas y las características que definen a la región.
El departamento cuenta con cerca de 24 mil empresas que conforman un tejido empresarial dinámico y diverso, compuesto en su mayoría por microempresas (casi el 95 %), mientras que el restante se divide entre pequeñas, medianas y grandes empresas, como sucede en gran parte de Colombia.
Muchos colombianos no somos conscientes del impacto del Casanare como potencia agropecuaria y energética en el desarrollo de nuestro país. De acuerdo con la información compartida por la Cámara de Comercio, el departamento lidera la producción nacional de gas natural, ocupa el segundo lugar en producción de petróleo y tiene una importante diversificación agroindustrial con cultivos como el arroz (primer lugar en producción nacional con un 34 % del total), la palma de aceite (cuarto lugar), el plátano y el cacao. Además, cuenta con un hato ganadero muy reconocido (quinto lugar en el país), un comercio pujante y un turismo sostenible que va ganando participación nacional con opciones como el turismo de aventura o el avistamiento de aves.
Es de resaltar que Yopal, la capital departamental, alberga más de la mitad de las empresas del Casanare (12.097) y tiene una industria emergente en varios sectores, lo que le permite diversificar su economía más allá del petróleo.
Se observa un compromiso del sector público, privado, las empresas y la academia por fortalecer la competitividad regional. Casanare se ubicó en el puesto 19 entre los 33 territorios evaluados en el último Índice Departamental de Competitividad, superando a los departamentos de Nariño y Cesar con un puntaje de 4.42 sobre 10. El departamento alcanzó su mejor resultado en el pilar de educación básica y media, con buen desempeño en los indicadores de cobertura neta en educación primaria y puntaje pruebas saber 11 en colegios oficiales, mientras que sus retos más importantes se concentran en los pilares de innovación y sostenibilidad ambiental.
Entre los desafíos significativos que enfrenta el departamento podríamos mencionar: 1) Reducir la pobreza, que afecta al 13.3 % de sus habitantes según el Índice de Pobreza Multidimensional, un porcentaje superior al promedio nacional de 12.9 %. Esto contrasta con la abundancia de recursos naturales y la baja densidad poblacional del territorio. 2) Mejorar la infraestructura vial, que es vulnerable a fenómenos naturales y que limita la movilidad y el desarrollo económico. 3) Brindar más acompañamiento a los actores de la agroindustria, para fortalecer su capacidad productiva y competitiva. 4) Fomentar una mayor sensibilidad y estrategias para el cuidado del maravilloso entorno natural del departamento, evitar la deforestación y avanzar en la transición energética. 5) Fortalecer la seguridad, que se ve amenazada por la presencia de bandas criminales.
Un aspecto clave para el desarrollo del departamento, de acuerdo con el diálogo que sostuvimos, es la necesidad de fortalecer el talento humano mediante procesos de enseñanza-aprendizaje acordes con las apuestas productivas y con una innovación pedagógica que incorpore las tecnologías de la información.
Al finalizar nuestra visita, ya de regreso en el aeropuerto El Alcaraván, la conversación de los miembros de la junta directiva de la Universidad giró en torno al agradecimiento por el reconocimiento a nuestros 370 años de servicio al país y nuestra admiración por el talento de Yopal (“aguerrido y con tesón”, como lo dice el himno de la ciudad), que trabaja con generosidad por un sueño colectivo de desarrollo y progreso.
La oportunidad de vivir las tradiciones llaneras permite, sin duda, entender el valor cultural e identitario que tienen para la región diversas expresiones artísticas y gastronómicas como el contrapunteo, el coleo, el joropo, un buen plato de mamona, los tungos de plátano o de arroz y las hayacas que no pueden faltar.
Quizá lo más destacado de nuestro recorrido fue el diálogo con la comunidad, que nos hizo comprender por qué Yopal es considerado como el corazón llanero. Su nombre proviene de la palabra Yopo, que significa corazón en la lengua indígena achagua. Y es cierto, el corazón llanero lo encontramos en su alegría, su afecto y su hospitalidad.