100 dólares a que la Corte tumbará el referendo reeleccionista
Impulsado por una mezcla de “pensar con el deseo” y de razonamiento frío, y por diversión, quiero apostar 100 dólares a que la Corte Constitucional tumbará el referendo reeleccionista.
Mi argumento o intuición es que la Corte no dejará pasar este referendo por la misma razón que pesó para aprobar la anterior reelección: por reequilibrar el poder a su favor.
Hay que recordar que en la víspera del fallo sobre el “articulito” la Corte Constitucional estaba en una posición crítica, y al día siguiente ya no era vulnerable.
Al interpretar bien el equilibrio de poderes fáctico (públicos y ‘privados’), y aprobar la reelección, acalló a los demás poderes que la impugnaban, comenzando por la Corte Suprema de Justicia.
Ahora la esencia de la cuestión es igual. Pese a la subordinación del Congreso de la República y de la popularidad del Presidente, la mayoría de los poderes fácticos de la sociedad no comparte la segunda reelección.
Se está presentando un abuso de poder y una institución lo puede corregir.
No pasar el referendo reeleccionista será un reequilibrio del poder, con la Corte Constitucional como el poder indiscutible.
Y aquí enlaza mi segunda hipótesis: que no se cumplirá la “sospecha de pusilanimidad” de los magistrados que le deben la elección al Presidente Uribe.
Según la Real Academia, pusilánime es un ser “falto de ánimo y valor para tolerar las desgracias o para intentar cosas grandes”.
Se dice que esta es una “Corte de bolsillo”, que seguirá la orden de Casa de Nariño. O sea que no tendrá ánimo ni valor para soportar la presión del Gobierno.
Tres hechos deberían desmentir esa sospecha:
i) “El efecto transformador de la investidura”. El mismo efecto por el que es riesgoso dejarle a alguien la presidencia en propiedad, pero creyéndolo encargado. No querrá entregar luego la presidencia. El poder hace que las personas quieran ejercerlo y ser dignos de él.
ii) “La lógica y la ética internas del campo”. Ese campo amplio es el cuerpo de doctrina constitucional en cuyo seno se razona, con reglas establecidas, y cuya ética es seguir esas reglas.
En otras palabras, se necesitará una “coartada intelectual” para aprobar el referendo y echar tierra sobre el fallo anterior.
El “Estado de Opinión” no tiene esa entidad académica y de pensamiento para servir de “coartada” en un debate constitucional.
(Vale recordar que estamos en cierta medida en manos de la formación de los magistrados auxiliares).
iii) Por último, está lo que se alegará: “la razón en derecho”. Para no pagar el costo de una “guerra” declarada en el “reequilibrio del poder”, la Corte se prendería de los fallos de procedimiento del referendo para tumbarlo.
Una acotación sobre si se quiere "impedir pronunciarse al pueblo".
“En derecho”, hay unos procedimientos para convocar al pueblo a referendo; si no se cumplieron esos procedimientos, la Corte lo dirá.
Ahora, con más franqueza. No estamos en 1990.
Al Presidente Uribe le molesta que habiendo salido la Constituyente de 1991 de un recurso “extra-constitucional” para consultar al pueblo, hoy se le pongan reparos “leguleyos” a su referendo.
Son momentos muy distintos, aunque sin duda habrá que discutir honradamente sobre eso. Más temprano que tarde.
Volviendo a la apuesta de 100 dólares, buscaré a alguien que acepte el fallo de la Corte con resignación republicana, como yo lo haré.