Opinión

Letraheridas: Jorge Carrión vuelve a ARCADIA con una nueva columna

Le damos la bienvenida al crítico español, excolumnista de The New York Times en Español. Esta vez Carrión escribirá para ARCADIA sobre literatura. ‘Los letraheridos y los OCVI’ es su primera columna.

Revista Arcadia, Sara Malagón Llano, Jorge Carrión
29 de octubre de 2019

Este artículo forma parte de la edición 168 de ARCADIA. Haga clic aquí para leer todo el contenido de la revista.

Los letraheridos y los OCVI

Los he empezado a llamar OCVI. Objetos Culturales Vagamente Identificados. Se trata de hilos de Twitter, apps narrativas, memes, stories, videos de YouTube, pódcast y otros formatos o lenguajes o discursos o inventos que están contando y comentando el mundo con una potencia inaudita. Porque a lo que aspiran –y lo que caracteriza a sus expresiones más memorables– es la viralidad. Son la nueva horda de quienes Alessandro Baricco llamó hace diez años los bárbaros, en un ecosistema mediático que el escritor italiano ha bautizado como The Game en su libro más reciente (ambos en Anagrama). Un nuevo mundo por el que los OCVI se mueven gracias a su aerodinamismo, “un perfil que penetra en el aire de la sensibilidad colectiva”.

Antes de ellos, que circulan todavía en esa zona de nadie que flirtea tanto con la cultura mainstream como con el underground y la vanguardia, en el estricto cambio de siglo, las novelas gráficas, los videojuegos y las series de televisión fueron legitimadas en paralelo por el mercado, por la academia y por el museo. Cuando en 2011 publiqué Teleshakespeare, algunos todavía no se habían dado cuenta de que eso no estaba pasando, sino que ya había pasado. Mi libro, aunque crítica cultural del presente, abordaba sobre todo un núcleo duro, un canon veloz: Los Soprano, The Wire, Mad Men.

Pero la revista ARCADIA no me invita a escribir una columna mensual sobre series o cómic u OCVI, sino sobre literatura. Y eso me interesa y me preocupa, porque me obliga a volver a pensar en la vigencia y en la importancia de la novela, la crónica, el ensayo, la poesía o el teatro. Los letraheridos damos esa relevancia por supuesta, por asumida, por indiscutible. Pero los bárbaros nos recuerdan, con descaro, sin prejuicios, que los libros son solamente un tipo de objeto, entre tantos otros que compiten por la atención de los consumidores culturales. Que los cánones están en peligro de extinción. Que ya no es central la cultura del libro. De modo que merece la pena hacer memoria y acopio de argumentos, recordar para recordarnos por qué un espacio de opinión sobre literatura sigue teniendo sentido.

Sería fácil encontrar argumentos en Dante, en Mary Shelley, en Walter Benjamin o en Borges; citar los clásicos libros sobre los clásicos de Umberto Eco o de Italo Calvino. Pero ese arsenal se ha vuelto exclusivamente nuestro: para tantos es un campo semántico alienígena. Por eso, tal vez sea más eficaz enumerar hechos de estos meses que demuestran el bombeo furioso de la literatura en el corazón del siglo XXI. Los últimos premios Emmy, sin ir más lejos: ganaron Juego de tronos, que nació de las novelas Canción de hielo y fuego de George R. R. Martin; Fleabag, la expansión de un monólogo teatral de Phoebe Waller-Bridge; y Chernóbil, cuya fuente principal es la extraordinaria crónica Voces de Chernóbil (Debate), de Svetlana Alexiévich.

Todos los relatos de nuestra época están plagados de detectives privados, vampiros, extraterrestres, hadas, monstruos, obreros, aristócratas y clases medias de ADN literario. Pero no solo los imaginarios de los siglos pasados están nutriendo el nuestro, las escritoras y los escritores, de Margaret Atwood a Fernando Aramburu, de J. K. Rowling a Roberto Saviano, de Elena Ferrante a Emmanuel Carrère, están escribiendo libros aerodinámicos que han surfeado y seducido, que se han vuelto virales y que se han reencarnado en otros lenguajes. Mientras tanto, Hernán Casciari llena teatros en sus lecturas de cuentos y en toda Iberoamérica, los recitales de poesía convocan a multitudes mínimas en librerías y en bares. Eso es la literatura: una máquina clásica pero también contemporánea, que genera adhesión, comunidad, adaptaciones, porvenir.

Dramática, leída o recitada; iluminada, ilustrada o meramente textual; única o transmedia, la literatura siempre ha sido literatura expandida. En la literatura, como ha pasado siempre, los seres humanos siguen jugándose el futuro. A partir de ahora aquí me tendrán cada mes, para que lo vivamos y lo pensemos juntos. Bienvenidos, letraheridos, bienvenidos.