MAURICIO BOTERO
Acotaciones sobre el Ingreso Básico Universal
Debo confesar que miro con enorme simpatía la posibilidad de que se pueda implantar a nivel mundial un Ingreso Básico Universal (IBU).
Es importante aclarar, como lo hacen dos investigadores chilenos, Gabriela Cabaña y Jorge Rosales, que "el IBU no es igual a un Ingreso o Renta Básica de Emergencia".
Mientras este último se ha planteado como explícitamente temporal y enfocado en ciertos sectores de la población, considerados los más afectados por la pandemia, un IBU incluye como requisito indispensable ser universal, incondicional y personal. En Colombia, ninguna de las propuestas cumple con los requisitos de un "verdadero" IBU.
El IBU tiene una serie de ventajas: 1. Provee un piso mínimo de seguridad económica con el que siempre se puede contar. 2. Es fácil de implementar ya que no requiere de políticos y/o burocracias para señalar quienés son o no sus beneficiarios. 3. Reduce la informalidad. 4. Les permite a las personas adelantar trabajos relacionados con su vocación y no aquellos que muchas veces se ven necesitados a aceptar para poder sobrevivir. 5. De alguna forma, fuerza a los empleadores a ser mucho más recursivos y creativos a la hora de atraer y retener a sus empleados. 6. Ofrecen mayor sensación de seguridad y menor ansiedad para toda la población, disminuyendo de esta forma la presión sobre el sistema de salud.
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Como es explicable, muchos han expresado sus temores. Entre ellos están: 1. Que sería un desincentivo al empleo remunerado. 2. Que tendría un impacto negativo en la economía, incluyendo serios problemas de inflación. 3. Que incentiva la pereza y la vagancia.
Para Cabaña y Rosales, "la evidencia empírica muestra que las transferencias de efectivo generalmente se gastan juiciosamente: pueden salvar vidas y, si están bien diseñadas, pueden ayudar a las personas a salir permanentemente de la pobreza. Más recientemente, ha quedado claro que las inyecciones de efectivo pueden generar beneficios más amplios".
Además, complementan citando otros autores, que "en África, la provisión de US $1 en dichos programas generó entre US $1,27 y US $ 2,60 en las economías locales. En los Estados Unidos, un programa de asistencia nutricional suplementaria por valor de un dólar, un esquema de cuasi-efectivo, llevó a US $ 1,79 en ganancias económicas. E incluso en medio de la recesión de la Unión Europea hace una década, cada euro en efectivo generó 85 centavos de euro en actividad económica".
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El autor de esta nota considera que es muy poco probable que en Colombia se pueda implementar el IBU, en buena parte porque la clase política, al igual que la gran mayoría de la burocracia involucrada en las instituciones y los planes sociales del gobierno, no está dispuesta a aceptar las tres principales premisas del IBU: que sea universal, incondicional y personal.
Que el Estado no distinga entre ricos y pobres a la hora de implementar el IBU escandaliza a los “progres”. Aparte de querer mantener sus puestos y las instituciones de "ayudas, subsidios y prebendas" intactas, a la burocracia y a la clase política les molesta inmensamente que no sean ellos, sino las personas individualmente, las que decidan cómo gastar sus ingresos. Muchos políticos demagogos y populistas, sin posiblidad de dar subsidios, en efecto se quedarían sin votos, lo que por supuesto no están dispuestos a aceptar.