RAÚL ANDRÉS ÁVILA
Colombia, entre los vacíos comerciales de China
Actualmente, nuestro país tiene un amplio espacio de crecimiento comercial dentro del mercado chino, fruto de los conflictos con Estados Unidos. En esto, la búsqueda de oportunidades y desafíos se vuelve vital para afianzar los lazos económicos y de cooperación bilateral entre China y Colombia.
Mucho se ha especulado sobre los efectos que tendrá la disputa comercial entre Estados Unidos y China, predominantemente a nivel mundial. Sin embargo, poco se escatima sobre los impactos de esta controversial disputa comercial sobre Colombia, pues se ven implicados dos socios de fuerte músculo comercial, tanto a nivel exportador como importador.
A mediados del mes pasado, tuve la oportunidad de discutir parte importante del tema en el conversatorio Hacia la profundización de las relaciones entre China y Colombia, sobre un interesante documento elaborado y publicado por el equipo de Vali Consultores (Puede consultar aquí el paper). Dicho evento se percató de validar diversas perspectivas económicas, comerciales y hasta políticas frente al provecho que podríamos sacar de una proximidad de las relaciones entre nuestro país y China.
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A pesar de la crisis afrontada para 2008, China ha mostrado una recuperación sostenida desde 2016 con un crecimiento que se muestra constante alrededor del 6,5%. Comportamiento que se debe a sus asertivas estrategias frente a la reforma agrícola, la flexibilidad para las empresas estatales y el estímulo al comercio internacional y al a Inversión Extranjera Directa.
Indiscutiblemente, esto le ha llevado a ser uno de los principales socios económicos en Sudamérica. De las 5 principales economías latinoamericanas, China figura como el principal socio comercial en Brasil, Perú y Chile. En nuestro caso, es el segundo socio comercial más importante después de Estados Unidos. Por ende, no sólo Colombia sino toda la región latinoamericana podrían convertirse en un potencial foco de inversión y, de paso, de sustitución de bienes que dejan de ser comercializados entre China y Estados Unidos.
En particular, puede decirse que el interés de China sobre América Latina tiene un enfoque realmente bilateral. No sólo le es una región atractiva para ofrecer sus productos, principalmente del sector manufacturero, sino que también es una fuente rica en materias primas, algo útil para sus industrias y para su población. Pero allí su inserción podría pasar a ser parte del proceso para estimular el ascenso del pacífico como una potencia más, capaz de desenvolverse en todos los sectores de la economía.
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Al respecto, vale la pena resaltar la diferenciación sobre sus estrategias en comparación con un par como Estados Unidos. Como bien sabemos por experiencia propia, Estados Unidos hace fuerte presencia mediante financiación extranjera. China, por su parte, lo está haciendo mediante inversión extranjera, aprovechando que puede ganar más y más terreno a raíz de la pérdida de influencia política que ha tenido Estados Unidos en varias economías de nuestra región.
Otro punto clave del conversatorio fue la iniciativa “La Franja y la Ruta” o, popularmente, la Nueva Ruta de la Seda. Si bien puede presentarse como una oportunidad de acercamiento al mercado chino, conviene preguntarse qué tan conveniente puede ser para Colombia sumarse a esta. Vecinos como Chile que mantienen su deuda externa por debajo del 25% de su PIB se han unido, también lo han hecho países como Uruguay, El Salvador y Costa Rica cuya deuda supera el 48%.
Para muchos países esto puede suponer un endeudamiento excesivo con China con beneficios, que podrían ser más provechosos para la potencia asiática que para muchas economías en América Latina. Además, se le ha cuestionado por ser una iniciativa con una carencia en estudios sobre impactos ambientales y sociales. No todas las inversiones tienen un impacto próspero a nivel socioeconómico, y es un aspecto que Colombia debe entrar a evaluar con suma precaución, teniendo en mente también que ya casi alcanzamos la mitad del PIB como deuda externa.
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Lo importante es reconocer los retos que mantiene Colombia, más allá de ser una gran fuente de materias primas para una potencia como China. Hay que buscar la consolidación de una inversión más enfocada al fortalecimiento de sectores industriales en la medida en que se estructuren propuestas de valor para los empresarios chinos. Se trata de buscar una estrategia de gana-gana y propender siempre por nuestro desarrollo económico, empresarial y comercial.
La idea con esto es expandir el horizonte de oportunidades de tal forma que Colombia se muestre como un país que ofrece innumerables posibilidades de negocio con un mercado que ofrezca no sólo una gran demanda, sino también incentivos tributarios, un mejor clima para los negocios, estabilidad política y económica, políticas en pro de la competitividad y hasta recurso humano mejor capacitado.
No obstante, todas estas medidas deben tener un enfoque en el que no sólo se promulgue un mercado más abierto a la recepción de productos y servicios chinos, sino también una oportunidad para expandir el mercado colombiano en China, trascendiendo de los bienes primarios.
Por ahora, los inversionistas chinos están llegando a nuestro país a través de empresarios locales con la conformación de alianzas estratégicas, sociedades conjuntas o hasta uniones temporales. Sin embargo, para que podamos aprovechar las oportunidades de intercambio, buscando un beneficio para nosotros, se requieren reformas de nuestra estructura productiva, de todos los mecanismos involucrados en la proyección internacional y de todas aquellas políticas que no paran de sofocar a nuestro ecosistema empresarial.
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