GUILLERMO VALENCIA

Una vacuna para sacarnos de la pandemia

El sector farmacéutico libra una carrera para desarrollar con éxito una vacuna contra el Covid-19. ¿Quién ayudará a que los países emergentes puedan tenerla?

Gustavo Valencia Patiño, Gustavo Valencia Patiño
28 de abril de 2020

Mientras sectores como el petróleo sufren caídas históricas de precio, otro sector se está jugando su mayor apuesta en décadas. Se trata del farmacéutico, en el que la puja por el desarrollo, prueba y patente de la vacuna del Covid-19 ha puesto a los gigantes de esta industria a competir con gobiernos y universidades.

Sin duda esta es una carrera interesante porque en poco tiempo obligó a la industria farmacéutica reducir a pocas semanas los tiempos de procesos que antes tardaban años. Se trata de la mayor innovación en este sector, que para la fecha en que se publica esta columna (28 de abril) ya cuenta con 7 candidatos a vacuna, según la Organización Mundial de la Salud. 

De los 7 candidatos a vacuna China tiene 4, el mayor número; EE.UU., le sigue con Pfizer y Moderna, y por último está la Universidad de Oxford, de Inglaterra. Es decir, esta parece ser una prolongación de la competencia geopolítica que se libra en lo comercial y digital, tema que analizamos en nuestro reciente Newsletter

Para entender mejor la dimensión de esta coyuntura, debemos preguntarnos: ¿Cuánto puede llegar a costar esta vacuna? La Coalición para las Innovaciones en Preparación para Epidemias, creada durante la epidemia de ébola en África occidental, estima que monto total asciende a los US$2 billones, sin contar el proceso de distribución a escala mundial de este medicamento, el cual podría estar siendo evaluado por las autoridades sanitarias a comienzo de 2021.

Fuente: CEPI

La actual se trata de una competencia, que deberá estar acompañada de un financiación que garantice que los países con menor capacidad económica puedan adquirirla. De este modo se reducirá la posibilidad de que futuros brotes vuelvan a producirse. De ser así, la del Covid-19, ¿Será esta una vacuna universalmente gratuita?¿Quién pagará su producción y distribución?

Si bien no conocemos la respuesta, es necesario explicar que existe otro pulso. Se trata de la propiedad intelectual y el sector farmacéutico, pues el segundo querrá obtener ganancias por el desarrollo de esta vacuna. Claro, es su derecho, pero será una decisión difícil teniendo en cuenta los cientos de muertos que registra a diario la enfermedad y el afán de muchos gobiernos por brindar una solución definitiva a la pandemia. 

El pulso por la patente

Una patente para esta vacuna podrá estar disponible para la empresa, organización o gobierno que la desarrolle durante 20 años. Es decir, en este periodo la competencia no podrá competir con un medicamento similar. Esto significaría un cuello de botella para los países emergentes, que como hemos analizado en otra columna, son los que más peso tendrán que asumir en sus sistemas de salud y economías. 

No obstante, existe otra historia posible. La poliomielitis, cuya vacuna inyectable fue desarrollada por el doctor Jonas Salk, quien se negó a patentarla en la década de 1950, ha permitido la erradicación de esta enfermedad en el mundo y ha salvado a más de 16 millones de niños de sufrir parálisis en sus extremidades. 

Erradicar la poliomielitis requirió un gran esfuerzo de la sociedad civil y del mundo científico, algo no muy diferente a lo que hoy representa el Covid-19. Este escenario, como explica el Premio Nobel de Economía, Joseph E. Stiglitz en su columna de Project Syndicate, nos obliga a replantearnos otra modalidad, una en la que las innovaciones farmacéuticas sean “socialmente útiles en vez de meramente rentables”.