MARIO VALENCIA
Reactivación económica con producción nacional
En el último año pasaron cosas extraordinarias a nivel mundial, que ameritan una evaluación de la doctrina y la práctica económica.
Tanto las manifestaciones sociales de 2019 como el Gran Confinamiento de 2020 desnudaron ideológicamente el sistema montado por las potencias dominantes para obstaculizar la producción y el empleo decente en los países en vías de desarrollo, para obtener mano de obra y recursos naturales baratos, fortalecer la especulación financiera y usar la intervención estatal como promotora de negocios de grandes grupos económicos.
Ya no tienen cómo ocultarse, pues la pandemia obligó a todos los países -sin excepción- a recurrir a múltiples y robustas medidas de intervención estatal en el campo fiscal, monetario y financiero. En ningún país el mercado ha resuelto nada. Imagínense la decepción sufrida por los extremistas del libre mercado, al ver que los gobiernos del mundo han dispuesto más de 8 millones de millones de dólares para evitar el colapso, mientras los mercados de valores se desploman. En Colombia todavía falta mucho, pues la mayor parte de las ayudas durante la emergencia se han quedado en ganancias extraordinarias para los banqueros.
Pero, en medio de la tragedia, una luz de esperanza debe reconfortar. Durante décadas, algunas voces, pocas aunque persistentes, insistimos en la imprescindible necesidad de fortalecer la industria para el desarrollo y el bienestar, lo que hoy es evidente; tanto que por primera vez en más de treinta años un ministro colombiano, el de Comercio, habla de “producción nacional” y “sustitución de importaciones”; insólito.
En los últimos años, el crecimiento económico ha perdido dinamismo, provocado en parte por la caída en los precios del petróleo y la desaceleración del sector industrial con poca creación de puestos de trabajo; entre 2010 y 2019 crecieron 7 %, menos de la mitad de lo que crecieron los ocupados totales. Pero, aun así, la industria sigue ocupando a más de 2.600.000 personas, casi ocho veces más que el sector financiero. Asimismo, teniendo en cuenta los coeficientes técnicos de producción, el 20,8% del interrelacionamiento sectorial de la industria es significativo para la economía nacional, así que se debe seguir estimulando.
Una política sensata de reactivación económica debe considerar el traslado de recursos públicos en forma de subsidios directos a empresas del sector manufacturero y agrícola que opera en el país, con la condición de que esté ligada al aumento de la ocupación. Para recuperar esos recursos públicos se debe cobrar más impuestos al 1 % y el 0,1 % de las personas más ricas, así como perseguir la fuga de capitales a guaridas fiscales. Otorgar exenciones tributarias por creación de valor agregado, eliminando otras inútiles al sector financiero y al comercio de importaciones. Recuperar la demanda nacional será efectiva si el consumo está dirigido principalmente a comprar lo elaborado en el país (Compra Colombiano), para reducir el déficit comercial industrial, que en los últimos 10 años costó USD 322.157 millones, ¡más del doble de la deuda total del país!. Con dólar caro, petróleo barato y caída de remesas es conveniente sustituir importaciones por producción que pague salarios en Colombia.
De esta forma, se atienden cuatro necesidades apremiantes de la recuperación: estimular la oferta nacional, crearle una demanda interna por medio del aumento del empleo, reducir la dependencia del país de la exportación de materias primas baratas y reducir las necesidades de financiamiento externo para pagar mercancías que se pueden producir localmente.
Pocos debates en los próximos meses serán tan importantes como este. Es la oportunidad para que empresarios, trabajadores, gremios, sindicatos y academia, que durante años hemos defendido la producción nacional, podamos aportar recomendaciones en esta dirección, superando -por fin- las ridículas ideas libertarias, los estúpidos discursos en defensa del consumidor que no tiene empleo y la extorsión de los banqueros que obligan a comer al debe. La recuperación económica tendrá que estar liderada por las empresas y trabajadores nacionales, de lo contrario los sacrificios habrán sido en vano y el país no saldrá adelante.