VICTOR RIVERA
Después del Brexit... un nuevo Banco Central
Con la firma del acuerdo comercial entre el Reino Unido y la Unión Europea, eliminando el riesgo “Brexit” que marcó negativamente durante los últimos tres años, las acciones de este país se vuelven atractivas para los inversionistas.
Pero lo más interesante es la nueva perspectiva sobre el rol del Banco de Inglaterra en la nueva economía.
Adicionalmente a lo soportado por el mercado accionario en el Reino Unido, el mercado de liquidez y los derivados usados para cubrir los fondos de inversión durante los últimos 12 meses ha estresado las métricas seguidas por el Banco de Inglaterra para vigilar que el mercado de capitales funcione apropiadamente.
Andrew Hauser, director ejecutivo para Mercados del Banco de Inglaterra, en un reciente discurso aseguró que los niveles de estrés recientemente presentado en el mercado de bonos soberanos y corporativos ha sido tan alto que los inversionistas especuladores que usan apalancamiento en sus posiciones han visto comprometida su capacidad de cumplir con los llamados a margen, reviviendo la discusión sobre una mayor y más transparente regulación sobre estos actores del mercado.
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Adicionalmente, considera que los US$8 trillones utilizados por los bancos centrales del G10 desde marzo de 2020 para evitar un riesgo sistémico como el visto en la Gran Recesión del 2008, fue tan necesario para el mercado de capitales, como lo es un medicamento antinflamatorio para el cuerpo humano cuando se presenta una inflamación repentina.
Concluyendo que este tipo de soluciones presentadas actualmente por los bancos centrales no es una solución de largo plazo, y mucho menos puede acostumbrarse a los agentes del mercado a tener este tipo de intervenciones, porque puede desvirtuar el precio y comportamiento de los activos que en él se transan.
Andrew presenta tres propuestas, la primera es aumentar los requerimientos de capital de los agentes del mercado de capitales que no son bancos, la segunda es aumentar la capacidad de actuación en términos de infraestructura y mejores prácticas, y finalmente, la más importante es la tercera, que evoca un llamado para que se construyan nuevas herramientas que permitan al Banco Central tener mayor definición y metodología en la manera que se debe intervenir el mercado de capitales en una eventual situación de estrés como la vivida recientemente.
Si bien el público en general es consciente que una de las funciones del Banco Central es ser prestamista de última instancia a bancos y entidades financieras, algo que no muchos entienden o conocen, es que también realiza la misma actividad en el mercado de bonos soberanos y corporativos, comprando estos títulos cuando la liquidez del mercado es baja (períodos de estrés o crisis económicas) y los vende en los periodos de alta liquidez (periodos de crecimiento económico), garantizando de esta manera que el mercado actúe de manera eficiente y evitando un colapso en el mismo.
Un ejemplo de esto fueron las compras realizadas por el Banco de Inglaterra de bonos corporativos durante la Gran Recesión de 2008 y la Crisis Europea de 2009-2010, los cuales fueron vendidos durante el periodo 2010-2013.
Cartera de Bonos Corporativos comprados por el Banco de Inglaterra en el mercado secundario
Fuente: Banco de Inglaterra, 7 de enero de 2021.
Esta gráfica muestra que el Banco de Inglaterra compró más de 1.6 billones de libras de bonos corporativos en el mercado secundario durante 12 meses 2009-2010, los cuales fueron adquiridos a precios de mercado (momento de estrés que presenta mejores oportunidades de compra) y vendió dichos bonos dos o tres años después, a precios de mercado (momento de precios estables), lo cual deja en duda para el público, si el Banco Central debe favorecerse de su capacidad de prestamista de última instancia y generar plusvalías cuando interviene con el propósito de “salvar” la economía.
De igual manera, durante la primavera de 2020, la pandemia obligó a los Bancos Centrales del mundo a convertirse en compradores de bonos soberanos y corporativos de última instancia, con la gran diferencia, que durante el verano del mismo año, cuando los mercados retornaron a la normalidad y los niveles de estrés de liquidez bajaron, los Bancos Centrales mantuvieron sus posiciones.
Más importante aún, durante este periodo, los Bancos Centrales evidenciaron que toda esta liquidez no llegaba a la economía real, obligándolos a usar compras de activos por otras vías adicionales.
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Un ejemplo de ello fueron las entidades de financiación alternativa, que no son consideradas entidades financieras y muchas de ellas son de base tecnológica, las cuales ayudaron enormemente al ministro de Hacienda del Reino Unido a cumplir con sus paquetes de apoyo a las pymes, manteniendo su tasa de desempleo en el 3% y evitando que esta llegase al 15-20% vivida por la mayoría de los países en el mundo.
Por todas estas razones, el Banco de Inglaterra considera que se deben construir nuevas herramientas que le permitan salvaguardar la eficiencia de los mercados, como por ejemplo, comprar activos a precios más justos para los participantes del mercado, vender activos de manera más eficiente y más libre, inyectar liquidez a la economía real directamente y por último, nuevas herramientas que permitan definir y comunicar efectivamente cuánta capacidad de intervención tiene permiso el Banco Central para soportar a la economía en épocas de estrés, garantizando la estabilidad de la moneda y por ende, de la economía.
En línea con esta propuesta, desde enero de 2020 la presidenta del Banco Central Europeo (ECB) se encuentra reestructurando la estrategia de esta entidad, y en su informe de septiembre del mismo año, Christine dejó claro que lo más importante de esta nueva estrategia es conseguir que el ECB explique mejor al público lo que hace y porqué lo hace, y adicionalmente, debe hablar al nivel de cualquier persona que conforma la economía, a la cual este Banco Central le sirve. Abogando una mayor definición y planeación de las medidas “eventuales” a tomar en eventos inesperados.
Un ejemplo del tipo de nuevas acciones que podría tener un Banco Central en pro del desarrollo justo para una economía y sus ciudadanos, es la decisión de no comprar deuda corporativa de empresas altamente contaminantes, dado que ello deja un precedente sobre la integridad de respaldar la visión que tiene la Unión Europea en construir una región sostenible y medioambientalmente responsable.
Por lo anterior, no cabe duda que el Reino Unido se está reinventando después del Brexit y que nadie tiene escapatoria en esta nueva tendencia, incluso el Banco de Inglaterra va por buen camino.