Opinión On-line
La educación ambiental y los retos de la paz
El pasado 26 de enero se celebró el Día de la Educación Ambiental, fecha que la Organización de las Naciones Unidas definió para recordar a la sociedad que es urgente adquirir compromisos para recuperar el equilibrio con la naturaleza. Opinión de Jefferson Galeano Martínez.*
El Gobierno Nacional desde 2012 adelanta un proceso de paz que, al parecer llegará a buen fin. De ser así, la sociedad colombiana espera que gran parte del inventario aquí presentado disminuya o desaparezca. No obstante, los rastros de seis décadas de guerra quedan marcados en la sociedad y en la naturaleza; y el reto para las comunidades, en un marco de posconflicto, es la reconciliación con los ecosistemas.
Los representantes del estado afirman que la mejor manera de enfrentar el posconflicto es fortalecer la sociedad, para los educadores esto es claro, y proponen como un camino para lograrlo mejorar la calidad, pertinencia y cobertura de la educación. Un área de especial relevancia en la que es necesario fortalecer estos factores es la educación ambiental.
El pasado 26 de enero se celebró el Día de la Educación Ambiental, fecha que la Organización de las Naciones Unidas definió para recordar a la sociedad que es preciso adquirir conocimientos, principios, competencias y habilidades para recobrar el equilibrio con la naturaleza, reconocer la dimensión natural del ser humano, comprender la interacción e interdependencia entre persona y ecosistema.
Paradójicamente, el conflicto armado colombiano, de modo indirecto sin proponérselo aisló muchas riquezas naturales de nuestro territorio, a la par que dejó una estela de contaminación y deforestación. Recordemos algunos ejemplos. Cuando la guerra estaba en su máximo esplendor, turistas, empresarios, saqueadores o buscadores de metales preciosos no podían acceder al territorio para explotarlo, pero estos mismos agentes que impedían el acceso eran quienes realizaban acciones reprochables como verter petróleo en cuencas hídricas, deforestar para sembrar hoja de coca o dejar material explosivo.
Desde esta perspectiva, en el marco de postconflicto son muchos los retos para la educación ambiental, entre los que destacó dos: proteger los ecosistemas que quedaran desprotegidos cuando desaparezcan los actores armados que los mantenían aislados, tarea que deberá asumir las autoridades ambientales a través, no solo de políticas sino de la formación ambiental de los habitantes de esos territorios.
El otro reto prioritario es fortalecer las instituciones vinculadas a la recuperación de los ecosistemas afectados, en particular la escuela y la familia como agentes educativos. Estas instituciones han estado presentes por derecho propio en los territorios afectados, han sido víctimas de violencia y desplazamiento pero mantienen el derecho y la responsabilidad de retornar a ellos para recomenzar, con el apoyo de los agentes del estado, la recuperación de sus ecosistemas. Un elemento imprescindible para que inicien con éxito esta tarea, es fortalecer la educación ambiental.
La educación ambiental no propone abrazar árboles, ni busca hacer activismo político o social, tampoco se reduce a publicar mensajes a través de las redes sociales o ir en contra del desarrollo industrial. Esta disciplina tiene su fundamento en la búsqueda constante de estrategias que lleven a la reflexión del ser humano y las comunidades frente a su rol en el cuidado, protección y conservación de los ecosistemas; a fortalecer principios como el respeto, el amor, la caridad, la honestidad y la coherencia con la propia vida.
El objetivo es que la paz llegue a las personas, las instituciones y las comunidades y hasta los ecosistemas. Llevar la paz a la armonía de la sociedad con los ecosistemas es el primer reto de la educación ambiental en el marco del postconflicto, en un ambiente donde prevalezcan el respeto por la conservación y el buen uso de la naturaleza y la vida.
* Profesor de la Universidad de La Sabana