RAÚL ÁVILA FORERO
Fuga de talentos
La fuga de talentos en América Latina es una condición que se mantiene con mayor latencia en países como México y Colombia. Desesperados por la falta de oportunidades, nuestros jóvenes están buscando su rumbo fuera de las fronteras.
Luego del periodo de recesión de 2008, en donde se experimentó una crisis de impactos diversos a nivel mundial, Colombia ha mantenido una tendencia a la baja en sus niveles de desempleo, que preocupantemente ha vuelto a repuntar en 2018. Si entramos a evaluar a profundidad las condiciones del mercado laboral actual, resulta ser muy deficitario para lo que actualmente demandan nuestros talentos más jóvenes.
Como sabemos, las generaciones del nuevo milenio representan un portafolio bastante amplio de diversidad. Reflejan la importancia de lo efímero, del disfrute de la vida en el presente y de amar lo que se hace. Por ende, la rotación laboral que experimentan estas personas es muy alta, en comparación a generaciones más antiguas.
Se mantienen en una búsqueda constante de oportunidades y, sin dudarlo, le apuestan al mejor postor. Sus ataduras al mundo se mantienen al mínimo, por lo cual se les facilita la impulsividad a la hora de escoger su mejor alternativa.
Esto es un comportamiento que se presenta con mucha regularidad en materia académica y laboral; tratemos el segundo tema. Allí es donde se mantiene una oferta muy poco llamativa para los profesionales de diversas áreas y, aunque influye bastante, ya no solo se habla de la precaria remuneración.
Según cifras del Sistema Nacional de Información de la Educación Superior (SNIES), se estima que en Colombia, entre 2001 y 2017, fueron 4‘290.760 las personas graduadas en educación superior, de los cuales el 21,5% fueron de posgrado, siendo su mayoría especializaciones. Como era de esperarse, las ciudades capitales lideraron las cuotas de graduados.
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Sin embargo, se están quedando cortas bajo un esquema de ciudades con una buena atracción del talento humano. De hecho, Colombia no figura como un país atractivo para crear, atraer y retener al talento humano en general por la falta constante que mantiene en impulsar su desarrollo y crecimiento. Aparte, nuestra conectividad tecnológica no es de envidiar.
Lo anterior se refleja en el Índice Global de Talento y Competitividad de 2018. Nuestro país ocupó el puesto 67, gracias a un muy bajo puntaje en el tema de retención y desarrollo. Allí el jaque fue el tema del rol vocacional en la educación y retención, y el mate fueron variables relacionadas a habilidades de conocimiento global por una precaria fuerza de trabajo con educación superior, escasos investigadores y una baja densidad emprendedora.
No obstante, la evidencia empírica nos muestra que criterios adicionales en contratación laboral, como el tipo de contrato, la remuneración y temas de seguridad social vienen siendo trascendentales en el tema de atracción y retención, dada la tendencia de los contratos fijos inferiores a un año y los famosos contratos por prestación de servicios, contratos que no brindan la suficiente estabilidad laboral y económica.
Por otro lado, en ciertas partes del mundo, existen ciudades realmente llamativas para millones de talentos, provenientes de diversos países. Por ahora, Europa es la región que más concentra países considerados como atractivos para el talento humano, tomando 8 de las primeras 10 posiciones del ranking con ejemplos como Suiza, Noruega, Suecia y Finlandia.
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La ciudad que fue considerada como la más llamativa fue Zúrich, la capital financiera de Suiza, estando a la cabeza por su gran compromiso por el desarrollo de su talento, aunque aún mantiene grandes retos en el tema de igualdad de género. Asimismo, es bastante fuerte en formación en educación superior, logrando una increíble convergencia entre lo que enseña y las necesidades del mercado laboral.
De igual forma, la ciudad suiza aparece en estudios de Deutsche Bank como la ciudad con los mejores salarios en el mundo. Allí el salario medio está alrededor de los 5.500 francos suizos (más de $17 millones) para un profesional. No obstante, la ciudad también es reconocida por tener un alto costo de vida, en donde los precios del consumo llegan a doblar el valor de ciudades como Madrid y a cuadruplicar el valor de Bogotá.
Nuevamente, la delantera la toman las ciudades por temas de educación. Y es que, a nivel mundial, para los talentos más jóvenes se convierte en una prioridad encontrar un lugar que les brinde tanto un nivel académico y laboral de grandes ligas, con ecosistemas de bienestar ligados a una buena atención en salud, infraestructura, desarrollo tecnológico y hasta al concepto actual de ciudades verdes (ambientalmente sostenibles) en algunos casos.
No obstante, los colombianos siguen prefiriendo la promesa del sueño americano de la tierra de las oportunidades: Estados Unidos. Y seguido a este la acompañan España y Canadá como los países preferentes por fuera de la región latina. Da el caso en que estos son países que le dedican más inversión a los estudiantes de su país; al menos más de los escasos US$3.200 que les dedica Colombia en promedio.
Se especula que las áreas con mayor fuga de talentos a nivel nacional vienen siendo las ingenierías y las ciencias naturales. Pero sin enfocarnos en el área, debe trabajarse en disminuir la migración altamente calificada para poder hablar de crecimiento y progreso en el país. Hay que estimular la empleabilidad, el desarrollo y el trabajo formal. Hay que considerar que nunca una buena demanda será conformista con una precaria oferta.
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