PABLO SANTOS
WhatsApp sigue creciendo, pero también el espacio para una alternativa
WhatsApp es un caso en el que las personas reciben en una misma barra de mensajes sus comunicaciones laborales, sociales y privadas. Su gran tracción, más que su tecnología per se, ha llevado a los usuarios a no buscar aplicaciones con mejores interfaces.
Prácticamente a lo largo de todo el país, sin importar la clase social, ocupación, edad, etc., se usa WhatsApp como la principal aplicación para envío de mensajes de texto. Su uso se popularizó hace ya varios años en la mayoría de los países. Sin embargo, este no es el caso de algunos países como China, donde es más frecuente el uso de WeChat, una aplicación diseñada en China para los chinos.
La estrategia de WhatsApp ha tenido un enfoque totalmente masivo, sin tener en cuenta las necesidades específicas de adaptación o “tropicalización” de cada mercado. Su expansión internacional ha sido el resultado del voz a voz generado por los beneficios de una aplicación gratuita y sin publicidad. Inicialmente cobraba un valor bajo a sus usuarios, sin embargo, desde hace varios años no tiene costos de suscripción.
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En Brasil, sus casi cien millones de usuarios encontraron en WhatsApp una alternativa a los altos costos que cobran los operadores celulares por los servicios de SMS. Incluso en ausencia de una red wifi, usando el plan celular, un mensaje de texto en WhatsApp consume una cantidad ínfima de datos. Algo similar ocurrió en Colombia y otros países de Latinoamérica.
De acuerdo con estadísticas de número de usuarios activos diarios (DAU), WhatsApp ha desplazado incluso a las redes sociales. No solo se percibe como una herramienta más móvil y rápida que Facebook Messenger, sino también más privada. Sin embargo, son la misma empresa. Facebook pagó por WhatsApp veinte veces más de lo que había pagado por Instagram, posiblemente adelantándose a Google.
Aunque esta gran inversión es respaldada por sus 2.000 millones de usuarios en el mundo, su forma de monetizar no es tan clara. Los costos en desarrollo de software y operación de cientos de servidores incrementan con los usuarios. Uno de sus principales modelos de monetización consiste en ofrecer servicios de mensajería a empresas a través de interfaces entre programas (API). Para esto Facebook ha seleccionado un grupo de empresas con plataformas especializadas que ofrecen planes de subscripción mensual y tarifas por mensaje.
Las herramientas de Comunicaciones Unificadas (UC) desarrolladas desde hace más de una década por fabricantes como Avaya, NEC y Cisco, entre otros, ofrecen formas para categorizar los contactos y optimizar la comunicación interna de corporaciones.
Este tipo de funcionalidad podría ser relevante para WhatsApp y daría la posibilidad al usuario de organizar el intercambio de mensajes y archivos en su ambiente laboral y personal. Permitiría, por ejemplo, dar un tratamiento diferente a los mensajes según el contacto y según la hora del día o disponibilidad. Muchos mensajes podrían ser ocultos o suspendidos para ser atendidos en otro momento. Esto evitaría notificaciones invasivas y distractoras de baja prioridad.
El modo web de WhatsApp, o el instalado en el computador, es el preferido en el puesto de trabajo. Sin embargo, es aún mucho más limitado que su versión original. Carece de opciones de manejo con el teclado y de buscadores y filtros avanzados. Al ser diseñado como una extensión de la versión móvil, pierde su funcionalidad cuando el usuario olvida su celular o este se descarga.
Es posible que algunas personas opten por usar la versión WhatsApp Business, también gratuita. Aunque pensada para negocios, ofrece funcionalidades interesantes y convenientes que pueden ser aprovechadas en el uso personal.
Hay mucha oportunidad de mejora en el campo de text-to-speech y speech-recognition para evitar la manipulación física del celular en el envío o recibo de mensajes. Una facilidad que cobra más importancia con las nuevas medidas sanitarias. Estas tecnologías podrían ser disruptivas en el dominio de WhatsApp. Un caso similar ocurrió cuando Microsoft, durante la disrupción causada en el mercado por iPhone, decidió acabar con su popular MSN Messenger al fusionarlo con Skype.
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Existe también la necesidad de buscar alternativas de mensajería para el Gobierno. Lograr un canal de comunicación directo y bidireccional con organizaciones públicas permitiría orquestar acciones sociales por el bienestar de la comunidad, desde ofrecer un canal multimedia con el número de emergencias 123 hasta ejecutar encuestas o votaciones.
Los Gobiernos tienen la capacidad de generar en el corto plazo la tracción local que a una empresa privada le tomaría varios años. Sin embargo, es más probable que la forma de posicionar una nueva aplicación sea a través de alianzas con el sector privado y con lineamientos internacionales. Una aplicación que ofrezca un beneficio social y tangible como por ejemplo llamadas gratuitas sin consumos de datos, y una mejor interfaz, incluso interoperando con WhatsApp, sería un potencial sucesor.