CLAUDIA VARELA
La burbuja
Me lo pregunto y me lo vuelvo a preguntar. Las corporaciones a veces llevan al límite el ego. Todos tenemos esas voces que de manera recurrente nos auto validan en las decisiones. Pero ser consciente de la burbuja en que uno mismo vive es triste y a la vez uno de los mejores actos de conciencia que el universo puede ofrecer.
Mi historia de hoy es confidencial, sin nombres sin genero sin detalles que puedan hacer que identifiquen al personaje. Solo les cuento la esencia de la historia no importan quien era ni si la conocen ni siquiera si trabaja en la industria petrolera, farmacéutica, de alimentos o cannabis.
Resulta que es la historia de cualquiera de los que hemos conocido. Hasta de uno mismo si lo ve bien, mirando con pasividad suprema lo que le pasa a los demás porque lo importante pareciera ser solo la narración propia.
Se creía humilde, se creía indomable se creía brillante. Seguramente en su virtuosidad técnica era implacable y definitivamente bueno. Pero cuando trabajas en una corporación hay que seguir las reglas hacer las cosas bien, no ser corrupto ni actuar por omisión, o sea hacerse el tonto.
Este ser falló en todos los procesos anteriores. Cuando su jefe intentó ponerlo en orden funcionó peor porque se enojó, empezó en una conducta paranoide y con la gran tibieza de algunas organizaciones grandes puso una queja por acoso laboral. Creo que ahora los que más ponen quejas son los ineficientes para proteger su staus.! Que peligro!
Al poner una queja en contra de su jefe tuvo la brillante idea de compartirle también a su business partner de Recursos Humanos, tremendo error en este caso. Aunque conceptualmente puede ser una maravillosa iniciativa, en esta oportunidad se quejó con bases flojas pero hizo aseveraciones mentirosas y en la maquiavélica mente de un ser humano que quería acabar a otro, terminó buscando razones para sacar al jefe, no al inepto.
Después de la gran investigación que llevó un par de meses encontraron que realmente no había acoso. Que este tipillo de grandes títulos estaba más bien rayado por un exceso de ego. El jefe le exigía resultados, le pidió transparencia y no pudo responder. Su jefe salió ileso y a él terminaron sacándolo de la organización. Sin embargo, este personaje perverso que trabajaba en Recursos Humanos se dejó seguir hablando por el mal consejero de su ego.
Persiguió al jefe que había salido ileso. Inventando razones que finalmente llegaron a calar en las almas insensibles de las juntas directivas que se creen Dioses del Olimpo.
En qué termina mi novela? Sacaron al jefe. Lo o la sacaron mal, sin argumentos simplemente cuidándose de una demanda diciendo que no había razones, cuando lo que había era un maquiavélico plan de mentes mediocres que temen retar las cosas mal armadas.
Un acto de injusticia absoluto. Nuestro jefe de la historia solo pretendía cumplir su misión sin aplausos, solo pensaba responsable exigir resultados y hacerlos de la manera organizada y transparente que quería la Corporación.
Salió castigado. Salió con su cajita de regalos de cumpleaños , la foto de sus hijos y del parche de la última convención de Ventas.
La vida no siempre es justa. Todos los seres humanos se creen dueños de la verdad y con la gran capacidad de enjuiciar. Despertemos para entender que el liderazgo en las organizaciones no juzga, protege y empodera. No es una mama gallina tampoco, pero trata de buscar lo más cercano posible al concepto de justicia que cada vez veo más difícil de alcanzar.
Despierta y sal de la burbuja en que estas. Cualquiera puede tener su cajita, su premio y salir por la puerta de atrás después de haber sido aplaudido por años. Las Organizaciones a veces venden falacias temporales y nuestro ego las compra barato. No más burbuja, Por un liderazgo que propenda por entender que el mundo es muy grande no el micro ambiente chiquitico de una organización. Líderes que salgan de la burbuja y no les de miedo entender que el límite va más allá de lo que los ojos ven.