MIGUEL ÁNGEL HERRERA

La deuda social de Avianca

Lo que sí está haciendo bien el Ministerio de Hacienda es apretar financieramente para mitigar el riesgo que representa el préstamo. Por un lado, el Gobierno estableció un plazo corto con intereses de banca privada y por otro, las garantías por incumplimiento son sólidas.

Miguel Ángel Herrera, Miguel Ángel Herrera
3 de septiembre de 2020

La controversia generada por la decisión del Gobierno nacional de rescatar financieramente a Avianca deja claro que el tráfico aéreo de nuestro país es muy dependiente de ella, que la empresa aún no se ha ganado del todo la licencia social para operar y que el Gobierno está perdiendo la oportunidad de fortalecer el sector, ahora que tiene cómo poner de su lado a la aerolínea.

La coyuntura también destapa de lleno la agenda de algunos de los principales líderes de izquierda no solo contra Avianca, sino contra la competitividad jalonada por empresas oligopólicas, de la mano de un discurso oportunista que privilegia el asistencialismo versus la competitividad. No sería insana la politización del debate si estuviera orientada a solicitar al Gobierno que exija a la aerolínea mayor compromiso con el acceso de los colombianos a los cielos, más impuestos en Colombia y menos barreras para otros jugadores que quieren ingresar al mercado.

Desde la promoción de la competitividad del país es evidente que Avianca tiene que ser rescatada. El hueco que dejaría si no recibe apoyo tomaría tiempo en llenarse y no estamos para perder ni un minuto más. No son de poca monta los empleos que genera, es muy significativa su contribución al PIB con un 1,4% y es incalculable el valor intangible que genera a la economía al conectar internamente nuestras regiones y a nuestro país con el mundo.

Pero el Gobierno no parece estar sacándole el mejor provecho a este negocio. Dio un paso en falso al anunciar el crédito de US$370 millones para una empresa extranjera sin demostrar los beneficios económicos (no financieros) cuantitativamente, aunque fueran simulaciones numéricas. No es suficiente decir que contribuye a la competitividad del país. Eso es obvio. Y tampoco le está sacando el jugo político a su decisión pues no es clara la moneda de cambio para el Gobierno porque Avianca no se está comprometiendo con ajustes a su modelo de negocio en beneficio de un sector más abierto y competitivo. 

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Lo que sí está haciendo bien el Ministerio de Hacienda es apretar financieramente para mitigar el riesgo que representa el préstamo. Por un lado, el Gobierno estableció un plazo corto (18 meses) con intereses de banca privada y por otro, las garantías por incumplimiento son sólidas incluyendo la participación del Estado en empresas rentables de Avianca Holdings, como es el caso de LifeMiles y Cargo.

La oposición a la transacción pone de manifiesto que el contrato social de Avianca es débil. Los políticos que se resisten públicamente lo hacen porque saben que encuentran eco social con sus posturas populistas al decir que el Gobierno debería invertir ese dinero en pymes, subsidios o que el préstamo se realiza porque una hermana del presidente Duque trabaja para la aerolínea. ¡Y eso que no estamos aún en plena época electoral!

Queda claro que Avianca tiene que darle vuelo a su legitimidad o “licencia social para operar” para evitarse a futuro el oportunismo político. Con un Gobierno de centro-izquierda o de izquierda, hubiera dependido totalmente del crédito privado. Ganarse la licencia social significa dejar de volar con tarifas excluyentes, extender sus servicios a territorios vulnerables del país, convertirse en aliado de las pymes, promover el turismo para sectores desfavorecidos y hacer contribuciones voluntarias más visibles en protección del medio ambiente y en la defensa de los derechos humanos (incluyendo los derechos de asociatividad laboral). Es ganarse el corazón de Colombia para que haya consenso cuando requiera apoyo. ¡Gran lección para empresas de múltiples sectores!

Reinicia así Avianca una nueva era con inyección de capital pero con un pasivo económico y social, que como muchas grandes empresas en Colombia que fueron derrotadas por la pandemia, no hicieron ninguna contribución a la mitigación de su impacto y están ahora a expensas del apoyo del Gobierno, del capital privado y de las regulaciones de bancarrota. Son empresas que deberían estar reevaluando sus valores fundacionales por la lección aprendida durante la pandemia, particularmente en lo que concierne a la democratización de sus servicios. Es buen momento para que Avianca instale nuevos valores en su gobierno corporativo y  muestre a Colombia una renovada visión para ayudar a llevar al país a una recuperación económica más incluyente y democrática. Veremos si lo quiere hacer “ !Con todo gusto!”

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