CLAUDIA VARELA
La generación sándwich
Son un segmento más o menos entre los 35 y 55 años, y están viviendo en un sándwich donde deben mantener y/o cuidar a sus hijos y a sus padres.
Existe, o existimos. Es una realidad, una generación también llamada xennial por ser una especie de puente entre los X y los millenial que, debido a los cambios en hábitos, la mayor expectativa de vida, la posible necesidad de cuidados especiales al envejecer, la demora en la independencia de los hijos o la paternidad/maternidad aplazada, no solo tienen que encargarse de sus propios retoños, sino de sus padres.
Son un segmento más o menos entre los 35 y 55 años y están viviendo en un sándwich donde deben mantener y/o cuidar a sus hijos y a sus padres. Aunque el concepto se usó por primera vez en 1981 con la trabajadora social Dorothy Miller, en aquella época solo se hacía referencia a las mujeres que tenían que asumir este rol de cuidadoras de toda la familia. Hoy, la historia corresponde a ambos géneros.
Esta situación, por supuesto, genera un estrés adicional y unas crisis de falta de tiempo y recursos que terminan golpeando bastante la salud mental de este grupo de población.
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Y no se trata de entrar a juzgar si lo hacen bien o mal, sino de entender una realidad de la vida. Los problemas de los padres se vuelven propios y hay que entrar a apoyar desde cosas pequeñas, como el pago de los servicios, hasta las decisiones médicas o la depresión que pueden sufrir en estos tiempos de encierro para ellos.
En general, en nuestros países latinos no sabemos envejecer. Creemos en un concepto de bienestar eterno que nos agarra mal parados cuando la mente y el cuerpo nos cobran factura.
De esta forma, aunque ningún padre quiere pasar a ser carga, y desde el amor la palabra ‘carga‘ no debería ni usarse, sí es evidente que es una situación de difícil manejo.
Los miembros de la generación sándwich se sienten solos y de alguna forma consideran que el problema les corresponde solo a sí mismos, no son conscientes de que no son los únicos. No es un tema manejado socialmente ni sobre el cual se levante la voz entre amigos para contarlo, nadie habla de lo duro que es estar cuidando padres y criando hijos a la vez. Adicionemos que al tiempo hay que ser pareja, trabajar, preocuparse por si mismo y, en últimas, no envejecer tan mal.
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El bien más preciado hoy en día es el tiempo y lamentablemente es el que más escasea cuando eres parte de esta generación xennial.
Además de todo lo anterior, el sentimiento de culpa muchas veces es enorme, todos los pormenores del diario vivir recaen en los hombros de los hijos sándwich y, por supuesto, aunque a veces se cansan, sienten que no está bien decir "no".
Pedir ayuda o sentirse exhausto parece ser una señal de debilidad inaceptable en una sociedad que vende niveles de perfección nunca vistos.
La generación sándwich nos enfrenta a varias reflexiones. Una importante es cómo interactuamos con ellos, cómo ser empáticos en este mundo virtual hoy.
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La segunda reflexión es: si eres un xennial, cómo lo estas abordando. Hay que pedir ayuda y, en la medida que sea posible, poner límites a hijos y padres para que todos pongan de su parte. Así los niños sean pequeños, hay que darles dosis importantes de autonomía. Algo de autoempatía para sobrevivir bien en estos tiempos.
Una tercera reflexión es la importancia de esta generación como mercado. Se abren ideas de negocio, servicios, acompañamiento que les permitan hacer la vida más fácil a todos. Hay que pensar también que la generación sándwich está en un momento productivo importante y seguramente muchos tienen buenos recursos para consumir, así que es una audiencia lista para servicios que generen valor.
Si eres xennial, no te sientas solo. Hay miles como tú con insomnio y dolor de espalda. Deja que fluya y dale a cada uno lo que le corresponde: la misión es acompañar, no solucionar siempre.
Recordar, recordar y recordar siempre a los grandes que nos ayudan a inspirar. Soy el amo de mi destino, soy el capitán de mi alma (Nelson Mandela).