JULIANA SÁNCHEZ TRUJILLO
Liderazgo en coherencia
La coherencia debería ser hoy uno de los valores más aplicado en el liderazgo. ¿Qué tanto de lo que usted exige, en verdad aplica?
Ser líder es una gran responsabilidad; implica movilizar un equipo para alcanzar resultados, inspirar, conectar, habilitar procesos y vivir en coherencia. Según la Real Academia de la lengua, la coherencia es la “actitud lógica y consecuente con los principios que se profesan”, en otras palabras, es aplicar lo que se predica. Curiosamente, es común que lo que más predicamos es lo que más debemos aprender.
Liderar con el ejemplo exige mucho más que ser simplemente una persona ética. Es un llamado al autoconocimiento y al despertar de conciencia, pues más allá de los actos, implica escuchar nuestras conversaciones internas y cómo estas afectan el desempeño de nuestros equipos, la comunicación e incluso la percepción que los demás puedan tener sobre nosotros. ¿Cuántas veces exigimos lo que no aplicamos? ¿O cuántas veces dejamos de ser asertivos por el miedo o incluso la pereza de tener conversaciones difíciles que generen puntos de quiebre en las relaciones y dinámicas del trabajo? Lo cierto es que no se puede dar lo que no se tiene, y tampoco se puede exigir lo que no estamos en capacidad de dar.
Lo bello de las relaciones interpersonales, es que somos espejos los unos de los otros, bien sea para llamarnos la atención sobre lo que aún debemos aprender, o para recordarnos no volver a caer en aquello que ya hemos logrado superar. Por eso, aquello que evadimos tiende a ser en ocasiones lo que debemos enfrentar para llegar a un nuevo nivel de crecimiento, y es en la coherencia donde se encuentran los patrones que demuestran que es lo que nos está faltando para lograr los objetivos.
Según Ángela Periañéz Picón, “la incoherencia es como la edad… al final se acaba notando”. Por eso, no esperemos a ser señalados para hacer las cosas bien, ni aplacemos más conversaciones que no nos permiten avanzar. Démonos el permiso de actuar en consecuencia con lo que pensamos y de ser el tipo de persona que le exigimos a nuestros colegas, colaboradores, amigos, familiares o incluso pareja. De lo contrario, corremos el riesgo de vivir con la frustración de no obtener lo que se desea, de no vivir con tranquilidad y de tener que aceptar las consecuencias de errores que se pudieron haber evitado. Enfoquemos nuestra vida en generar confianza en nuestro entorno, en vivir desde el amor y en permitirnos trabajarnos aun cuando la aceptación no sea el camino de vida más sencillo. Solo pensemos: ¿qué cambiaría si nos permitimos vivir 100% en coherencia?
Un líder coherente confía y es confiable, vive en equilibrio y promueve el equilibrio, es cercano y transparente; pero sobre todo, se permite ser honesto consigo mismo y con los demás; aun cuando la verdad de mirar hacia adentro sea dolorosa, difícil de aceptar y muchas veces dura de trabajar. Sin embargo, el sacrificio vale la pena, pues cuando se es íntegro y coherente, se goza de un entorno enfocado en la transparencia, la honestidad y las ganas de hacer siempre las cosas bien, y cuando se hacen las cosas bien, la energía fluye y los resultados se ven.