MAURICIO BOTERO
Los ricos son más ricos…y los pobres, más pobres
El progreso que ha experimentado la mayor parte de la humanidad ha sido casi milagroso: hemos pasado de tener el 85,9 % de la población mundial en situación de pobreza extrema en el año 1800, a tener el 50 % en 1976, y solo el 11,4 % en 2015.
La izquierda, dentro de la cual se incluye a los seguidores de aquella secta ingenua y pueril dentro de la Iglesia llamada Teología de la Liberación, pocas sentencias repite con más frecuencia que aquella de que bajo el capitalismo o el neoliberalismo “los ricos son más ricos…y los pobres son más pobres”. Pero como veremos a continuación, dicha afirmación carece de todo sustento empírico y estadístico. El economista catalán, Xavie Sala i Martín, en su último libro La invasión de los robots, destruye el mito del aumento global de la pobreza: “El ser humano medio ya no vive en las condiciones deplorables en las que han vivido nuestros antepasados durante 10.000 años. Ya no vivimos con la amenaza permanente de la muerte por inanición o por beber agua contaminada, ya no vivimos con el miedo constante de que se mueran nuestros hijos por culpa de una epidemia de tifus, cólera o peste bubónica.
Ya no vivimos en casas diminutas sin habitaciones, sin suelo, sin agua corriente, sin electricidad ni calefacción. De media, ya no vivimos en un mundo sin leyes ni libertad, sin educación ni acceso a médicos y medicamentos más o menos fiables…nunca en el planeta había habido tantos alimentos, nunca tan poca gente había muerto de hambre y nunca tan poca gente había muerto de manera violenta por culpa de guerras y violencia interna. Nunca tanta gente había vivido en países democráticos y relativamente libres. Nunca tanta gente había vivido tantos años con buena salud. Nunca tantos niños habían ido al colegio durante tantos años. Y nunca las diferencias de escolarización entre niños y niñas habían sido tan bajas.”
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Sala i Martín, con abundante respaldo estadístico e histórico, demuestra cómo después de la revolución industrial a finales del siglo XVIII y comienzos de XIX, el PIB per cápita mundial aumentó vertiginosamente: de los 650 dólares que los humanos ganaban, de media, en 1760, se pasó a los 9.700 que ganan actualmente. Durante casi 10.000 años los ingresos medios de los seres humanos permanecieron estancados en alrededor de 500 dólares, y en los últimos doscientos cincuenta años los ingresos se han multiplicado por veinte.
Hace doscientos cincuenta años, como señala Sala i Martín, el 85,9 % de la población mundial era pobre. Hace cuatro décadas, la mitad de los ciudadanos del mundo vivían en situación de pobreza extrema. Hoy, por el contrario, solo el 11,4 % viven en esa situación trágica. El progreso que ha experimentado la mayor parte de la humanidad ha sido casi milagroso: hemos pasado de tener el 85,9 % de la población mundial en situación de pobreza extrema en el año 1800, a tener el 50 % en 1976, y solo el 11,4 % en 2015.
Por más que a la izquierda y a los mamertos, con o sin sotana, los incomode o moleste que -siendo la norma histórica una pobreza alarmante durante siglos- solo cuando llegó el capitalismo en el siglo XVIII, la renta media aumentó de manera dramática. En los útimos doscientos cincuenta años el sistema que ha sacado a los humanos de la pobreza más aberrante es el libre mercado. Por el contrario, son aquellos países que han adaptado sistemas económicos socialistas, aquellos que siguen sumiendo a sus habitantes en todo tipo de carencias y limitaciones.
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En nuestro continente basta ver los ejemplos de Cuba y Venezuela que a causa de haber estrangulado al sector privado y haber puesto todo tipo de cortapisas al desarrollo del capitalismo, han sumido en la pobreza extrema a sus ciudadanos. Por el contrario la China, que adoptó sin casi restricción alguna las prácticas del capitalismo, en los últimos 30 años ha sacado de la pobreza a 800 millones de personas.