ALEJANDRA CARVAJAL
Monetizar el Amazonas
El presidente de Brasil, junto con su ministro de Ambiente pretenden monetizar el Amazonas, en contravía de los intereses mundiales y de lo planteado en el Acuerdo de París. El Amazonas puede monetizarse, pero de otra forma, más consecuente con el planeta.
El ministro de Ambiente de Brasil, en declaraciones recientes a la prensa afirmó que lo más indicado para preservar el Amazonas era monetizarlo. Insistió que incentivar el desarrollo de actividades comerciales podría ayudar a disminuir las actividades ilegales. En una entrevista concedida recientemente al Financial Times afirmó que “El hecho es que las leyes y regulaciones que fueron promulgadas y utilizadas durante los últimos 10 o 20 años fueron demasiado restrictivas para el desarrollo de las áreas amazónicas. Es por eso que la gente pasa a las actividades ilegales, a las actividades delictivas, porque no tienen espacio para hacer algo dentro de la ley”.
Refiriéndose a los 20 millones de personas que habitan las selvas del Brasil, afirmó que “debemos darles una respuesta concreta, y no simplemente decir que no pueden hacer nada en el área de la Amazonia. Eso no es razonable, ni siquiera es factible”. Lo que el ministro pretende es zonificar unas áreas para el desarrollo de determinadas actividades productivas.
El tema es de tal gravedad, que fue uno de los ejes centrales del G7. El presidente Macron fue contundente al condenar las quemas, fijando un importante cerco internacional frente a la inacción de Bolsonaro, quien argumento que no tenía cómo apagar los incendios, e incluso culpó a ONG ambientalistas de haber sido las autoras de ellos. Luego de las declaraciones del G7, Bolsonaro se mostró más cooperativo y ordenó a las Fuerzas Militares del Brasil atender la emergencia. Bolsonaro se sintió tan presionado, que incluso llegó a burlarse de la esposa de Macron, tratando de desviar la atención. Macron, como es lógico, respondió que “Después de su ataque irrespetuoso a mi esposa, es triste para Brasil y las mujeres brasileñas. Pienso que las mujeres brasileñas deben tener vergüenza de ese comportamiento. Como yo tengo respeto por el pueblo brasileño, espero que tengan pronto un presidente que se comporte a la altura”.
La monetización del Amazonas es algo que nos conviene a todos, pero no de la manera planteada por el gobierno del Brasil. Los bonos verdes así como los bonos de carbono son una industria que promete a futuro y que de hecho actualmente está arrojando altos rendimientos. No en vano, el gobierno de Luxemburgo lanzó el primer mercado de valores verde del mundo, siendo además el primero en emitir bonos verdes. Otros gobiernos están siguiendo su ejemplo. La reforestación, la preservación de las selvas y el desarrollo de proyectos relacionados con la conservación del ambiente son rentables, de hecho, en la mayoría de los casos, más que los bonos normales.
Comunidades indígenas han salido terriblemente damnificadas de este insuceso. El conocimiento tradicional que albergan estos pueblos, también se puede monetizar, siendo rentable en el presente para muchas comunidades. No todo es ganadería, minería o soya; ese es el camino más fácil.
El 5 % de la superficie total de la Tierra se encuentra en el Amazonas. Con 7,4 millones de kilómetros cuadrados, equivale aproximadamente al 25 % del continente americano. Más de la mitad de los bosques húmedos que existen en el mundo existen en esta zona, los cuales son fundamentales para la generación de oxígeno. No en vano se le llama al Amazonas el “pulmón del planeta”.
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El 20 % de la reserva de agua dulce se encuentra allí, lo cual es básico si queremos garantizar nuestra supervivencia como especie. Desde la época del Código de Hamurabi ( 1750 años antes de Cristo) ya existían conflictos por el agua, por lo que en él podemos encontrar la primera legislación mundial referente a la adecuada utilización del recurso hídrico, así como un marco regulatorio del mismo. De hecho, parte fundamental del conflicto palestino-israelí se basa en las dificultades de uno y otro bando para tener acceso al agua. El Acuerdo Provisional de Oslo de 1995 distribuye el agua en un 80 % para los israelíes y un 20 % para los palestinos. Para muchos palestinos la situación es crítica, y esto ha aumentado el conflicto.
Para el 2030 la ONU prevé que es posible que la Tierra tenga un déficit hídrico del 40 %, razón por la cual es fundamental fortalecer toda clase de acciones encaminadas para la preservación de este recurso. El río Amazonas también ha salido damnificado; se calcula que en los últimos 50 años en él así como en sus afluentes se han vertido unas 1300 toneladas de mercurio provenientes de la minería ilegal, actividad por la que aboga el actual presidente del Brasil, ya que pretende regularizarla.
La minería, así como la ganadería estarían detrás de los incendios en Brasil. Algunas empresas pertenecientes a esta industria consideran que es necesario deforestar pues el acceso a las zonas en las que se encuentra su producción en ocasiones es difícil. Asimismo, en el caso de la ganadería se necesita más espacio para el ganado. Todo esto conlleva a la inevitable aniquilación de una de las áreas más sagradas del planeta como lo es el Amazonas.
Los empresarios encargados de varios cultivos de soya también serían responsables de las quemas. En el mundo el aceite de palma ha sido condenado internacionalmente por la deforestación que genera; su reemplazo, el aceite de soya ha sido mucho peor. Para el caso colombiano, el 80 % de la palma que se cultiva se hace sin deforestar, dentro de los límites de nuestra frontera agrícola. En cambio, el aceite de soya es bienvenido en todo el mundo, a pesar de que realmente está generando daños ambientales como los que podemos contemplar en el Amazonas del Brasil. La siguiente es una imagen tomada por la NASA del daño provocado por las quemas:
Las políticas del actual gobierno del Brasil, de acuerdo a expertos y a organizaciones internacionales han fomentado los incendios. Las denominadas “queimadas” son acciones coordinadas por parte de los empresarios que están deforestando el Amazonas. El presidente Bolsonaro había prometido a estos sectores (agrícolas, ganaderos y mineros) que incentivaría a través de leyes y decretos la actividad productiva en esta área; sin embargo, sus intenciones se vieron frustradas pues Brasil es signatario de múltiples compromisos internacionales que están encaminados a la protección del ambiente. Por tal razón Bolsonaro ha manifestado que aquellos que realicen estas actividades ilegales estarán de algún modo blindados jurídicamente pues promete menos sanciones para los infractores.