GREGORIO GANDINI
Precios y consumo, actualizando las expectativas
El Dane publicó el pasado 5 de octubre el dato del comportamiento de los precios para el mes de septiembre, que sorprendió al alza y se sitúo en 1,97%. En la columna de esta semana lo analizo para entender de dónde vino esta sorpresa y cómo conecta con las expectativas.
Continuando con la revisión de los datos macroeconómicos más recientes en medio de esta coyuntura tan particular que nos ha traído la pandemia, esta semana el dato de inflación nos ayuda a complementar el de desempleo de mi columna anterior y ver más conexiones e implicaciones para diferentes aspectos de la economía.
De acuerdo con el Dane, el dato de inflación para Colombia en septiembre fue de 1,97% en su tasa anual frente a un dato anterior de 1,88% y un esperado de 1,76%, lo que muestra un aumento importante en la dinámica de precios y los vuelve a acercar al rango de la meta de 3% del Banco de la República. Este comportamiento puede verse en el gráfico 1 que muestra el comportamiento de las tasas de variación 12 meses del Índice de Precios al Consumidor o IPC desde enero de 2019, hasta septiembre de este año y se puede ver la tendencia decreciente desde marzo con 3,85% hasta 1,88% en agosto.
Gráfica 1. Elaboración propia. Datos Dane.
Si bien varias veces he escrito que existe una importante relación entre la dinámica del consumo y el comportamiento de los precios, ya que la primera representa la demanda y genera un efecto en los segundos, por lo que es importante especificar que esta marcada pérdida de dinamismo que nos muestra el gráfico 1 no solo se debe a la caída del consumo sino también a las medidas de alivios en los servicios públicos, lo que afectó sus precios. De tal manera que las preguntas que quedan rondando son ¿Entonces por qué aumentaron los precios en Septiembre? y ¿Cuáles son sus implicaciones?
Para entender este efecto es necesario hablar de la variación mensual del IPC que muestra un aumento de 0,32% entre agosto y septiembre donde el claro impulso lo dio el grupo de gasto “Alojamiento, Agua, Electricidad, Gas Y Otros Combustibles”, que con 0,17 puntos porcentuales representó alrededor del 53% de todo el cambio. Si vamos a un mayor nivel de detalle, este impulso estuvo dividido en “Suministro De Agua Y Servicios Diversos Relacionados Con La Vivienda” con 0,10 puntos y “Electricidad, Gas Y Otros Combustibles” con 0,07, lo que muestra que gran parte del aumento en esta dinámica de precios se debió a la finalización de los alivios en los pagos de estos servicios, más que por un aumento en el consumo.
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Otra parte importante del aumento en los precios de forma mensual se deriva del crecimiento en el costo de servicios de transporte que aportó 0,09 puntos adicionales y específicamente en transporte intermunicipal, lo que tiene mucho sentido con la reapertura de las vías y el transporte.
¿Y el consumo qué?
Para continuar con las preguntas que planteé al inicio, no podemos dejar de hablar del consumo y en ese sentido un indicador que nos ayuda a percibir la expectativa de los hogares es el Índice de Confianza del Consumidor – ICC, calculado por Fedesarrollo a partir de los datos obtenidos de su encuesta, que para el mes de septiembre mostró un aumento de 3,8 puntos porcentuales, pero continúa en terreno negativo con un registro de -21,6%, lo que sigue hablando de pérdida de confianza por parte de los consumidores. Un punto clave para entender este tipo de índices es que no nos habla propiamente del consumo presente, sino que nos presenta el panorama de la percepción futura y cómo los hogares enfrentan esa incertidumbre por lo que es una señal crucial a tener en cuenta.
Dentro del esquema de esta encuesta, el ICC se construye a partir de otros índices que permitan ver en mayor detalle la información obtenida: el de Expectativas del Consumidor o IEC y el de Condiciones Económicas ICE. En este sentido es interesante ver que el IEC muestra un valor de 2,4% volviendo a terrenos positivos que no tocaba desde 2018, impulsado en gran medida por la noción de que los consumidores esperan que en un periodo de un año las condiciones de los hogares se encuentren mejor que ahora. Por su parte el ICE, con toda lógica, ha sido fuertemente golpeado por la situación económica actual, pero continúa teniendo registros negativos cada vez menores.
Si bien es difícil predecir cualquier tipo de comportamiento en condiciones normales, en este contexto tan particular que ha traído la pandemia este trabajo se hace titánico, pero creo que hay algunas conclusiones interesantes que podemos derivar de analizar estos datos. La primera es que los precios no aumentaron en realidad por un crecimiento en la dinámica de los hogares sino por efecto de retirar una rigidez existente en las tarifas de los servicios públicos.
La segunda es que, si bien las expectativas respecto a la situación futura de los hogares parecen ser mejores, las que se refieren a la economía parecieran ser que ya tocamos fondo y lo que resta es subir. Ahora bien, si unimos estos dos factores, daría para pensar que todavía no hay una señal clara sobre la recuperación de la dinámica en el consumo actual, pero que si queremos hacer realidad la expectativa de los hogares sobre su consumo futuro debemos asegurarnos al menos de no retroceder más en términos económicos, lo que se sustentaría en cierta medida con la reducción hasta 16,8% del dato desempleo agosto.
Como siempr,e estas expectativas se irán ajustando a medida que se vayan publicando nuevos informes y datos económicos por lo que es necesario seguirles el paso muy de cerca ya que son una medida crucial de cómo los hogares ven el futuro.
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