CAMILO DÍAZ
Un poco de IVA o 229 beneficios tributarios
Aunque el Gobierno renunció a gravar toda la canasta familiar con IVA todavía no se habla de los 229 beneficios tributarios existentes. Revisarlos puede contribuir a recaudar los $8 billones que faltan.
Desde que se radicó la Ley de Financiamiento el IVA a la canasta familiar no fue visto con buenos ojos ni por la bancada de Gobierno, ni por los gremios de la producción, ni la oposición y mucho menos por los consumidores, muestra de eso fue que la confianza del consumidor en octubre cayó a – 1,3% evidenciando que los hogares temen las consecuencias de esas medidas en sus bolsillos.
Por presión de los legisladores ponentes, el IVA a la canasta familiar se hizo aguas, pero no está claro cuáles bienes van a quedar exentos, excluidos y cuáles no. Se habla de que los alimentos procesados lo tendrán, que otros tendrán IVA monofásico y así, pero aún nada concreto sobre los bienes de la canasta familiar que ha sido dividida entre básica y esencial. La primera pregunta es: ¿Cuáles son los bienes de la canasta esencial y cuál fue el criterio para seleccionarlos? Luego de la reforma tributaria de 2016 la canasta familiar está compuesta como se ve a continuación.
Además de renunciar a expandir el IVA a toda la canasta, el Gobierno aceptó reducir algunos gastos tanto de funcionamiento como de inversión y mejor buscar otros ingresos en impuestos a las bebidas alcohólicas y azucaradas, eso llevó a que el hueco pasará de $14 billones a los $8 que están pendientes de financiarse. Posiblemente propondrán ventas de activos en enero de 2019, entre esos Ecopetrol.
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En medio de las sumas y las restas, el Gobierno todavía no habla de los 229 beneficios tributarios que existen actualmente, y que terminan volviendo el sistema tributario un laberinto de descuentos y promociones donde unos se acumulan y otros no. Esos beneficios solo son aplicables a las empresas y no a las personas naturales quienes gozan de solo tres. Vea el inventario de beneficios tributarios de la Dian aquí.
Esos beneficios terminan generando un gasto tributario para el Estado en solamente el IVA de $65 billones anuales, de los cuales $57,5 corresponden a bienes y servicios excluidos, ahí están por supuesto la canasta familiar que representa una parte de esas exclusiones. Como lo hemos dicho antes reducir esas exenciones y exclusiones en un 10% o más traerá como mínimo $6,5 billones a las arcas dejando al erario muy cerca de las nuevas necesidades de $8 billones.
Los demás beneficios tributarios están relacionados al impuesto a la renta, donde la política pública se ha decantado por escoger sectores ganadores y perdedores. Por ejemplo, el sector hotelero tiene el beneficio de exención a la renta de los nuevos hoteles hasta por 30 años, del mismo modo el sector minero energético goza de importantes exenciones tanto en IVA como en el impuesto a la renta, en total la suma de todos esos beneficios le termina costando al erario más de $84 billones anuales.
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Eso sin contar que entre 2010 y 2016 varias empresas descontaron de su impuesto a la renta cerca de $18 billones de regalías, una situación que el Consejo de Estado ha dicho que no puede darse porque el objetivo de las regalías es compensar a la nación por la extracción de los recursos no renovables y por eso no pueden ser tratadas como costos de extracción o de operación. Sin embargo, la Dian no ha empezado a cobrar, en ese rubro puede encontrar por lo menos otros $4 billones para el otro año, mientras normaliza los otros $14 en los próximos años.
En la coyuntura fiscal actual es necesario revisar esos 229 beneficios tributarios, reducirlos tiene ventajas significativas para las arcas. Primero, simplifica el sistema tributario evitando el arbitraje entre exenciones o exclusiones. Segundo, evita la selección adversa de sectores ganadores o perdedores en la política fiscal o que el Estado quede atrapado por los que pueden ejercer mayor presión. Tercero, iguala la carga entre todos los sectores que finalmente se benefician por igual de los bienes públicos que provee el Estado.
No hay que olvidar que los empresarios invierten si saben que van a vender lo que produzcan, no solo porque los impuestos bajen, por eso el camino de buscar las monedas de los bolsillos de los consumidores no es bueno puesto que es el consumo el que impulsa el crecimiento al responder por el 65% de este.
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