JULIO ANDRÉS ROZO GRISALES
Un reto para Caquetá en 2020: mejorar sus vías y evitar derrumbes
Si algo caracterizó el 2019 caqueteño fue el dolor de cabeza que produjo el cierre de la vía entre Florencia y Neiva. Pero también, hubo pequeñas migrañas dentro del mismo departamento debido a los derrumbes o a la dificultad de transitar las carreteras veredales que inundadas de barro, terminaban siempre al arreciar un aguacero.
Mejorar la interconexión veredal en Caquetá debe ser una de las prioridades del entrante gobierno departamental. Tengo la esperanza de que los gobernantes que inician su gestión a partir del primero de enero, abordarán el reto de las vías caqueteñas con determinación. Este es un tema de urgencia para mejorar el desarrollo productivo y competitivo del departamento.
Para poder hacer esta columna, me basé en el Índice Departamental de Competitividad 2018 del Consejo Privado de Competitividad y la Universidad del Rosario. Tristemente encontré que Caquetá ocupa el vergonzoso puesto 26 entre 27 departamentos en el ranking de infraestructura (solamente superando a Chocó, último en la lista). Con una puntuación de 1 a 10, el departamento se recontra-raja con un 1,94. Esto indica una marca negativa en el pasado del departamento, refleja lo que es el presente del territorio, e impone indudablemente un reto para el futuro, ojalá cercano, de nuestra querida Caquetá.
Si el departamento quiere que aumente el flujo de turistas nacionales y extranjeros hacia la región, es necesario garantizar que la vía principal que conecta a Florencia con el país esté en excelente estado (es más, que se materialice su ampliación). Y así, como con el turismo, lo mismo sucede con otros renglones productivos en el departamento. Especialmente, con los productos agropecuarios producidos en la región y que buscan insertarse en el mercado nacional. Los productos caqueteños no pueden darse el lujo de seguir siendo “el objeto imputado” de los altísimos costos de transporte internos y nacionales, debido al mal estado de las vías.
Tampoco, que se pierdan negocios con compradores nacionales debido a la intermitencia con la que se dan los envíos terrestres. Los emprendedores o empresarios caqueteños no pueden negociar sobre la base del “le despacharé cuando den paso por la vía”. Eso es inadmisible. Hace unos meses, le di la razón a la directora de compras de una empresa bogotana que me dijo lo siguiente: “Me gusta la cocona caqueteña que ofrece la empresa que usted asesora, pero comprendame por favor Julio Andrés, si ellos quieren ser proveedores nuestros, nos deben garantizar envíos semanales ininterrumpidos; el que nos digan “una semana sí, otra no”, no lo podemos aceptar”, dijo esta señora bogotana con la que hablé.
Esto que menciono, lo hago para ilustrar una de las cosas que suceden con la vía principal. Pero, ¿qué hay de las vías terciarias-veredales?
El reto en los siguientes cuatro años: conectar a las veredas entre sí y a ellas con Florencia
La red de vías terciarias en el departamento debe mejorar. En varias ocasiones he tenido que movilizarme hasta 35 minutos por veredas cerca de Florencia, cuando el mismo trayecto en Cundinamarca o en Tolima me puede tomar 5-10 minutos en moto o en carro. Mejorar la interconexión terrestre en Caquetá significará desarrollo, mejores ingresos y mayor cuidado ambiental (especialmente la lucha contra la deforestación). ¿Por qué?. Este es un tema que ya he abordado en otras columnas pasadas y que también lo han hecho otros colegas. A medida que se mejora la comercialización de productos vía terrestre y se reducen los tiempos de viaje, los productos cosechados se hacen más competitivos en precio, y las oportunidades de mejora de ingreso de las familias campesinas aumentan. Esto disminuye las presiones ambientales sobre los ecosistemas locales.
Importante también es el hecho de mejorar las vías para reducir el riesgo de deserción escolar. He sido testigo varias veces del caso de familias que optan (preferir no es la palabra adecuada), por no enviar a sus hijos a las escuelas debido a las dificultades que existen al transportarlos. En una ocasión, un señor que sufrió una caída en su moto más arriba de San Antonio de Atenas, y al caer se rompió la pierna, me comentó que no pudo llevar a su hija a la escuela durante 9 días (escuela que queda a 20 minutos en moto de su hogar). Pudo volver a la escuela cuando su hermano mayor, al tomar vacaciones, lo apoyó en esta labor.
Ejemplos como el anterior evidencian la necesidad de hacer del mejoramiento y del mantenimiento periódico y rutinario una prioridad en la región. Que los habitantes rurales tengan que meterse la mano al dril para arreglar la carretera de su vereda, refleja una total desatención a la misión pública de las entidades públicas. Que se tenga que cuasi-que-rogar y esperar meses y meses para poder acceder a un bulldozer de la administración pública, es el mayor argumento que explica el por qué Caquetá ocupa tan vergonzoso puesto en el ranking de competitividad departamental a nivel nacional.
Repito, con esperanza y optimismo anhelo que el tema de las vías sea una prioridad a partir del año 2020. Anhelo estar escribiendo esta misma columna a mediados del año 2021, habiendo analizado los resultados de Índice Departamental de Competitividad 2020 y ojalá, haber encontrado resultados en donde Caquetá no se raje con otro penoso 1,94 (del 1 al 10), sino que al menos, pase raspando y se encuentre en la media del ranking (lo cual ya sería un avance abismal en comparación a lo que reflejó 2018 y con seguridad dejó ya 2019).