EL EDITORIAL

15 años de ARCADIA

Entender que nuestras preocupaciones ahora son globales y solidarizarse con esas causas es abrazar la década que acaba de empezar.

Sara Malagón Llano, Revista Arcadia
20 de enero de 2020

Este artículo forma parte de la edición 170 de ARCADIA. Haga clic aquí para leer todo el contenido de la revista.

En 2005, bajo el liderazgo de Marianne Ponsford y Alejandro Santos, Publicaciones Semana le dio vida a una revista mensual de cultura y actualidad llamada ARCADIA. Desde sus inicios, este proyecto quería pensar en periodismo cultural desde una mirada amplia. ARCADIA no podía ser una publicación altiva y solipsista, cerrada a quienes no formaran parte de la intelectualidad, élites académicas o altos círculos del sector cultural, sino que tenía que ser una revista de páginas abiertas y conectadas con todos los aspectos que componen la realidad, así esto implicara cubrir y analizar también los hechos de la vida política y la sociedad. La apuesta, además, estaba dirigida a hacer periodismo, a enganchar y formar reporteros y editores culturales, a darles valor a las firmas en las páginas de un medio de vocación masiva, de una manera independiente, crítica, desafiante incluso, y diversa. 

Así, ARCADIA resistió a quince años de crisis en los medios de comunicación y persistirá, ojalá, en el tiempo. Pues esta revista no es solo una revista; es una forma de ver las cosas, de aproximarse al mundo. Esa raíz de ARCADIA, un acto visionario del que hasta hoy nos beneficiamos sus colaboradores y lectores, permite en este editorial comenzar a celebrar un cumpleaños redondo con una perspectiva de futuro: la de entender que la cultura es un valor y un factor del desarrollo del individuo y la sociedad, y que nuestra misión es aportar a conocer mejor al ser humano y su vida en el planeta en el siglo XXI, desde las artes, la creatividad y la crítica.

2020, entonces, será un año para celebrar por medio de nuestras revistas, nuestro cubrimiento diario digital y nuestros eventos. Pero también será una oportunidad para reflexionar sobre el lugar en que estamos en el mundo y en la historia, y para desafiarnos. Cuando este proyecto empezó, Colombia vivía en el delirio de la guerra, que llegó incluso a buscar usurpar la palabra y hacer suya la pregunta sobre qué es ser colombiano. Fue un tiempo en que a la vez, en contraposición quizás a la violencia imperante, surgieron en el país movimientos e iniciativas culturales y artísticas que dictaron un cambio. El Ministerio de Cultura y las primeras nuevas leyes de fomento tenían apenas pocos años de existencia, pero habíamos acumulado por décadas voluntades de cambio que, de repente, irrumpieron a través de un movimiento cultural de dimensión nacional, con arraigo también en el territorio, transgresor y enormemente diligente, que marcó todos los aspectos de la vida artística –particularmente la música, el cine, las artes plásticas y los saberes ancestrales y tradicionales de algunas regiones– y puso al país a expresarse (sumado a que este pudo empezar a hacerlo con más garantías de participación y atención a través de las redes sociales, casi contemporáneas de todo esto).

Podría decirse que la existencia de ARCADIA ha coincidido con un tiempo en que Colombia, finalmente, logró encontrar fórmulas para sacarle el debido provecho a la manifestación individual y social, en cuyo centro está un acto creativo, y a la vez de protesta. Esa mezcla de creatividad y protesta es un trofeo de los últimos quince años, materializado quizás con más fuerza que nunca en los cacerolazos de finales de 2019, y es a la vez una mirada al futuro: a los años que se avecinan. Poner la cacerola en el visor, agarrarla incluso y golpearla por varios minutos, no es salir tercamente a defenderla; es saber quiénes somos hoy los colombianos, grupos culturales y sociales diversos, en constante transformación y conectados como nunca a las causas del mundo entero. Entender esas motivaciones, que hoy a diferencia de otras épocas son preocupaciones globales, y solidarizarse con esas causas es abrazar la década que acaba de empezar.