El choque cultural del inmigrante: apoyo emocional
Son muchas las circunstancias que llevan a una persona a dejar su país. Unos salen voluntariamente, otros se ven forzados a hacerlo por amenazas o razones políticas. Otros van en busca de mejores oportunidades laborales, económicas o académicas. O como escuché decir a alguien: "Nos vamos a escampar un tiempo a España a ver si la situación mejora y podemos regresar a nuestro país".
Inicialmente, este desplazamiento, puede ser excitante y comenzar como una aventura, ante la perspectiva de conocer personas nuevas, nuevos lugares, otra cultura, idioma y entorno social. Pero después de un tiempo la ilusión de lo nuevo pasa; algunas personas pueden experimentar problemas psicológicos: síntomas depresivos, de ansiedad, problemas físicos y psicosomáticos. Y es que las consecuencias pueden ser dolorosas o confusas para unos.
La fortaleza del inmigrante, la elasticidad para aguantar adversidades, tolerar las frustraciones, la permeabilidad al nuevo entorno social y cultural, permitirán que sea más fácil o no adaptarse al nuevo entorno. Para el individuo que debe bajar el nivel y calidad de vida, desempeñar trabajos por debajo a las capacidades y estudios realizados, tener dificultades para conseguir visa, vivienda o trabajo, no dominar el idioma, tener problemas laborales, no tener visa de trabajo, no tener apoyo psico-social, no tener seguro de salud y/o temer ser deportados, va a ser muy estresante y será mucho mas difícil adaptarse.
Estas personas viven en un estrés continuo, social y ambiental. Al no tener un sistema de apoyo adecuado, su sistema nervioso central se ve afectado, produciendo en las personas angustia, depresión, rabia, culpa, desespero, confusión, aislamiento, insomnio, dificultad de concentración e irritabilidad, puede también, presentar síntomas físicos: dolor de cabeza, dolores de espalda, piernas, problemas en los riñones y problemas hormonales entre otros.
Parece que algunas de estas personas vivieran en un limbo entre el peligro o dificultad que dejaron y la seguridad que buscan.
Otro factor que influye en la adaptación del individuo a la nueva cultura es su capacidad para elaborar el duelo, ya que el inmigrante pasa por una etapa de duelo y de cambio. Joseba Achotequi dice: "Duelo es un proceso de reorganización de la personalidad que tiene lugar cuando se pierde algo significativo para el sujeto. El inmigrante elabora duelo por que está perdiendo contacto con la familia y amigos, la lengua materna, la propia cultura, los paisajes y tierra natal, posición social, contacto con su grupo étnico y, en ocasiones, el nombre y un poco de la identidad".
Las consecuencias de la inmigración pueden ser profundamente dolorosas y confusas, por lo mencionado anteriormente, pero si adicional a esto, la persona ha tenido una separación física o emocional con la madre, en el momento del parto o a una temprana edad, la persona puede llevar dentro una sensación de vacio, alineación, aislamiento, inseguridad y al estar en una tierra ajena, estos sentimientos se incrementaran y la persona se puede sentir más desorientada, aislada y traumatizada.
En ocasiones, cuando estas personas encuentran a alguien con quien se sienten seguros y conectados, puede ser un amigo o pareja, se sienten completos, si la relación termina emocionalmente se pueden sentir desesperados y su cuerpo puede entrar en estado de shock porque esta relación representaba para ellos la conexión con sus raíces, su seguridad. Al terminar vuelven a sentir el abandono que una vez experimentaron y sienten como si estuvieran perdiendo la conexión con sus raíces.
A continuación encontraran una historia de una paciente que ha querido compartir su experiencia, su nombre ha sido cambiado para proteger su identidad:
Patricia llega a New York huyendo de la violencia y las dificultades económicas. Transcurridos tres años en la gran manzana, ella ingresa a una clínica de Manhattan por depresión y ansiedad. El mundo se le ha venido encima, no puedo mas, el trauma de emigrar, las dificultades para regularizar la estancia, conseguir vivienda y trabajo digno y sobre todo la lejanía de la familia han sido una carga muy grande.
“No tengo nada a qué aferrarme, siento que no tengo un punto de referencia. A veces el deseo de regresar a Colombia me invade, pero cuando pienso en la situación política, económica y de inseguridad que vive el país me toca pensar que es mejor quedarme acá”, dice.
"Manhattan es un lugar maravilloso, lleno de cultura, oportunidades, etnicidad y excentricidades, y me gusta sentirme parte de ella, me gusta lo que aprendo, lo que puedo hacer y conocer, las oportunidades que me ofrece. Pero por otra parte es una ciudad muy sola, agresiva, donde se lucha como alguien decía 'hasta para conseguir un espacio en el metro'. Esta lucha es estresante, cansa y a veces enferma, me siento en una encrucijada".
Patricia, luego de unos meses de terapia psicológica está saliendo de su depresión y se siente más adaptada. Aplico para una beca y espera entrar a estudiar, para tener mas oportunidades. “Es importante recordar que si bien en la emigración hay una etapa de duelo, esta a su vez se enmarca dentro de un proceso más general de cambio que en ocasiones incluye también aspectos positivos como dejar la violencia, la inseguridad, dificultad económica“ dice Achotequi.
Algunos consejos a la hora de migrar
Para hacer de este cambio una mejor experiencia, es importante que no se aisle, hable de sus sentimientos con otras personas, haga nuevos amigos, haga trabajo de voluntariado, busque una comunidad a la que le interese pertenecer pues todos necesitamos sentir que hacemos parte de algo. Aprenda el idioma, aproveche las oportunidades que les brinda el país, salga, conozca, aprenda de la cultura en lugar de criticarla. Evalúe los beneficios que la experiencia le está dando para saber si esto es lo que está buscando y si es lo que quieren para su vida. Pónganse objetivos claros y reales, y trácese metas para alcanzarlas. Recuerde que a veces es necesario hacer cosas que no le gustan para alcanzar sus objetivos. Tenga paciencia y confié!
La autora es psicóloga javeriana, especializada en trauma. m.escamillar@gmail.com