
Manteniendo la “realidad” de las tasas
El sábado 9 de febrero el diario La República titulaba que el Banco de la República “cambió su proyección de inflación para 2008 y la aumentó a 4,7 por ciento, debido a la presión por los precios de los alimentos y los combustibles, principalmente”. Esto nos deja ver que el tema de la inflación comienza a ser más dinámico que lo esperado por muchos de los analistas y de las mismas autoridades.
Lo que nos deja ver esta jugada del Banco Central es que inevitablemente en febrero habrá aumento de tasas nuevamente; esto se debe a la combinación de 4 factores completamente claros para las autoridades y curiosamente olvidados por los analistas:
Primero, Colombia esta en la cima del ciclo económico de largo plazo y al igual que Estados Unidos, China, India y Francia, comenzará una desaceleración económica, tan profunda como sean los impactos de comercio internacional con Venezuela y la reducción del mercado de los Estados Unidos; segundo, ante el aumento en la desaceleración de la economía norteamericana por la crisis hipotecaría, asegura una nueva reducción de las tasas de referencia de la fed; tercero, si bien la inflación en enero fue alta en el país (y en casi todo el continente), en febrero esta volverá a ser alta, moviéndose entre 0,4 y 0,9, porque en este mes se sienten los aumentos del rubro de educación, el cual este año presentó aumentos de matrículas cercanos al 6%; cuarta, pese al fenómeno inflacionario, la confianza del consumidor no se frena de manera significativa.
Este escenario nos deja ver dos situaciones muy particulares. La primera es que mientras en la gran mayoría de los países del continente y de la zona Euro se presenta una tendencia inflacionaria acompañada de la caída de la confianza del consumidor, en Colombia los efectos de liquidez en el mercado causan el fenómeno contrario.
Históricamente el índice de confianza del consumidor diseñado por la Universidad de Michigan (medido por diversos operadores por país, en nuestro caso Fedesarrollo) tiene una alta correlación con lo precios, ya que ante una sensación de reducción en la capacidad de compra, el consumidor inevitablemente se siente menos confiado en sus inversiones de largo plazo; más aún ante una crisis hipotecaría como la que esta viviendo Estados Unidos, que no es muy distinta de la que vivimos hace unos años en nuestro país.
Curiosamente en Colombia, pese al efecto inflacionario, la confianza del consumidor aumentó, y parece explicarse por una fuerte sensación de liquidez en los bienes de capital para el hogar, que por el contario, presentan un tendencia de reducción de precios por efectos de revaluación y de fuerte competencia entre las cadenas.
La segunda relación, sin duda surge del anterior. La crisis en la economía más grande de la economía sin duda genera una serie de incertidumbres en los mercados financieros que buscan cada vez más rápida rentabilidad para recuperarse de la caída. Esta necesidad tiene un nombre propio: mercados emergentes estables; Colombia, México y Brasil han mostrado esta característica en los últimos años, y si bien las bolsas latinoamericanas cayeron al son de los toros de Wall Street, comienzan a recuperarse lentamente recibiendo las inversiones foráneas que buscan recuperar sus pérdidas de comienzo de año.
Estas dos situaciones combinadas con los cuatro factores expuestos nos dejan ver que es fundamental para José Dario Uribe mantener la tasa de interés real en el mercado local, con el fin de lograr que las tasas de rentabilidad sean lo suficientemente interesantes para los inversionistas extranjeros, aprovechando las necesidades de rentabilidad, y manteniendo al país a un lento proceso de revaluación que reduce el pago de intereses de deuda extranjera y con un creciente déficit en cuenta corriente.
Para esto era fundamental aumentar la proyección del Banco Central sobre el índice de precios, porque la tendencia positiva en alimentos no se frenará sino hasta el segundo semestre y con el conocimiento del aumento por los rubros de educación, acelerada por el mantenimiento del deseo de consumo del mercado local y potencialmente afectado por el aumento de oferta de productos que debía ser exportados pero serían ofrecidos en el mercado local; entonces, el aumento de tasas es el único “hielo” que puede enfriar la economía sin llevarla a una gran desaceleración, ya que de antemano se sabe que estamos en el punto de inflexión del ciclo económico, y bien puede mantener la dinámica de la inversión extranjera que viene creciendo por encima del 20% anual y reducir el monto del pago por los intereses de deuda, logrando a su vez que nuestro sector exportador deba diversificarse y cualificarse para ser más competitivo, pero sin duda a la gente de a pie y a los empresarios el aumento de tasas no les conviene porque les frena su capacidad de compra y de inversión, y los lleva a tomar decisiones contraccionistas aumentando más la inflación.
Viendo a la vez todas estas variables es evidente que el Banco de la República si está haciendo lo correcto, que es mantener la “realidad” de las tasas para hacerlas atractivas a nivel global, enfriar la economía y controlar de alguna manera el desbordado gasto público.
* Presidente de Raddar
camiloherrera@raddar.net