PAÍS
Microcertificaciones compiten con los títulos
Para nadie es un secreto que las carreras profesionales atraviesan un terreno intrincado, compitiendo con los cursos 'express' que ofrecen el aprendizaje de competencias en un menos tiempo al de una carrera universitaria. ¿Podrán sobrevivir los títulos universitarios?
Hasta hace no mucho, quien quisiera asegurarse una vida profesional exitosa tenía que estudiar una carrera universitaria. Pasar entre cuatro y cinco años en las aulas, salir a trabajar y actualizarse sobre la marcha con especializaciones o maestrías. Pero gracias a la tecnología y a la dinámica del mercado laboral, cada vez menos gente sigue esa ruta tradicional. Los nuevos formatos de educación –como los cursos virtuales, las microcredenciales y las acreditaciones– tienen cada vez más adeptos.
Las necesidades laborales cambian a un ritmo vertiginoso. Según un estudio de la Universidad de Oxford, 47% de los trabajos actuales podrían quedar automatizados en 11 años por la cuarta revolución industrial. Eso implica que la demanda del mercado camine mucho más rápido que los cambios curriculares en las instituciones de educación superior. Los futuros profesionales entran a estudiar materias que dejarán de serlo cuando empiecen a trabajar. Y los profesionales actuales resultan cargados de competencias obsoletas.
Eso se nota sobre todo en el área de tecnología. “En Colombia, aprobar un nuevo programa de estudios tarda en promedio cinco años. Pero una tecnología en la cúspide hoy puede caer en el olvido en solo dos años. Eso quiere decir que siempre estamos rezagados frente a las necesidades del mercado”, cuenta Maximilien De Coster, partner de Ticjobs, una bolsa de empleo especializada en trabajos TIC en Colombia.
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Por eso, “si la idea es seguir estudiando a lo largo de la vida, no podemos permitir que cada curso tome de dos a cuatro años, porque ese tiempo prácticamente te saca del mercado”, agrega Yesmariana Gómez, jefe de proyecto en MiríadaX, plataforma iberoamericana de moocs (cursos online abiertos y masivos, por su sigla en inglés).
Estos nacieron hace siete años para hacerles frente a esos retos de la educación. Uno de los pioneros fue Coursera, iniciativa de la Universidad de Stanford, EdX, de Harvard, y MIT. La idea era reproducir en video una clase corriente de estas universidades de élite y llevarla a miles de personas.
Con el tiempo el formato evolucionó a una clase pensada exclusivamente para internet. Hoy la mayoría de mooc ofrece el curso gratis y una opción de comprar la certificación al final. Este modelo de negocio se lucra de esa forma.
Desde entonces, los mooc no han parado de crecer. El año pasado rompieron el umbral de los 100 millones de usuarios registrados, según los datos publicados por Class Central, un motor de búsqueda especializado en educación en línea. Para hacerse una idea, eso equivale a 45% de los estudiantes matriculados en educación superior en el mundo.
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En Colombia, universidades como Los Andes y la Javeriana ya los ofrecen. Entre ambas suman 80% del mercado nacional de mooc, con 696.500 estudiantes. La primera en alianza con Coursera y la segunda con EdX, según un estudio de investigadoras de la Universidad del Atlántico. Por ahora, el porcentaje de terminación es muy bajo, pues solo 6% de los estudiantes, en promedio, finaliza el curso.
Por esto las plataformas de cursos virtuales mudaron a otros modelos de negocio, como las microcredenciales. Estas consisten en uno o varios mooc encadenados que llevan a una certificación en una competencia específica. “Son más que un curso, pero menos que un grado completo. Se basan en la idea de la modularidad de la educación y también en la apilabilidad. Es decir, que puedas consumir dos cursos de manera independiente, pero que agruparlos te permita conseguir algo mayor”, explica Gómez.
Según explica, eso ha permitido un mayor grado de permanencia en una ruta académica. Pero, además, los ha vuelto una gran opción para las empresas que quieren capacitar y certificar a sus empleados en una competencia determinada. “En 2017 hicimos un estudio con gerentes de recursos humanos y 95% nos decía que están interesados en la formación por microcredenciales de sus trabajadores porque les parece mucho más ágil”, dice Gómez.
Por otro lado están las certificaciones que ofrecen plataformas como Platzi. Esta startup nacional tiene 500.000 estudiantes en el mundo (una cuarta parte de Colombia). Y ha obtenido buenos resultados: 54% de sus egresados ha logrado subir sus ingresos y, a diferencia de la mayoría de programas virtuales, más de 70% de sus estudiantes completan sus cursos.
¿Qué viene?
Pese al auge de las microcertificaciones, a estas aún les falta mucho para superar a las carreras universitarias. Sirven más bien de complemento que ayuda a diversificar la oferta educativa con opciones más cortas y prácticas.
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“Las carreras universitarias no van a desaparecer. Si bien algunos sectores del mercado laboral no requieren carrera profesional, la universidad mantiene un rol clave. Es un espacio para generar conocimiento y cumple, ante todo, un papel social”, opina Gómez.
Puede que estas tendencias no pronostiquen el fin de las universidades, sí profundos cambios. “Esto nos indica que debemos cambiar lo que venimos haciendo”, asegura Maritza Rondón, rectora de la Universidad Cooperativa de Colombia. “Necesitamos pasar de modelos masivos de educación a formas personalizadas, que están pidiendo los jóvenes. Debemos permitir una educación más flexible, que reconozca los saberes con los que entran los alumnos”.