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ANÁLISIS

¿Con quién se hace país?

En Colombia requerimos que quienes asuman la dirección del Estado en todos sus niveles valore al sector productivo por su capacidad para generar progreso y le facilité el desarrollo de su actividad en lugar de todo lo contrario.

4 de mayo de 2018

Estamos en época electoral. Acabamos de elegir congresistas y estamos próximos a votar por Presidente de la República. Sin duda ambos son hitos relevantes para el devenir de Colombia. Pero no dejemos que la coyuntura electoral nos induzca a creer que los funcionarios son los protagonistas del desarrollo de un país. Los países los construyen los empresarios. 

Roosevelt, Lincoln, Jefferson son la esencia de la institucionalidad norteamérica. Pero sin Rockefeller, Carnegie, Henry Ford, etc., Estados Unidos no sería el gigante industrial que es hoy en día. Son ellos los que dieron origen a Bill Gates, Steve Jobs y cientos de muchos otros empresarios históricos. No los funcionarios. No me mal entiendan.

No estoy minimizando el poder dinamizador o destructivo de la política pública (caso Venezuela). Solo estoy apuntando el reflector en los verdaderos protagonistas del desarrollo de un país: los empresarios.

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No debería existir titubeo alguno para aceptar que el motor de creación de riqueza, empleo y bienestar de un país son aquellos que lo apuestan todo; su patrimonio, su tranquilidad por crear empresa. En Estados Unidos reconocen a los empresarios de esta manera. Son el centro de admiración, son estrellas de televisión, e incluso actualmente Presidente de la Nación.

En Colombia existen quienes no valoran a los empresarios de esta manera. Para algunos son percibidos como los malos, los explotadores. Hemos llegado al lamentable absurdo de que un candidato a la Presidencia con opciones reales de ganar las elecciones le haya declarado la guerra a los empresarios y que ese discurso tenga una amplia aceptación en un sector de la sociedad.

Desde una incompresible lógica anti-económica, la administración pública ha creado regulaciones y cargas impositivas excesivas que tienen agobiados a los empresarios colombianos. La última Reforma Tributaria, solo para citar un ilustre ejemplo. Es preciso que exista un acuerdo unánime de que sin empresarios cualquier país es inviable. 

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Wiston Churchill, dijo: “muchos miran al empresario como el lobo que hay que abatir; otros lo miran como la vaca que hay que ordeñar; pero muy pocos lo miran como el caballo que tira el carro”.

En Colombia requerimos que quienes asuman la dirección del Estado en todos sus niveles valore al sector productivo por su capacidad para generar progreso y le facilité el desarrollo de su actividad en lugar de todo lo contrario.

Por: María Lucía Castrillón Simmonds, Gerente de Propaís