La industria del cannabis medicinal ya genera miles de empleos formales en el país. | Foto: Juan Carlos Sierra

AGROINDUSTRIA

Cannabis: denuncian cobros millonarios para tramitar licencias

Varios empresarios han invertido US$440 millones en cannabis legal. 'Plaga' de la corrupción, la amenaza.

15 de agosto de 2019

Uno de los temas de moda en la agroindustria colombiana es el naciente negocio del cannabis medicinal. Que es una burbuja, que podemos ser potencia mundial, que tenemos el clima y el saber hacer luego de décadas de cultivar esta planta ilegalmente, que picamos en punta en la región y tenemos la regulación más avanzada, etcétera. Sin embargo, ante tantas voces tan disímiles, lo mejor es acogerse a los hechos, así sean escasos.

¿Qué es verdad y qué no? Según Carol Ortega, fundadora y directora de Muisca Capital Group, una compañía localizada en Los Angeles (California) y dedicada a atraer dinero para este tipo de proyectos cannábicos, a la fecha varios empresarios han invertido en Colombia US$440 millones. De ese valor, cerca de 85% proviene de inversionistas canadienses, en donde esta industria tiene un recorrido más extenso.

Firmas como Pharmacielo, Canopy Growth, Khiron, Pideka, Clever Leaves, entre otras, tienen plantaciones, laboratorios y personal trabajando en producir aceite de cannabis y sus derivados. Pero no solo Colombia se está moviendo. Otros países de la región se han dado cuenta de las posibilidades comerciales e industriales que pueden abrir y han comenzado a ajustar la regulación.

Este es el balance país por país según la analista Ortega.

En Uruguay, pionero por aprobar hace años el cannabis medicinal y recreativo, la inversión se paralizó debido a que el Estado –vía regulación– monopolizó toda la actividad. Otra es la realidad en Argentina, donde avanzaron en la regulación, pero el presidente Mauricio Macri no parece tenerla como prioridad y se ha visto una ralentización de la actividad. Y tampoco están dadas las condiciones macroeconómicas para que lleguen los dólares de Canadá o Estados Unidos. Chile, muy habilmente, escogió el camino de la investigación y el desarrollo, antes que el cultivo y extracción de productos. En definitiva, se trata de una apuesta a largo plazo.

También viene abriendo su espacio regulatorio Perú, que se viene apoyando en la experiencia de Colombia de los últimos 3 años.

Sin embargo, Méxito tiene un mercado con un enorme potencial de crecimiento – según Muisca Capital– . Por ello, ese país ha llamado la atención de inversionistas de Estados Unidos y Canadá. "A pesar de todo, la regulación todavía no está lista y eso le abre más oportunidades a nuestro país", dice Ortega. De hecho, Colombia es un referente para otros Estados que apenas inician su camino, como El Salvador y Ecuador.

Brote de corrupción

Sin embargo, no todo es color de rosa en Colombia. Ortega afirma que se requieren ajustes para abonar un buen terreno en este negocio. Y el primero es agilizar el trámite de las licencias (semillas, cultivo y producción) que deben adelantar ante varias entidades estatales.

Un total de 147 empresas en Colombia se dedican al negocio del cannabis medicinal o cosmético.

Peor aún, no solo se trata de demoras en conseguir los permisos, según la analista. También hay quejas de corrupción, algo que no sucedía el año pasado.

“En 2017, cuando empezaron los trámites para licencias, cada proceso tardaba entre 1 y 3 meses. Ahora vemos que eso puede demorar 8 meses o más. Así mismo, en el último año todo se volvió caótico y aumentó la corrupción. Nos dicen que en algunos entes reguladores de los ministerios están cobrando $100 millones o más por agilizar las licencias”, aseguró Ortega.

Estas circunstancias pueden espantar la inversión foránea y las posibilidades de convertir a Colombia en una potencia de cannabis medicinal. Adriana Guzmán, directora general de PS Consultores Operadores, otra firma metida de lleno en el mundo del cannabis medicinal, cree que países como México, Perú, Uruguay, Paraguay, Argentina y Colombia están en una carrera contra el tiempo para convertirse en plazas atractivas para atraer la inversión extranjera a esta industria.

“La Junta Internacional para la Fiscalización de Estupefacientes (Jife) le tiene concedido 44% de cupo mundial de cultivo de cannabis a Colombia, convirtiéndose en uno de los mayores cultivadores del mundo. Sin embargo, los excesos de burocratización pueden poner a temblar el cumplimiento de la misma”, afirma Guzmán.

A la fecha, de acuerdo con cifras del Ministerio de Justicia, hay 35 empresas con licencia de uso de semillas (que ya cuentan con el registro ante el ICA), 83 para el cultivo de plantas de cannabis psicoactivo (THC), y 129 licencias para el cultivo de plantas de cannabis no psicoactivo (CBD), para un total de 340 licencias. Ya se dedican a este negocio en Colombia, según PS Consultores, 147 compañías.

Otro de los desafíos de esta actividad consiste en convencer a la banca. Según Carol Ortega, solo BBVA y el Banco Agrario han abierto las puertas a la financiación de este tipo de negocios. El principal obstáculo es que las leyes federales de Estados Unidos tienen vetado aún este tipo de inversiones, pues solo algunos Estados han legalizado el cannabis medicinal y recreativo.

Esta situación –dice Ortega– podría cambiar el año entrante, debido a que el Congreso de Estados Unidos aprobó este año una reforma agraria que permite cultivar y producir cáñamo, una variedad de cannabis que no tiene THC, es decir, componente psicoactivo. Ahí se abre otra puerta

A pesar de ello, el cannabis no enfrenta un hongo o un insecto. Su plaga se llama corrupción. $100 millones o más cobrarían los corruptos por agilizar el trámite de licencias.