OBRAS

Así funcionará el Túnel de La Línea cuando abra al público

Los colombianos estrenarán el túnel principal de La Línea en septiembre de este año. Esta es la historia de cómo, tras muchos intentos, el cruce de la cordillera central será una realidad.

9 de julio de 2020
Actualmente se avanza en la instalación de los equipos electromecánicos del túnel principal. Este proceso va en un 83%. | Foto: Guillermo Torres

La primera semana de septiembre próximo será recordada por todos los colombianos. En ese momento, el Túnel de La Línea verá la luz y será puesto al servicio de todas las personas que se desplazan del centro al suroccidente del país y viceversa.

Llegar a este punto no fue tarea sencilla, como tampoco lo es construir el cruce de una cordillera. Varios gobiernos lo han intentado, pero la mayoría se ha quedado con las ganas de cortar la cinta y darle rienda suelta al tráfico en La Línea. De hecho, el presidente Iván Duque destacó que, al inicio de su gobierno, el proyecto llevaba un avance cercano a 60% y en menos de dos años lograron avanzar en el 40 restante.

Cualquiera que haya pasado por este punto sabe que subir y bajar los más de 3.000 metros de este paso se puede convertir en una odisea de hasta 8 o 10 horas, si se combinan, por ejemplo, el volcamiento de un camión con un aguacero. Este panorama cambiará en septiembre, cuando la obra entre en funcionamiento. Después de muchos años, el túnel tiene luz verde. 

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En ese momento, los ciudadanos podrán atravesar el túnel principal de 8,5 kilómetros, cuyas obras civiles ya terminaron, además de tres túneles cortos, cinco viaductos y 13,4 kilómetros de doble calzada. A esto se sumará un túnel piloto paralelo al principal, que servirá para evacuar los vehículos si hay una emergencia. Pero, ¿cómo se logró avanzar en la obra?

Hitos y visitas sorpresas

La clave estuvo y sigue estando en la revisión minuciosa y exhaustiva de los avances del proyecto. Juan Esteban Gil, director del Instituto Nacional de Vías (Invías), le explicó a Dinero que el coronavirus retrasó los tiempos de entrega, pero una vez surtidos los protocolos, el proyecto siguió avanzando y ahora está a menos de dos meses de ser inaugurado.

"Todos los frentes están activos, pero hay menos personas trabajando por las medidas de bioseguridad. No obstante, la mayor parte de las personas ya volvieron a sus puestos y retomaron sus trabajos", explicó.

La tarea del funcionario ha sido determinante para que hoy el país tenga a la vuelta de la esquina la inauguración de este proyecto. De hecho, el propio director del Invías se puso como meta visitar las obras cada dos semanas y designó a un equipo de su confianza para que estuviera pendiente 24/7 de la iniciativa.

La obsesión por sacar esta megaobra adelante llevó a Gil a madrugar y trasnochar más de una vez para hacer las visitas respectivas, adonde llegaba, en muchas ocasiones, sin previo aviso. La idea era coger desprevenidos a los trabajadores, pasar revista y dejar marcado –literalmente– el lugar en el que debería ir la obra en los próximos 15 días.

Con este rigor, los trabajos fueron avanzando cada vez más rápido y hoy ya están terminados. En plata blanca, al proyecto solo le resta terminar la instalación de los equipos electromecánicos. Estos incluyen la parte eléctrica, de iluminación, ventilación, señalización, las cámaras de vigilancia y los sistemas de comunicación, entre otros. 

El avance en este frente es de un 83% e incluso en algunos puntos ya se están haciendo pruebas de tránsito vehicular. La puesta en marcha de cada uno de estos equipos requiere la supervisión detallada de un equipo de trabajo, que debe velar porque todo salga perfecto.

Ahora, una vez tenga luz verde, el trayecto quedará así: las personas que viajen desde Buenaventura o Armenia hacia Bogotá ya no tendrán que subir a 3.300 metros sobre el nivel del mar, sino que podrán usar el túnel. Si el trayecto es en sentido contrario, sí deberá hacerse el recorrido actual, con la salvedad de que los dos carriles de la vía antigua estarán habilitados en sentido Cajamarca-Calarcá. 

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Para la ministra de Transporte, Ángela María Orozco, entre los beneficios que traerá consigo la terminación de este proyecto se encuentran el ahorro de recorrido de 20 kilómetros, la conexión del interior del país con el puerto más importante sobre el Pacífico colombiano, Buenaventura, y el empuje a sectores importantes de la economía como el turismo y el comercio.

De igual forma, el director del Invías calcula que la accidentalidad vial en el sector se reducirá hasta en 90%, la velocidad de operación aumentará de 18 a 60 kilómetros por hora –en promedio– y las mejoras en logística le darán un impulso a la economía, justo cuando más lo necesita. No obstante, para que el país pueda ‘sacarle‘ todo el jugo a esta nueva vía será necesario esperar siete meses más.

En abril de 2021, el Invías tiene programada la entrega de un segundo paquete de obras de este megaproyecto. Entre estas se incluye la puesta en marcha de toda la doble calzada, además de los 25 túneles, 31 viaductos y tres intercambiadores viales que componen el cruce de la cordillera central.

Una vez quede listo todo el grupo de obras civiles y estén habilitadas para el público, se prevé que quienes viajen entre el centro y el suroccidente de Colombia se ahorren hasta una hora y 20 minutos en ese trayecto.

Lección aprendida

Llegar a este punto, como se dijo, no fue sencillo y le deja al país varias lecciones de cara al futuro de la infraestructura.

Así lo afirma el exministro de Transporte, Germán Cardona, quien dice que, si bien la terminación de esta iniciativa contribuirá al desarrollo vial del país, debe servir como ejemplo sobre lo que no debe hacerse.

"Si las cosas se hubieran hecho de otra forma, una concesión por ejemplo, se habría demorado mucho menos y a menos costos, dado que debería haber sido el contratista o concesionario quien tendría que haber velado por su entrega", escribió en una columna en El Tiempo.

El caso del anterior privado que tenía a cargo del proyecto es quizá otra de las lecciones aprendidas para el Estado colombiano. Se trata de Carlos Collins, anterior contratista, que nunca terminó las obras e incluso demandó a la Nación por supuestamente no reconocerle unos pagos. 

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Hoy, el Gobierno le dio la vuelta a esta situación: logró tumbar esa acción judicial y contrademandó al empresario, a quien le exigen el pago de unos $929.000 millones.

Finalmente, con los ires y venires de La Línea, el país aprendió a dejar de lado este tipo de contratos y le dio paso a una generación más robusta y mejor estructurada de concesiones, que hoy avanzan en medio de la pandemia. Incluso, dos de ellas quedarían listas de aquí a finales de este año. 

La infraestructura será clave para la recuperación del país pospandemia y la noticia de que el túnel de La Línea estará listo en dos meses le permitirá a Colombia impulsar más rápidamente el aparato productivo. Esto es fundamental en medio de la incertidumbre.